Frente a frente

Trascendencia memorable

  • Xavi lidera a España en Kiev con una lección de juego colectivo digna de su mejor versión · Las lágrimas de Pirlo reflejaron que el balón, esta vez, no era para él.

En la Eurocopa del toque de balón, dos hombres ejemplifican que el juego debe nacer desde la filosofía del pase. Xavi y Pirlo tenían las llaves de sus equipos y debían guiar sus destinos hacia el título de esta Eurocopa. Lo hizo el medio centro del Barcelona, que llegaba al duelo decisivo tras admitir que no había sido trascendente para la selección hasta el momento. No podía serlo en un momento mejor. Tomó el mando del encuentro cuando España decidió que él debía tenerlo. Un pase de Xavi dio arranque al primer gol del encuentro. Combinó con Iniesta antes de que el balón pasara por Cesc y por Silva. Y ahí cambió todo. Los espacios se abrieron en la zona media y reinó en su mejor escenario, cuando los defensas comenzaron a temer por sus pases medidos entre líneas.

Hasta entonces, Pirlo había centrado las preocupaciones de España. Lanzando faltas, buscando a Balotelli en largo, moviéndose por su zona defensiva para comenzar cada jugada. Pero su misión de encontrar espacios nunca se cumplió. La selección española frenó sus apariciones cerca del área gracias a la presión de Xavi, Busquets y Xabi Alonso y sólo De Rossi lograba dar aire a su juego.

Con el marcador a favor, Xavi entró en escena de forma definitiva en esta Eurocopa. Cuando Italia trataba de reponerse de su dolor, vio cómo Jordi Alba trazaba un perfecto desmarque de ruptura que invitó a un pase medido. La marca de la casa, la aparición triunfal del mejor pasador para dejar tocado al rival.

Fue quizás el detalle que encendió la confianza de Xavi. A partir de entonces, generó cada contragolpe con toques perfectos, originó recuperaciones con movimientos posicionales meritorios y cansó a Italia a base de pases largos para desahogar. Lo hizo con su ritmo de siempre, sin importar que Busquets o Xabi Alonso estuvieran a su lado, sin importar que enfrente existía un rival especializado en frenar esas acometidas.

Pirlo desapareció en la batalla imposible de Italia por hacerse con el mando del juego. Dirigió cada saque de esquina a sabiendas que ahí podían nacer las ilusiones renovadas de los suyos, pero nunca tuvo la magia necesaria para facilitar un pase definitivo.

Sí la tuvo Xavi. Tras su ejemplar entrega a Jordi Alba, apareció para rememorar la escena que inició toda la historia. La que aconteció en Viena hace cuatro años. Un desmarque de Fernando Torres. Un pase preciso. Una sentencia que lo convertía en el rey de la noche en Kiev. Y todos supieron que esta vez sí, que Xavi había sido trascendente. Que lo había conseguido en el momento preciso, en el instante en el que hacía falta que su liderazgo tumbara al adversario.

Lo hizo todo bajo las premisas de siempre. La de tocar y tocar. La de aliarse con el balón desde el principio hasta el final. La del respeto total a su enemigo. Entre ambas asistencias prodigiosas, tuvo tiempo para animar a su ex compañero de equipo Thiago Motta. Porque Xavi, desde la gloria, también sabe elegir cada momento para sonreír.

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