Málaga c. f.

El chico 10

  • El máximo goleador blanquiazul, Baha, pisará por primera vez El Ferrol tras jugar allí hace dos años

Domina cuatro idiomas de forma fluida: francés, marroquí, portugués y español, mas no es un tipo que regale las palabras. "No es un partido especial", dice a las puertas de pisar El Ferrol dos años después de encontrar allí su ansiado escaparate en el fútbol español. Mide sus verbos tanto como sus remates. Es el perfil del máximo goleador del Málaga. Es Nabil Baha, un chico a quien sólo la evolución de su fútbol y un pelo más corto le diferencian del que fue referente ofensivo del próximo rival blanquiazul.

"No he cambiado desde que me fui de allí. Siempre he sido el mismo hombre y no tengo por qué cambiar. Además, me considero buena persona", es el juicio del delantero blanquiazul echando sus recuerdos dos temporadas atrás. Parece cierto atendiendo a los lazos que aún le conectan a la localidad coruñesa. Deportivamente, su nexo son los hermanos Veiga. Juan y José, primer y segundo entrenador del Racing de Ferrol, obraron los dos últimos ascensos de la entidad a Segunda División. "Son muy buena gente y hablo mucho con ellos", apostilla Baha, que defiende su labor: "El míster [Juan] es un entrenador que tiene muchas ganas y supo ver mis condiciones, pero es difícil explotarlas cuando juegas en un equipo pequeño en Segunda División. Tuvieron que adaptar su idea de juego a las características de sus jugadores".

Su adaptación a la ciudad esconde una curiosa historia. Su agente, Claude Cauvy, lo sacó del Braga luso porque a sus 23 años el banquillo le pesaba muchísimo. Lo alojó en una casa del centro de El Ferrol que mucho tiempo atrás fue ocupada por los padres de Francisco Franco. En el piso de arriba vivían Queco y Susana, un matrimonio que favoreció su integración. Con él disfrutaba viendo los partidos del Barcelona y del Real Madrid; Queco se pintaba de azulgrana y el hoy malaguista se posicionaba a favor del Real Madrid. Con ellos también conoció la ciudad, el idioma y fue feliz. Su agradecimiento era tal que no le importaba quedarse más de una vez como canguro de su pequeño. "Hoy seguimos en contacto. Vinieron a ver el partido de ida a La Rosaleda [Baha no jugó] y también vendrán a mi boda", dice el delantero, que en julio contraerá matrimonio en Marruecos.

Verlos a ellos o saludar a los Veiga antes de comenzar el choque sí lo considera especial. Eso sí, no falta agradecimiento en el franco marroquí, que sabe que el Racing de Ferrol le sirvió como perfecto escaparate para lo que él deseaba viendo jugar a Ronaldo: hacerse un nombre en el fútbol español. "Fue bueno ir a allí para darme a conocer en España y estoy agradecido por ello. Fue un año difícil porque el equipo acabó bajando a Segunda B. Yo marqué ocho o nueve goles, pero fue complicado porque jugábamos para no bajar", recuerda el máximo anotador blanquiazul, cuya salida de allí para volver a Francia no le hizo decaer en su anhelo: "Cuando me fui no sentí que se me escapaba la oportunidad de hacer algo en el fútbol español. Iba a otro campeonato con sólo 24 años y estaba tranquilo porque sabía que el fútbol da muchas vueltas".

Un par de vueltas más, Creteil y Ponferradina concretamente, hasta llegar al equipo donde ha hallado lo que pretendía: luchar por objetivos ambiciosos para que explote su mejor fútbol. Diez dianas que lo elevan al podio de máximos anotadores del Málaga lo certifican. Justamente la decena de tantos de Juan Carlos Sanz (hoy en el Albacete) le privaron de tener ese privilegio en El Ferrol. El Málaga, que le quiere revisar su contrato, sí le abre una puerta futura que él desea agarrar: "Quiero seguir aquí".

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