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Contra las cuerdas

  • Caída El Unicaja, que tuvo el partido de cara en el tercer cuarto, se hunde del minuto 28 al 35 con un parcial de 27-6 adverso Esperanza La irrupción a gran nivel de Freeland (18 puntos) da un soplo de optimismo

Cuesta muchísimo estar en la Euroliga, lo saben jugadores, técnicos y consejeros cajistas. El Unicaja tiró buena parte de sus opciones en este Top 16 en siete minutos horrendos en Miribilla. El equipo local demostró más hambre, más intensidad y corazón. Más voluntad. Sobre todo, más acierto. Era la primera victoria en la historia del club en este tramo de competición, en su primera participación. La quería más que el Unicaja, al que se le encogió el brazo (2/18 en tiros de tres, impropio) y se le fundieron los plomos. Al Bilbao el aro, hasta entonces pequeño, se le hizo enorme, seis triples tras haber anotado sólo uno antes. Del minuto 28 al 35, un parcial adverso de 15-2 en primera instancia. De 27-6 cuando Mumbrú dio el último cuchillazo (76-56). Quedaron después unos minutos para un insuficiente pero necesario maquillaje (85-70) de Fitch.

Las lesiones, quizá también un punto de fatiga física, han roto la química y la fortaleza del Unicaja justo en un momento trascendental de la temporada, en pleno Top 16 y con la Copa en el horizonte. Ayer fue Valters el que apenas pudo aportar. Y Fitch y Rowland se fueron con golpes que hoy se medirán. Se han encadenado por primera vez tres derrotas en todo el año. Y la caída ante el Madrid ha sido muy dañina, a tenor de las derrotas posteriores por 18 puntos en Manresa y por 15 en Bilbao. Es necesario un reactivo. La Euroliga se escurre entre los dedos. El Montepaschi, rival en las dos próximas semanas, arrasó ayer en Madrid. Es momento de no perder la calma, recordar que este equipo jugó muy bien tres meses. El resplandor de la vuelta de Freeland, enorme en su regreso, puede encender la chispa, pero hay que espabilar. El calendario no espera.

En un partido de brazo tenso y presión los lanzamientos exteriores se cotizaban caros. 1/18 era el porcentaje acumulado entre los dos equipos en el triple al descanso. Garbajosa fue el único certero, al comienzo del partido, al que el Unicaja salió concentrado y jugaba fluido. Mandó en el primer tramo, al ritmo que marcaba Fitch, capaz de desbordar y crear juego al tiempo que atacar el aro con dos buenas penetraciones. Garbajosa situó el tope (6-11) antes de que el Bilbao apretara clavijas atrás.

El Unicaja cambiaba de defensor en casi todos los bloqueos. Ello permitía controlar el peligroso tiro exterior bilbaíno, pero con frecuencia permitía canastas fáciles por los desajustes y con los hombres altos recibiendo cerca del aro defendidos por pequeños. Vasileiadis fue quien cogió el timón. No es ya ese jugador unidimensional en el tiro que pareció en algún momento, quizá por indicaciones técnicas, es un interesante jugador total el griego, capaz de generar juego penetrando. Aunque conserva ese punto de locura a veces perjudicial. Ayer fue capital, junto a Mumbrú, en el triunfo. Él dio la primera ventaja tras el 2-0 (17-15) con un dos más uno que causó Lima. El brasileño entró pronto en la rotación para descargar minutos, pero se cargaría con tres faltas rápidas y ya no volvería.

Eran momentos de zozobra para el Unicaja, despojado de Fitch, que sufrió un golpe en la rodilla derecha en una penetración. Estuvo dos minutos tirado en el suelo y debió ser retirado ayudado por los miembros del banquillo. Afortunadamente, cinco minutos después estaba de vuelta. Pero no fue ese Fitch hasta el tramo final, ya con el partido decidido.

Llovía (27-21), pero Freeland sacó el paraguas. No se le esperaba el lunes, el martes entrenó un rato y ayer se sintió bien la sesión de tiro y en la prueba previa. Y el inglés se montó a la chepa bilbaína con una exhibición concentrada en el segundo cuarto. Empezó dubitativo, abriéndose en cada jugada para tirar desde fuera. Así falló tres triples. Pero en cuanto entró en calor se le vio ya sin miedo para machacar, colgarse del aro y bailar en el poste bajo. 12 puntos metieron de lleno al Unicaja (36-34) antes del descanso. No obstante, se adolecía de contundencia en los dos aros. Que Aaron Jackson palmeara para anotar un triple errado de Raúl López en el último ataque bilbaíno antes del descanso no era una buena señal.

De salida, parcial de 0-8 del Unicaja, que parecía alcanzar la plenitud (38-42), en un momento preciso. Pero Mumbrú respondió cuando más apretaba el equipo malagueño (45-42). Transcurría el partido en el columpio. Rowland ofrecía quizá sus mejores minutos en partido de alto nivel esta temporada. Paraba bien a Aaron Jackson, algo nada sencillo, exhibía sus alabadas cualidades de defensor hasta ahora no vistas con continuidad. Pero Mumbrú seguía haciendo daño y se le sumó Vasileiadis y la caraja cajista para poner muy cuesta arriba el partido. En un ataque, el Bilbao capturó hasta cinco rebotes consecutivos tras fallar. ¡Cinco rebotes ofensivos! En otro, se hizo una falta de tiro a siete décimas de acabar el cuarto cuando no se estaba en el bonus.

Había tenido el partido el Unicaja en el tercer cuarto, al menos la oportunidad de hacerlo largo, algo que debía beneficiar con todas las consecuencias. No está habituado el equipo bilbaíno a estas esferas en la Euroliga. Aun así, estaba el equipo de Chus Mateo en el duelo (58-52). Pero no, el Unicaja bajó los brazos en los minutos finales. O al menos durante esos siete minutos trascendentales para la suerte del equipo en la Euroliga.

Podría aducirse que llegó justo de gasolina física. Pero visto lo que pasó después, con el maquillaje (necesario para el albergar esperanzas por el average) igual no fue así. Quizá esa dureza mental o competitividad que sí había exhibido antes sí se echó de menos. Y encajó un repaso concentrado en pocos minutos que recordó a la de Manresa. Aquella se podía entender en un contexto benevolente por el cansancio del encuentro previo ante el Madrid. Pero el hundimiento de ayer cuesta digerirlo. El Unicaja está contra las cuerdas en Europa.

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