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El más difícil todavía

  • La pérdida de Keylor Navas y la ausencia de un referente goleador descapitaliza a un equipo llamado a sufrir para amarrar otra salvación

El Levante parte todos los años entre el grupo de candidatos a pasar más apuros para salvar la categoría. En el último lustro no sólo ha superado los peores augurios, sino que incluso ha llegado a pasearse por Europa. Pero esta campaña, como la anterior, el inicio ha llevado aparejado sombras. Ni un punto ni un gol a favor en dos partidos en los que invitó a poco optimismo. Este año, seguramente con peor plantilla y con menos capacidad de gol, todo invita a pensar que le costará mucho más trabajo amarrar otra permanencia.

La presencia de Mendilibar en el banquillo tras el buen año de Joaquín Caparrós garantiza que se perpetúe ese estilo guerrero y combativo que caracteriza siempre al cuadro de Orriols. Sin embargo, se ha descapitalizado el plantel, algo que puede pasar factura a lo largo de la temporada u obligar a un esfuerzo extraordinario en el mercado de invierno.

sin balón

Agazapado atrás y siendo un equipo muy correoso, especialmente cuando juega a domicilio. Así se sigue definiendo el Levante. El objetivo es juntar líneas lo máximo posible y estar acompasado en los movimientos para obligar al rival, que siempre estará obligado a llevar la iniciativa, a una transición muy rápida si quiere no pasar problemas. El físico de Simao Maté tiene mucho que decir en el centro del campo en ese sentido.

con balón

Si cómodos se sienten los valencianos dejando la iniciativa a los adversarios, más les cuesta ser los protagonistas del choque. Diop y Camarasa están llamados a dar un mejor trato al esférico a lo largo de la campaña.

lo mejor

Que el equipo está acostumbrado a tener todos los elementos en contra y a luchar desde el principio para conseguir la salvación. Mendilibar, además, es experto en entrenar con esa presión.

lo peor

La pérdida de Keylor Navas, que otorgaba muchos puntos, y la falta de un delantero de referencia que garantice un mínimo de goles para respirar. Ni Barral ni Martins suelen marcar muchos.

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