La natación olímpica ofreció otra noche de récords mundiales y emociones, pero también un aperitivo del nuevo duelo que librarán hoy Michael Phelps y Ryan Lochte. "Nos encanta nadar el uno contra el otro. A ninguno nos gusta perder. Sacamos cada uno lo mejor del otro", dijo Phelps tras quedar segundo en las semifinales de los 200 metros estilos.

Lochte necesitó 1.56,13 minutos para ganar la primera semifinal, relegando al segundo puesto a Phelps, que registró 1.57,11. Phelps fue oro en los 200 estilos en Atenas 2004 y Pekín 2008. Otros clasificados a la final de mañana son el húngaro Laszlo Cseh, el brasileño Thiago Pereira y el sudafricano Chad Le Clos.

Pero además de rivales, Lochte y Phelps son amigos, y ayer lo demostraron al celebrar juntos y a los gritos el emotivo triunfo de su compatriota Nathan Adrian en los 100 metros libre. Adrian, que necesitó 47,52 segundos para recorrer la distancia, se llevó el oro por apenas una centésima sobre el australiano James Magnussen. El bronce quedó en manos del canadiense Brent Hayden, con 47,80. "Estábamos en la habitación y enloquecimos. Fue uno de los finales más increíbles, estábamos tan felices por él...", dijo Lochte.

El francés Yannick Agnel, una de las sensaciones en la natación de los Juegos, fue cuarto con un registro de 47,84 segundos, en tanto que el brasileño César Cielo quedó sexto con 47,92.

La noche se abrió con fuerza. El húngaro Daniel Gyurta conquistó el oro en los 200 metros braza con unos 2.07,28 minutos que es el nuevo récord mundial de la especialidad. La plata fue para el británico Michael Jamieson, con 2.07,43, y el bronce para el japonés Ryo Tateishi, con 2.08,29.

Y continuó con algo inesperado, un récord mundial en las semifinales de los 100 metros braza femenino: la estadounidense Rebeca Soni clavó el reloj en 2.20 para avanzar a la final de la especialidad. La noche se cerró con el oro de Estados Unidos en los relevos 4x200 libre femeninos.