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"Cuando el fútbol termina sólo es un recuerdo"

  • El ex guardameta critica el trato del Málaga a los veteranos, aunque ellos sí mantienen el contacto: "Cuando nos reunimos es bonito, como una familia"

"Ahora no me preocupo mucho por el fútbol. Estoy cansado. No es igual de bonito por dentro que cuando lo ves como espectador". Para el aficionado, siempre resulta chocante escuchar a un ex futbolista hablar así del deporte al que dedicó tantos años. En este caso, las palabras son de Américo Canas Martínez (Ceuta, 12/01/1934), que defendió durante 12 temporadas la portería de La Rosaleda. Aunque ahora mismo no atraviesa su mejor momento de salud, Américo acepta gustoso abordar cualquier tema y declara tener asumido lo que supone el mundo del fútbol: "Cuando termina, sólo es un recuerdo".

Precisamente de estos, el ceutí destaca el momento que ilustra la imagen de la derecha. "Esa foto la guardo con especial cariño porque fue un penalti que le detuve a Puskas en un Trofeo Costa del Sol. Los ascensos son algo muy especial también. Esa alegría que vives no es normal", comenta.

Américo abandonó el Málaga en la campaña 1969/70. Pero antes de retirarse cumplió una misión más, en casa: "Estuve jugando en el África Ceutí, porque allí lo hicieron mi padre y mis hermanos. Y en aquella época mi hermano era el entrenador y me pidió que fuera allí para ascender a Tercera. Lo hicimos. Y con 36 años".

Más tarde, ya en La Rosaleda y ejerciendo funciones dentro del club, el ceutí fue entrenador de porteros y delegado del equipo varios años, aunque lo dejó "porque estaba cansado de tantos viajes". "Veía poco a mi familia y eso pesaba", añade.

De forma indirecta, el mismo fútbol fue quien le dio el que sería su empleo hasta la jubilación. "Entré en la Caja de Ahorros de Ronda para empezar a jugar de portero con ellos el Torneo Interbancario", comenta. Américo recuerda con humor las críticas que hubo de otros equipos cuando le vieron bajo los palos, "y claro, tuvieron que meterme a trabajar allí".

Reconoce haber tenido suerte tras dejar de ser profesional. "Desde pequeño me enseñaron a tener fe en Dios y eso me ha ayudado. Tengo una gran familia y nunca hemos tenido problemas. No me quejo", reconoce. Además, agradece el cariño del malaguismo, ya que "en la calle, siempre se han acordado de mí".

Una espina clavada es no tener relación con la entidad del Málaga. "No se han acordado de nosotros desde hace años y por eso no voy a La Rosaleda. La política con los ex jugadores no es acertada", opina. A pesar de ello, Américo llena ese vacío con los veteranos: "Nos reunimos todos los meses y discutimos, hablamos y recordamos. Es bonito, como si fuéramos de la familia". Destaca a Pepillo: "Nos reímos mucho con él".

Del fútbol actual Américo echa de menos la humildad. "Hoy un futbolista juega dos partidos y se cree que está todo hecho", sentencia. Aunque antes de terminar salva a uno de ellos: "Casillas no es así. Es el numero uno".

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