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Por un giro en la cantera

  • Con la recomendación de la Caja, el club pretende reorganizar las categorías inferiores, priorizando al jugador español, en su defecto al europeo, crear nuevas áreas de trabajo y vincular al primer equipo

La cantera, desde la creación del club, ha sido una de las señas de identidad del Unicaja, no se descubre América con la afirmación. El propósito es que lo siga siendo. Es un empeño, casi un imperativo, de la Caja que se ha transmitido a la nueva dirección deportiva. Se gastan muchos miles de euros en la forja de jugadores. Es una labor formativa y social en buena parte, pero también hay una vertiente competitiva. Desde la eclosión de los juniors de oro (Berni, Cabezas y Germán) y la posterior salida de Fran Vázquez (llegó con 18 años, pero su etapa de formación fue clave) no se ha consolidado un canterano en el primer equipo. Es el propósito ahora con el hueco creado en la plantilla para Augusto Lima y Rafa Freire, lo que ha provocado algún cambio de pareceres en el seno del club.

Una de las razones fundamentales por las que se apostó por Aíto, más allá de su experiencia y sabiduría mostrada durante tantos años, fue su ganada fama de sacar jóvenes talentos. El primer vistazo de Aíto a la cantera no fue muy alentador. Este año propuso al club cambiar varios detalles, como traer a Sito Alonso como segundo (impartió un clínic a los jóvenes en Los Guindos auspiciado por Aíto) y poner a Quim Costa al frente del Clínicas Rincón. El movimiento fue frenado, se quería premiar el buen trabajo de Paco Aurioles con el equipo filial. Pero ésta es la punta del iceberg, los cambios que se pretenden son más profundos.

En las últimas temporadas han llegado a Los Guindos jugadores de muy diversas nacionalidades. Suramericanos, europeos, africanos... Reflejo de los tiempos que vivimos, de fronteras cada vez más laxas. Es nota común en el resto de clubes del primer nivel. Sucede que el sistema de cupos colisiona con los pasaportes no europeos. El precio a pagar, como los casi dos años sin competir de Freire, es elevado también para los propios jugadores. Las gestiones y los papeleos se dilatan en el tiempo. Pasa con Augusto Lima, inmerso en un largo proceso de nacionalización. Si fuera seleccionable no habría dudas de que estaría en el primer equipo. Ocurre también con jugadores africanos, cuya adaptación no es siempre sencilla, lo que le ocurre a Malick Fall, ya español y seleccionable.

"Algo no estaremos haciendo bien cuando no somos capaces de sacar un jugador seleccionable del nivel de Guille Rubio, no sé si nosotros o más arriba", reflexiona con dosis de autocrítica un entrenador de la cantera. Es innegable que la progresiva subida de nivel del primer equipo complica el acceso de los jóvenes, pone el listón de la calidad más alto. Pero la anteriormente citada es la idea. No se trata de sacar a un Pau Gasol cada año, pero sí a jugadores que sean válidos para el primer equipo, que suelen ser más baratos y son caras reconocibles e identificables para la gente. Si son españoles, mejor. Si no, europeos, que no tienen tantas trabas. Pero los extracomunitarios lo tendrán más difícil, se será más riguroso en el proceso de selección. Aunque la materia prima física sea superior.

Los cambios también van a afectar al aspecto organizativo. La nueva dirección deportiva, encabezada por Manolo Rubia, pretende crear nuevas áreas de trabajo, en la que se mezclen aspectos psicológicos, físicos o pedagógicos más allá del baloncesto, con implicación de los profesionales que trabajan en el primer equipo. Optimizar recursos. Hay bastantes técnicos que trabajan en la cantera, con antigüedad, y el objetivo es que todos ellos sean productivos, tengan una responsabilidad y no haya nadie arrinconado. Cambios fáciles de enunciar, no tan sencillos de llevar a cabo. Pero ésa es la pretensión que viene desde las más altas esferas de la Caja.

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