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Un gran Almería ahoga y tumba al líder

  • El Madrid, enredado en el esquema de Emery e incapaz de frenar su ataque, se topó con el meta Alves cuando reaccionó

El líder de la liga, el Real Madrid, cayó con sorpresa y justicia en el estadio Mediterráneo ante un Almería que plasmó sobre el terreno de juego el eficaz planteamiento dispuesto por Unai Emery, que ahogó desde el primer momento a los blancos en la subida de balón y que permitió cuajar en gol la primera ocasión de que dispusieron los locales.

Fue en el minuto 15 y a balón parado pese a que el técnico madridista, Bernd Schuster, había ensayado durante toda la semana la defensa ante esa opción de peligro de los andaluces. Así, en ese primer cuarto de hora, en una falta en el lateral izquierdo del ataque almeriense, Mané tocó en corto para Corona, éste centró al área y allí Juanito cerró la combinación empujando a las redes.

Con Van Nistelrooy totalmente anulado por un gran partido de Carlos García, el dominio madridista moría sin fruto siempre en las cercanías del área rojiblanca y su peligro se remitía a llegadas sin la profundidad necesaria.

En el 27, Sergio Ramos pudo, sin embargo, marcar a balón parado, pero su disparo se fue por encima del larguero y, en el 35, una pared entre Raúl y Robinho la desperdició el brasileño.

La segunda parte empezó eléctrica. El Almería en la primera pisada al área rival aumentaba las diferencias merced a un penalti con el que fue castigado el derribo de Cannavaro a Negredo. El ex madridista no desperdició la ocasión y transformó la pena. El segundo tanto dio tranquilidad a los andaluces, mientras los blancos comenzaron a sentir los nervios. Los madridistas dependían del juego de Robinho, mientras el Almería lo hacía de Diego Alves, quien en el 55 salvó espectacularmente un cabezazo de Raúl al borde del área pequeña, a centro del brasileño.

Los últimos minutos fueron de color blanco en dominio y ocasiones, pero nada ocurrió. Primero porque Raúl cabeceó fuera un servicio de Balboa; segundo porque Diego Alves intervino otra vez para enviar fuera una volea de Guti; y tercero porque diez minutos más tarde Baptista desperdiciaba el último cartucho blanco.

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