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El gran reto pendiente de África

  • Pese a sus habituales presencias en los Campeonatos del Mundo desde 1978, ninguna selección del continente africano ha conseguido superar la barrera de los cuartos de final.

África, el continente más pobre. Allí habita el 13% de la humanidad, su economía sólo participa un 1,6% del balance mundial entre el producto y el ingreso, pero alberga unos ingentes recursos naturales (50% de las reservas de oro y diamantes, 90% del cobalto, 40% de la energía hidroeléctrica y 11% del petróleo), más que cualquier otro rincón del planeta. Unas enormes potencialidades de crecimiento que aparecen gravemente lastradas, entre otras causas, por una permanente falta de estabilidad política e interminables conflictos étnicos, frutos de ancestrales inercias coloniales que continúan vigentes todavía hoy. A pesar de tan grandes penalidades, el definido con eufemismo como Tercer Mundo ha encontrado en el deporte rey una lúdica vía para intentar quebrar su trágica situación de dependencia y competir, en igualdad de condiciones, con el resto de los países -incluidos los más desarrollados-. Posiblemente sea el denostado fútbol la única imagen positiva que el continente africano pueda ofertar en este mundo tan globalizado como desigual.

Sus comparecencias en los grandes torneos internacionales así lo demuestran. Las selecciones africanas dominan casi por completo las categorías inferiores. Aparte de los dos Juegos Olímpicos conquistados -Nigeria (Atlanta 1996) y Camerún (Sidney 2000)- sus últimas apariciones en los Mundiales regalaron abundantes titulares de prensa, obteniendo como recompensa final la designación de Sudáfrica como sede del (inolvidable para los españoles) Mundial 2010. No debemos ignorar que ese explotado continente se ha transformado en una inagotable cantera de futbolistas -muchos de ellos, históricos cracks- que inscribieron sus nombres con letras doradas en los anales del balompié: Larbi Ben Barek (la Perla Negra del Manzanares), George Weah (Balón de Oro 1995), Rabah Madjer, Roger Milla, Abedi Pelé, Nwankwo Kanu, Samuel Eto'o, Frederic Kanoute, aunque nació en Francia, Didier Drogba, Yaya Toure… A esta interminable galería de ilustres habría que añadir los descendientes de emigrantes de antiguas colonias que han hecho campeones del mundo a sus países de acogida, las viejas metrópolis. El caso más notable lo representa Francia en 1998, liderada por Zinedine Zidane.

La andadura africana en los Campeonatos del Mundo comenzó en Italia 1934 con la participación de Egipto, que tras eliminar a Palestina a doble partido se clasificó para aquel politizado Mundial. Ya en tierras transalpinas la selección faraónica disputó un solo encuentro, ante Hungría: cayó 2-4 y no pudo continuar, porque entonces sólo existían eliminatorias a partido único desde el inicio. Hubo que esperar treinta y seis años para ver a otro país africano disputar la fase final de un Mundial. Fue en México 1970, con Marruecos, que ocho años antes ya estuvo a punto de acudir al de Chile, pero perdió frente a España (que después sería campeona de Europa). A partir del evento azteca, y pese a las dificultades económicas por las que siempre atraviesan los países del Hemisferio Sur, la presencia africana en los Mundiales ha sido constante y cada vez más numerosa. Lejos de constituir un simple elemento exótico que despierta las simpatías de los aficionados, sus equipos han dejado impresa una huella muy profunda en cada campeonato. Hasta la actualidad trece selecciones nacionales han marcado el itinerario mundialista de África: Egipto, Marruecos, Zaire (actual Congo), Túnez, Argelia, Camerún, Nigeria, Sudáfrica, Senegal, Ghana, Costa de Marfil, Togo y Angola. Unas desempeñaron un papel más estelar que otras, y algunas, en concreto, se quedaron a las puertas de acceder a las semifinales y, por consiguiente, a figurar en el cuadro de honor.

Túnez fue el primer once africano en ganar un partido de la fase final de un Mundial, al imponerse a México por 3 a 1 en Argentina 1978. Pero la actuación africana paradigmática la simboliza Argelia en España 1982, pues levantó muchas adhesiones populares por la injusticia que sufrió. La eliminación de los Zorros del Desierto fue cruelmente planificada mediante un vergonzoso pacto (reconocido décadas más tarde por varios de sus implicados) entre Alemania y Austria, quienes acordaron un resultado cómplice de 1-0 favorable a los germanos que clasificaba a ambos. Se arrojó así del tren mundialista a una irrepetible generación de talentosos futbolistas, comandados por Madjer y Belloumi, que señalaban horizontes muy lejanos.

Otra participación destacada en este Mundial fue la selección de Camerún: no perdió ningún partido (Tommy N'Kono guardaba su meta), empató los tres de su grupo (incluido el disputado contra Italia, luego brillante campeón), pero quedaron eliminados por marcar menos tantos.

Cuatro años después, en México 1986, Marruecos se convertía en el primer equipo africano que superaba la primera fase de un Mundial. La selección del Atlas sorprendió con un fútbol técnico y muy elaborado, donde destacaban el portero Ezaki Badou y Mohamed Timoumi. Solamente un gol de Lothar Matthäus, en la prórroga de los octavos de final ante Alemania, los envió a casa.

En Italia 1990 la sorpresa la protagonizó Camerún. Los Leones Indomables derrotaron en el partido inaugural al defensor del título, la selección albiceleste capitaneada por Diego Armando Maradona. Llegaron a jugar los cuartos de final, frente a la selección inglesa, pero un discutible penalti en la prórroga los eliminó. Una de las imágenes más recordadas de aquel Campeonato fue el veterano Roger Milla bailando ante el banderín del córner al festejar sus tantos. Precisamente Milla, cuatro años más tarde -Mundial de EEUU-, con 42 primaveras se convirtió en el futbolista de más edad en anotar gol en la fase final de un Mundial.

En la cita de Francia 1998 rompió moldes Nigeria. Las Águilas Verdes (que venían de ganar los Juegos Olímpicos) sorprendieron con un fútbol dinámico y eficaz, aplicado por artistas como Kanu, Finidi y Okocha. Superaron la primera fase (eliminando a España); no obstante, sus graves problemas políticos internos resultaron decisivos en su posterior caída en los octavos. En Corea y Japón 2002 el papel destacado del continente africano correspondió a Senegal, que impresionó con un físico muy poderoso y la presencia de jugadores como Hadji Diouf o Khalilou Fadiga. Derrotó a la vigente campeona Francia, pero fue apeada en los cuartos frente a la revelación Turquía.

En los dos siguientes Mundiales -Alemania 2006 y Sudáfrica 2010- destacó la potente selección de Ghana. Y en el último -Brasil 2014- cinco participantes han representado al continente africano: Camerún, Costa de Marfil, Nigeria, Ghana y Argelia (los mismos que ya estuvieron presentes cuatro años antes). Clasificadas para los octavos sólo Nigeria y Argelia, ninguna de ellas ha podido optar a hacer realidad el viejo sueño: franquear la barrera que significa para África los cuartos de final de un Mundial.

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