Marcaje al hombre

De héroe a líder, de título a título

  • Iniesta, nombrado mejor jugador de la final, tomó la batuta de la selección desde el primer partido y con su pase a Cesc encarriló la final contra Italia · Su gran torneo lo convierte en candidato al Balón de Oro.

De Viena a Kiev; del Ernst Happel al Olímpico ucraniano; de 2008 a 2012, con el histórico Mundial de 2010 conquistado en Johannesburgo de por medio, en el que fue determinante con su gol en el minuto 116 a Holanda, Iniesta es el alma y el corazón de una selección campeona de todo, un equipo ganador con un sello propio que imponen futbolistas como el albaceteño. A las órdenes de Luis Aragonés primero, que lo hizo debutar el 27 de mayo de 2006 ante Rusia, y de Vicente del Bosque, después, el albaceteño es un fijo porque ve el fútbol que otros apenas intuyen. Hace fácil lo difícil y en apenas unos años se ha hecho con los galones del equipo campeón del Mundo y de Europa.

Esta vez no marcó, y aun así fue el héroe. Galardonado como mejor jugador del encuentro, se convirtió en el futbolista que rompió las líneas de la férrea defensa italiana. Con un toque, cuando se asociaba con algún compañero; con más cuando llevaba el balón arriba desbordando a los rivales simplemente con un giro, con un movimiento, para buscar casi siempre el último pase, el pase ganador, ayer asociándose con Cesc.

Así llegó el primer gol de España. El de Fuentealbilla, un pueblo que ha aparecido en el mapa para la España futbolística gracias al medio, controló en campo italiano, se dio la vuelta y vio el desmarque de su compañero en el Barcelona, el primero que intentó buscar los espacios, para conectar con él. Después Cesc se inventó otra genialidad para poner el balón en la cabeza de Silva. Gol de canario, asistencia de Cesc, pero Iniesta fue el visionario. Lo cierto es que así es mucho más fácil. Cuando España toca hacia delante es más fácil encontrar los huecos y crear peligro que cuando el balón rueda hasta parar en Casillas. Así, mirando hacia la portería contraria aparece Iniesta, pero también Xavi, Cesc, Silva...

El tanto español envalentonó a Italia, que durante unos minutos asfixió a los de Del Bosque, y en esos momentos Iniesta entendió que el trabajo, ahora, era otro. Tapó en un par de ocasiones la subida por la derecha de Abate y, con Xavi algo limitado físicamente, se fue al centro para ayudar en la salida del balón. Desde esa posición, en el minuto 25, de nuevo intentó hacer buena su conexión con Cesc, pero esta vez falló en el control y se esfumó el peligro. Y en el 32, repetición de la jugada, pero esta vez fue Bonucci quien rompió una conexión que Italia, aun conociendo cómo desactivarla en la teoría, era incapaz de hacerlo en la práctica. Pirlo, De Rossi, Barzagli, Bonucci... Todos corren, pero nadie lo para.

Con el 1-0 De Rossi adelantó su posición e Iniesta encontró más espacios dejando el costado izquierdo y yéndose al centro. Incluso antes del segundo tanto, nacido de un contragolpe en el que Xavi hizo buena la carrera de fe de Jordi Alba, el medio del Barça atrapó un rechace y al girarse montó una contra. Sin embargo, tuvo que frenarse porque por delante no tenía a nadie. Era el hombre más adelantado, también el que presionaba junto a Cesc, el llamado falso nueve, más arriba, y así pudo llegar su gol. El broche a un mágico torneo en el que ha sido uno de los futbolistas más regulares de España. Con un cambio de ritmo made in Iniesta, en el minuto 45 le sacó la amarilla a Barzagli cuando prácticamente se quedaba solo ante Buffon.

Llegado el descanso es hora de tomar aire. Hace falta. Y eso que Iniesta, sin contar a los centrales, es el jugador que menos metros ha recorrido (5.086). No le hace falta porque son su pase y su visión los que lo hacen especial, son su cambio de ritmo y la forma de conducir el balón, casi siempre lo justo y necesario, los que lo hacen un jugador desequilibrante.

En la segunda parte el partido duró lo que tardo Motta en lesionarse. A partir de ese instante, España se dedicó más a tocar y tocar que a hacer sangre. Apenas otro pase interior que Cesc no controló y otro centro, esta vez desde la línea de fondo a Pedro, que la defensa trasalpina despejó fueron los detalles que dejó un Iniesta que, sin embargo, trataba siempre de darle a España la verticalidad para matar el partido. Es un estilo, una filosofía que tiene en la cabeza y que no olvida, ni siquiera cuando miles de espectadores corean su nombre en la final de una Eurocopa. Para muestra un botón: con Italia entregada y España tocando entre olés, en el minuto 70 corrió hasta el área de Buffon para presionar la salida de un Barzagli que, sorprendido, se quitó el esférico de encima. En el minuto 86 se acabó la final para él, y dejó su sitio para que Mata anotase el cuarto en el primer balón que tocaba.

En esta Eurocopa, jugadores insignia como Xavi o Silva no han estado al nivel prodigioso de otras veces y, sin Villa, Iniesta tomó la responsabilidad de ser ese faro al que los compañeros buscan. Nunca rehusó ese rol. ¿Miedo? Ninguno. Y así Iniesta se ha convertido en el jugador del torneo y candidato de ley al Balón de Oro que en 2010, el año en que fue héroe, se le escapó (a él o a Xavi) incomprensiblemente.

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