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Histórico Davidovich: tumba a Novak Djokovic en Montecarlo

  • El malagueño derrota al número uno del mundo (3-6, 7-5, 1-6) en una tarde inolvidable para pasar a tercera ronda del torneo monegasco

Davidovich saluda tras ganar a Djokovic.

Davidovich saluda tras ganar a Djokovic. / Efe

Majestuoso Alejandro Davidovich, que escribió una de las páginas doradas del deporte malagueño en el Masters 1000 de Montecarlo. El rinconero eliminó en dos horas y cincuenta y cuatro minutos de un tenis de alta escuela al número uno del mundo, Novak Djokovic. Una gesta de dimensión mundial para el joven de la Cala del Moral, que se hizo gigante para pasar por encima del mejor tenista del planeta (3-6, 7-5, 1-6). Una exhibición de golpes y de cabeza para jugar el mejor partido de su vida. Una postal inolvidable que suele marcar carreras, una que ya iba en línea ascendente desde hace tiempo. Ya con la victoria en la mano se reía en el banquillo de la Court Rainier III, como si estuviera soñando. Aún no sería consciente de la hazaña. Quedará para siempre. 

Salía el malagueño sin cadenas al polvo de arcilla monegasco, con valentía. Se plantaba con firmeza en el duelo, trazando la línea. No conseguía cerrar dos bolas que tenía para romper en el primer saque de Djokovic, que ya mostraba dudas con su servicio. Sí lo haría poco después, en un intercambio de nivel que le valía para poner el 1-3. No se encontraba el genio de Belgrado, que ahora sí pagaba su falta de rodaje, que acumulaba siete errores no forzados. Se lo hacía pagar Davidovich, que surfeaba sobre la cresta de la ola. Mostraba un tenis de mucho nivel e incluso el serbio le aplaudía un punto. Le valía para el 1-4. 

Estaba el encuentro en un punto inimaginable, con el rinconero dominando la escena. No le pesaba tener al otro lado de la red al mejor tenista del mundo, por mucho que estuviera en una versión menor. Es lógico después de meses sin competir, también para el balcánico. Una máquina de competir, de los mejores de la historia, al que le faltaban golpes y piernas. Pero se agarraba con uñas y dientes, nunca hay que minusvalorar el corazón de un campeón, rompiendo el saque con todo en contra. Y sacaba el suyo para comprimir (3-4). No se amilanó el pupilo de Jorge Aguirre, que daba un paso hacia adelante en un momento complicado. Si da continuidad a esa madurez irá escalando más en el ránking, tenis tiene para competir con cualquiera. 

Marcaba terreno con el 3-5 y al resto tenía la primera bala para llevarse la primera manga. Lo supo cerrar Davidovich, que ponía ya un pie en la siguiente ronda con el sobresaliente 3-6. No le había ganado más que tres juegos en un set las dos veces anteriores que se habían medido en Roma y Tokio. Daba alcance del mérito que tenía el joven de 22 años. Estaba jugando el partido de su vida el malagueño, que ahora le tocaba lo más complicado. Tener el temple para ponerle el lazo a un triunfo gigante. Y al segundo set salió en moto. Ganaba su primer saque y luego rompía, dando una clase de paciencia en puntos largos, donde la balanza estaba a favor. Se ponía 0-2, con servicio para él. 

Y se daba uno de los juegos de la tarde. 15 minutos duró el tercer juego de la segunda manga. 15 minutos de tenis, nervios, aciertos y fallos. Una montaña rusa en la que bailaban los dos tenistas. Le costaba ahora elegir a Foki, al que se le encogía un poco el brazo cuando se veía tan cerca. Eso le privaba de cerrarlo un poco antes. Pero lo consiguió. 0-3. Lo acariciaba el malagueño, al que ahora había que ver si no le entraba vértigo en las alturas. Con un intercambio de roturas, Davidovich tenía el saque para poner un 2-5 que sonaba muy bien. Pero el crack serbio volvió a dar una lección de competitividad, de supervivencia. De número uno, de jugador que ha levantado 20 grand slam. Rompió, ganó su saque en limpio y volvió a romper (con tres dobles faltas de Davidovich) para poner el 5-4. Con su servicio podría forzar el tercer. 

Pero el encuentro siempre fue difícil de contar y no podía ser menos. En esa locura que se vivió en la Court Rainier III era ahora el malagueño el que se levantaba de la lona para igualar (5-5). Con un revés brutal (12 puntos ganadores con él) se enganchaba al duelo. Djokovic ya sí estaba a un gran nivel, pero no se empequeñecía Foki. Ambos respondían ahora cuando les tocaba y lo mandaba al tie break. Lo empezaba mejor el de La Cala del Moral, que parecía tener una marcha más. 1-3. Pero no desfallecía el balcánico, que pronto estaba de vuelta (4-4, 5-5). Y ahí demostró grandeza. Davidovich pegaba una caña y luego Nole sacaba un passing impresionante para mandar el encuentro, con más de dos horas de juego ya, al tercero. 

No había mejor prueba del algodón para el malagueño. Lo había tenido y no lo había cerrado. Y ahora tocaba seguir remando, con Djokovic exhibiendo ya un tenis de quilates. El monstruo estaba aquí. Plantarle cara o dejar que te engulla. Y el rinconero, que de valiente a veces es inconsciente, eligió la primera. En un pestañeo se puso con 0-2, malogrando tres bolas de rotura para el 0-3. El serbio aferraba con el 1-2. Pero ya tenía un ciclón delante, un jugador nuevo tras resetear en el vestuario. Seguramente en su actuación más brillante, tenísticamente pero sobre todo mentalmente. Del 1-2 pasó al 1-6 con unos minutos de juego y de confianza brillantes. Con el arrojo para zarandear al mejor tenista del mundo y dejarlo eliminado en segunda ronda. Se medirá el jueves al ganador del David Goffin-Daniel Evans. Un día inolvidable para el deporte malagueño con Montecarlo como escenario y el del Rincón de la Victoria. Pasará lo que tenga que pasar, pero esto ya no se lo quita nadie. Histórico Alejandro Davidovich Fokina. 

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