Alfonso Sánchez viajó ayer a Madrid antes que la expedición del Unicaja. Se desplazó a primera hora junto al doctor del equipo, Carlos Salas, para pasar una revisión en la clínica donde le operaron por segunda ocasión de su traicionera lesión en su muñeca derecha. Las noticias no fueron demasiado alentadoras, pero Alfonso aguarda pacientemente. La virtud del santo Job la hizo suya hace tiempo después de 16 meses sin pisar una cancha de baloncesto. Los médicos le dijeron que el asunto marcha bien, pero lento. Dentro de dos meses deberá pasar en la capital otra revisión para certificar su evolución. Mientras tanto, se le da permiso para realizar ejercicios de técnica individual (pase, bote y tiro) dentro de unos cánones de prudencia. No recibió el alta, pero casi. Aun así, permanecerá fuera de la disciplina del grupo hasta que sus sensaciones sean las más adecuadas. La muñeca es la prioridad de Alfonso, que alterna tratamientos de todo tipo para sanar la articulación. Desde trabajo en piscina para rebajar cargas de peso a tratamientos con cremas y cuerdas.

Por Alfonso se interesó hace unas semanas el Lucentum Alicante. En la Liga LEB acaba el próximo fin de semana (sábado 28 de febrero) el plazo para reforzarse. Óscar Quintana, que ya le quiso enrolar cuando dirigía al Ricoh Manresa, reclamó sus servicios, aunque el Unicaja se muestra dubitativo a la hora de acceder a las pretensiones del cuadro lucentino. "Nosotros ya tenemos un equipo en LEB", justifican desde Los Guindos. Alfonso acaba contrato el próximo 30 de junio. Desde el Unicaja no se le ha ofrecido aún la renovación, aunque este fin de semana está prevista una toma de contacto de la dirección del deportiva del club con sus agentes, Arturo Ortega y José Ortiz. La intención de la entidad malagueña es ofrecerle un año con opción a otro más. El Lucentum le ofrecía algo similar, siempre que el cuadro levantino ascendiera esta temporada a la ACB. La prioridad del jugador es permanecer en Málaga en el primer equipo, pero todo depende de la voluntad del club.