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Otra lección de Xavi para su colección

  • El medio del Barça dirigió a su selección con su maestría habitual · Özil no brilló

Dos equipos destinados a apostar por el toque para crear peligro. Dos creadores elegidos para conducir ambos ataques. Özil y Xavi protagonizaron el mayor enfrentamiento entre inventores de este Mundial. El jugador del Barcelona ganó la partida por su impecable entendimiento con sus compañeros, por su capacidad para asociarse con Iniesta y Xabi Alonso en cada intento de romper líneas, por un impecable lanzamiento de córner que terminó con el tanto de Puyol y la clasificación a una final histórica. Y terminó su lección magistral en el área rival, reteniendo el balón a base de toques pocos minutos después de haber dado la opción a Pedro de sentenciar el duelo.

Xavi tardó en encontrar su función en el duelo. Con Alemania totalmente replegada al inicio, recibió el balón siempre de espaldas, con la complicación añadida de sufrir la fuerte presión de Khedira o Friedrich al intentar girarse y mirar al área rival. A su lado, tanto Pedro como Iniesta trataron de asociarse con él, pero únicamente el pase corto para Xabi Alonso o Busquets era una opción segura debido a las líneas unidas de un rival que apretó con dureza a los medios creadores españoles. Además, Schweinsteiger, que pretendía dar una lección sobre despliegue físico, seguía sus pasos cuando la intención era construir desde más atrás.

Mientras, Özil se presentaba como el elemento más pasivo, más paciente, quizás condenado a que su equipo enlazara un contragolpe que cambiara el orden establecido con la posesión. Pese a su aparente intrascendencia, generó el mayor peligro alemán con sus saques de esquina y con una jugada en la que fue frenado por Sergio Ramos cuando ya preparaba el disparo.

Xavi creció conforme Alemania se dispuso a salir con más asiduidad. Los espacios aumentaron al tiempo que se incrementó el contacto con el balón. El escaso éxito en sus intencionados pases del primero tiempo no mermaron su atrevimiento tras la reanudación. Cuando España apretó en busca del tanto, Xavi se convirtió en el eje de la maquinaria de Del Bosque. Mandó, tocó, abrió huecos a su antojo y se asoció por fin con Iniesta y Villa en zonas que realmente alcanzaban el grado real de peligrosidad.

Alemania, tomada ya la decisión de trasladar su suerte a la opción del contragolpe, otorgó plenos poderes a Özil, hasta el día de ayer gran protagonista de la cita sudafricana en la recepción de elogios merecidos. El futbolista del Werder Bremen esperó sus opciones en las recuperaciones germanas para conectar con Klose. Pero fue testigo de cómo Xavi colocaba un centro medido en la cabeza de Puyol que variaba todo el panorama existente. El alemán ya no debía esperar, ya no podía hacerlo. Özil se creció y asumió su rol en la creación, una responsabilidad demasiado pesada para un jugador de 21 años. Enfrente, Xavi conducía los vertiginosos contragolpes de España y retenía la posesión gracias a la virtud del saber elegir. La experiencia se impuso a la juventud en el duelo de creadores. Özil tendrá tiempo de seguir buscando su momento de gloria. Xavi lo encontró hace tiempo y lo prolongará hasta que el talento halle un enemigo mayor.

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