Estaba atravesando un momento muy dulce Alejandro Davidovich, que se había plantado entre los ocho mejores del prestigioso torneo de Montecarlo. Le esperaba todo un número cinco del mundo como Stefanos Tsitsipas, al que plantó cara mientras el físico se lo permitió. El tenista malagueño aguantó de manera estoica el primer set antes de tirar la toalla.

Davidovich, a sus 21 años, había conseguido colarse por primera vez en su corta pero prometedora carrera en los cuartos de final de un Master 1000. Y había comenzado bien, muy enchufado, obligando a Tsitsipas a reducir riesgos y sacar su mejor tenis sobre la tierra batida monegasca.

El malagueño estaba exhibiendo un gran tenis, con golpes ganadores de mérito. Incluso después de haber pedido la asistencia médica llegó a romper el servicio del talentoso tenista griego para poner 4-3 en la primera manga. Pero la recomendación fue la de no forzar en exceso.

Prosiguió el set, al que Tsitsipas había entrado algo descentrado tras la parada en que un desesperado Davidovich fue atendido. Pero el malagueño no estaba cómodo y fue perdiendo gas hasta perder la manga por 7-5 después que de el tenista heleno rompiera el saque a su rival.

Tiempo para la reflexión y valorar el mérito de su participación en un torneo de envergadura. También para centrarse en recuperarse lo mejor posible para continuar la temporada en tierra batida. A veces, es necesario dar un paso atrás para seguir avanzando más adelante.