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Al son que marca el maestro Prigioni

El Caja Laboral, Baskonia por siempre, es un equipo racial, le va la Copa del Rey como anillo al dedo y el maestro que mueve la manija, el que lleva el timón, es un experto como Prigioni, que vio que las nubes negras que estaban empezando a descargar por el terremoto provocado por Baron en la primera parte podía dar al traste con las semifinales en beneficio de un valiente y más que digno Lagun Aro. Los donostiarras dieron la talla hasta que se quedaron sin fuelle y el base lideró un parcial de 23-3 en el tercer cuarto tras entrarle un tembleque a la numerosa feligresía alavesa antes del descanso: 28-38.

No le preocupó a Sito Alonso el inicio, con el Caja Laboral por delante merced a Teletovic, ni le inquietó la segunda falta de Panko. Siguieron los donostiarras haciendo su juego, aprovechando el tino de Baron en cuanto la ametralladora yanqui saltó al parqué. Funcionó mucho mejor la segunda batería el cuadro guipuzcoano, con un Neto más incisivo que Salgado y con los dos interiores, Doblas y Lorant, frenando el ataque de los pívots baskonistas. Pero todos estaban liderador por un Baron tocado con una vara mágica, que alcanzó los 16 puntos en el segundo parcial. Ivanovic, atónito.

Era esperada la reacción vitoriana. Formaron una sociedad perfecta Prigioni, que desespera al rival con sus incontables robos, sus balones doblados, sus triples... un incordio, y Milko Bjelica, un tormento, un martillo pilón, que le endosó 17 puntos a un Lagun Aro superado por los acontecimientos: 51-41.

Tuvo arrestos para irse con la cabeza alta. Se puso a uno el equipo donostiarra (59-58, minuto 35) tras un triple de Panko y Neto desperdició el tiro para subirse a la chepa de nuevo del vecino alavés. Prigioni, otra vez Prigioni, pidió la bola, hizo lo que quiso, y con un pase en largo a Teletovic y otro en corto a Milko Bjelica resolvió él solito el primer cruce de cuartos de final.

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