Liga bbva

Es para mosquearse (1-1)

  • Un negligente arbitraje de Undiano Mallenco y sus asistentes priva del triunfo al Málaga por segunda semana consecutiva. Los tres puntos habrían acercado muchísimo Europa

Hay que relativizar el error de los colegiados; al menos equipararlos a los de los futbolistas. La misma importancia se debe conceder a la desaplicación del delantero cuando encara solo a un portero como a unas manos que no ve el árbitro. Ahora bien, una cosa es un fallo y otra la negligencia, que es lo que viene sufriendo el Málaga en las últimas dos jornadas de manera flagrante. Si inconcebible fue que el asistente no viera la posición antirreglamentaria de Cristiano Ronaldo la semana pasada, en los mismos términos se contempla el doble fuera de juego con que Agirretxe perpetró el empate a nueve minutos del final. Así que los malaguistas se marcharon de Anoeta con un mosqueo morrocotudo más que justificado. Porque habían descorrido el telón europeo granjeándose un triunfo de caché en San Sebastián hasta que esa calamidad les hizo volverse con los bolsillos por fuera a casa. El día comenzó con un susto en el avión y acabó con kilos de hiel. 

Ya no es que urja la tecnología para evitar errores de tal magnitud, es que se presupone un mínimo de profesionalidad a colegiados que a la postre no están a la altura. Y no será porque el Málaga no esté acostumbrado a sufrir días malos de Undiano Mallenco, que colecciona ya tantos que dan materia prima a los más malpensados. El internacional que vive de algún buen arbitraje en partidos entre Barcelona y Real Madrid sigue agrandando su fama de colegiado horrible. El gol de la Real Sociedad copará cualquier análisis, pero no hay que olvidar que a los 19 minutos enseñó a Íñigo Martínez la amarilla por derribar a Juanpi cuando encaraba a Rulli y el zaguero era el último hombre. Lo dicho, no son fallos que hay que asumir en cualquier protagonista sobre el terreno de juego, son actos negligentes.

Cuesta mucho esfuerzo asomarse a las posiciones por las que se maneja en la tabla con el presupuesto y los futbolistas que posee. Así que tener 34 puntos, estando virtualmente a dos de Europa, iba a ser un mérito de la leche. De hecho, aunque Javi Gracia haya vetado esa palabra en el vestuario, suponía ganar a un rival directo, y en forma, por la séptima posición. Toda una declaración de intenciones. Todo se fue por el sumidero. De ahí que el enfado fuera doble, por el enfado en sí y porque sopetón se le quitó toda la honra coleccionada durante 80 minutos. Ocurrió en un partido dibujado con papel de calco sobre el del año pasado, en que el Málaga fue desgastando a la Real hasta hacerle perder los nervios y fulminarla a la contra. En esta ocasión, se perfeccionó el método. Porque el equipo de Javi Gracia saltó a quitarle a Eusebio el balón, que es lo más dañino que se le puede hacer. Sin Camacho, pero con PabloFornals despejando dudas muy pronto. En diez minutos ya se había metido el partido en el bolsillo. No hubo tiempo a comparaciones con Camacho porque él eligió la vía de tener el balón para no tener que correr tras los donostiarras a quitárselo.

El partido, además, supuso la presentación oficial de Ricca, que sacó las garras para clavarse al lateral con la intención de que nadie lo quite de ahí. Como buen uruguayo, demostró que el sudor no se negocia y que un defensa charrúa defiende su posición como si fuera su casa o su familia. Levantó un muro en su zona y demostró un potencial tremendo para subir la banda; sus tres avistamientos al área rival en la primera mitad acabaron con buenos centros y ausencia de rematador. Boka lo va a tener muy, muy complicado para volver a jugar y Miguel Torres tendrá que dar una vuelta de tuerca más a su intachable profesionalidad.

El Málaga, que ya se ha hecho mayor en la competición y sabe madurar a la perfección los partidos, se asomó con ocasiones pero mató cuando tuvo que hacerlo. Llegó en una jugada con calidad, tesón y hasta romanticismo, porque Cop fue quien empujó el esférico. Recio delineó un pase exacto a ese rinoceronte que es Rosales; controló y dio otra asistencia, como en Eibar, para que el croata sólo tuviera que acariciarla. Se lo merecía. Por el tremendo trabajo que acumula y que ayer fue de nuevo digno de destacar.

De ahí al final, ciertamente la Real tomó el gobierno, aunque más colgando balones que otra cosa. Hasta en el juego aéreo se mostró sólido el Málaga, que solo pudo hincar la rodilla con ese tanto ilegal de Agirretxe. Si el camino a Europa ya es complicado, lleno de minas se pone imposible de cruzar.

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