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En un océano de dudas

  • Schuster, que ayer no saltó al césped durante el entrenamiento, sigue sin encontrar la tecla para hacer que su equipo funcione La solvencia defensiva inicial se ha evaporado.

El malaguismo ha sufrido un retroceso de tres años. Mientras sus dirigentes sacan pecho por la mejora de sus balances económicos, algo digno de mérito después de las dos últimas temporadas, la parcela deportiva vuelve a convertirse en el gran quebradero de cabeza del club. La derrota del viernes en Granada es de las que escuecen. Por el rival, el resultado y la imagen. Las sensaciones que destila el equipo de Schuster empiezan a ser preocupantes. Desde que arrancó el curso no se ha mantenido una idea futbolística sobre el terreno de juego. El técnico alemán ya anunció que en muchos partidos "habría que adaptarse al rival", pero al estilo malaguista le falta un sentido que aún no ha terminado de encontrar su entrenador.

Ayer, el alemán ni siquiera saltó al césped para dirigir el entrenamiento en el Ciudad de Málaga. Fue su segundo, Fabio Celestini, el encargado de debatir con Angeleri los errores de bulto que el argentino cometió en su regreso al once. Schuster se quedó en su despacho, quizás analizando los motivos de la derrota ante un Granada que con poco hizo mucho, demasiado. Y hasta pudo hacer más si no Caballero no evita un mayor sonrojo. La charla entre asistente y central se prolongó durante algunos minutos. El argentino cuajó su peor encuento desde que aterrizó en Málaga. La sorpresa con el banquillazo de Weligton acabó en pesadilla.

Y eso que se volvieron a juntar en el eje de la zaga la pareja que deslumbró durante las primeras semanas por su seguridad defensiva, Angeleri y Sergio Sánchez. El Málaga parecía haber heredado el buen hacer cosechado con Pellegrini. Pese a la reconstrucción del plantel, los mimbres seguían intactos. Pero el paso de las jornadas ha ido minando al equipo. Falta gas y la seguridad defensiva se ha evaporado. 19 goles encajados, 15 de ellos en las últimas siete jornadas, coincidiendo con el bajón físico y de juego de los blanquiazules (cambios de sistema incluidos). El que mejor lo refleja es Tissone. De celestial a mortal en cuestión de semanas.

A todo esto, se le suma las cuestionadas decisiones de Schuster en el vestuario. El derechazo verbal que le soltó a Camacho el pasado jueves no ha sentado demasiado bien y se prolongó sacándole al campo con 3-1 por Samu. Los resultados no acompañan y la ansiedad nunca fue buena compañera de viaje.

Pese a estar en "su salsa", Schuster necesita encontrar el rumbo ideal para un equipo que coquetea con los puestos de descenso. La temporada no prometía ser fácil, ni siquiera tras el oasis de la goleada ante el Rayo Vallecano. Aun así, se necesita encontrar un clavo ardiendo al que agarrarse para creer. La defensa ha caído y Caballero parece ser el último bastión para no dejarse llevar por unas dudas que concomen al malaguismo. Ahora, 15 días para reflexionar.

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