La pelota de papel

El péndulo de Maquiavelo

  • La crisis se instala en el Madrid atraída por la fiesta de Cristiano como hace un mes iba al son de las destemplanzas de Messi. El 4-0 del Atlético sazona la Liga y el argentino se luce.

En un plano inclinado, un elemento esférico como pueda ser un balón de fútbol rodará hacia uno de sus extremos. Si la dirección de este plano cambia, el elemento de referencia se desplazará por el mismo con destino al punto opuesto. Es lo que estamos acostumbrados a ver, por ejemplo, en el interior de la bodega de un barco. Esta ley física se puede basar en un momento dado en lo que marca la fuerza de la gravedad en el desplazamiento lateral de un péndulo. Y muchas de las cosas que suceden en la vida, no sólo en el fútbol, sino en política, en moda, en tendencias..., siguen la parábola que describe en el aire una peonza de plomo colgando de una cuerda.

La acción gravitatoria en el fútbol también se maneja por estas leyes, caprichosas cuando en una misma jornada sonríen de manera especial a uno de los aspirantes y se ensañan cruelmente con su gran rival. No habrá mucho más que añadir a lo ya comentado en todos los foros posibles a nivel nacional sobre lo ocurrido el sábado en el Vicente Calderón, donde el líder naufragó de manera estrepitosa recibiendo un resultado como hacía años que no encajaba con el agravante de producirse en un derbi ante el Atlético. Con una brecha abierta en el vestuario y una crisis, o amago de crisis, de proporciones aún por determinar, como suele pasar en estos casos en la otra acera, el Real Madrid se debate entre coger el toro por los cuernos o dejar correr las horas apostando por encajar la sacudida con total normalidad. Esto es, como algunos dirían, la ley de Murphy. Si al vecino le engordan las vacas a ti te crecen los enanos. Y contra eso, poco se puede hacer.

Al mayúsculo revuelo levantado por la desacertada e inoportuna fiesta de cumpleaños de Cristiano Ronaldo se añade casi maquiavélicamente la exhibición de Messi con el Barcelona en una plaza como San Mamés en uno de los partidos más vistosos de los últimos tiempos en el plano culé, con un resultado igualmente de escándalo.

La última vez que el Real Madrid recibía un correctivo así, en 2003, ocurría tres cuartos de lo mismo. Un 1-5 ante el Mallorca la noche en que Eto'o desafiaba al palco del Bernabéu ocurría a la vez que en el Camp Nou, con Luis Enrique abriendo la cuenta, el Barcelona goleaba al Rayo. Desde entonces, nunca el Madrid había perdido por cuatro goles de diferencia en la Liga ante un rival que no fuera el Barcelona, que lo hizo en 2009 (2-6) y 2010 (5-0).

Estrellas y polaridad

La diferencia con ahora es que esto ya no es cosa de dos. El Atlético ya se ha unido a la fiesta para deleite de los aficionados al fútbol y mejor salud de nuestro campeonato de Liga. El 4-0 recetado por los de Simeone, con aliciente además de que ya el torneo se ha cuadrado con la disputa del partido aplazado que el Real Madrid tenía pendiente contra el Sevilla por el Mundial de Clubes, es la mejor noticia para aquellos que le piden sal a la Liga, y de paso, ilustra la enorme exigencia física que manda hoy en el fútbol de élite. Los dos contendientes de aquel bonito encuentro que ganaron los de Ancelotti y que tan bien compitió el de Emery saldaron con derrota la jornada que debían disputar sin el mismo descanso que el resto.

El péndulo, como buen péndulo, está en el lado opuesto a su posición hace justo un mes. A comienzos de enero el enfrentamiento entre Messi y Luis Enrique hacía incluso tomar cartas en el asunto al presidente del Barcelona, Josep María Bartomeu. Se filtraba el nombre de Rijkaard incluso como sustituto del asturiano y la Liga tomaba un claro cariz blanco merengue.

La fuerte polaridad de esta histórica dicotomía futbolística está marcada, irremediablemente, por sus dos grandísimas estrellas, que no sólo disponen sus momentos de gloria, sino sus ruinas. Marcan el son de cada cual para lo bueno y lo malo. Una tuvo su epicentro en la discusión de Messi con su entrenador, la otra alcanza mayor magnitud con la fiesta de cumpleaños de Cristiano. Esto es fútbol y no hay nada nuevo inventado. El balón sigue siendo esférico y rueda en los planos inclinados.

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