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Se puede si el Carpena es un infierno verde

  • Casi 9.400 espectadores caldearon un ambiente con el Barcelona y los árbitros como dianas

Pocos minutos antes del inicio del choque los anillos LED proyectaban un mensaje claro: "Bienvenidos al infierno verde". Verdaderamente el Carpena fue un incordio para el Barça y el trío arbitral y una bendición para un Unicaja que necesitaba un impulso tras el 2-0 empaquetado en Barcelona. Fue otra de sus grandes noches. El infierno verde fue más infierno que nunca. "Sí se puede" fue uno de los gritos de guerra finales. Y se pudo. Mañana, otra oportunidad.

Creció la asistencia respecto al último encuentro de play offs: de 8.500 espectadores a cerca de 9.400. El Palacio mostró su mejor cara y no desfalleció ni cuando el Barça daba la vuelta a un excelente 14-3 cosechado en el primer parcial. De la ilusión se pasó a la rabia en apenas unos minutos. El Carpena canalizó el mal rato con más ruido, más gritos, más palmas, tambores y trompetas.

Es el Barça un buen rival si de caldear el ambiente se trata. El cóctel alcanza el grado de molotov si se le añaden las tan frecuentes como lamentables decisiones arbitrales discutibles. Casi siempre, cómo no, a favor del conjunto culé. Como esa falta de Green que no se le pita a Tomic. Mil ejemplos. Tampoco lo necesita el Barça, visto su arsenal. En esta ocasión percutió DeShaun Thomas. Pero si no es él es Satoransky, Huertas o Doellman. "Estamos hasta los huevos del Barça y del Madrid" o "Árbitro, qué malo eres" tronó en el Carpena.

También resonaron los aplausos a un clásico como Germán Gabriel, que regó sus 500 partidos en ACB con dosis de la muchísima calidad que atesora. Para los de Xavi Pascual, tantos pitos que no se podían escuchar los nombres de los jugadores nombrados por el speaker. Abrines, non grato en Málaga desde su fuga y posteriores enfrentamientos contra el Unicaja, pasó sin pena ni gloria. Algún silbido se llevó Golubovic. No cuaja su baloncesto en Málaga.

El tapón de Thomas en la prórroga elevó al Carpena al éxtasis. Promete el Palacio repetir ambiente para mañana. El factor Carpena sigue siendo decisivo. Suárez, último jugador en salir de la cancha, se iba entre gritos que lo pedían para la selección. Scariolo, desde el palco, no quitó ojo.

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