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No hubo redención para el Carpena

  • Caras de decepción al final del encuentro tras una reencuentro gris con la afición cajista

131 días son muchos. Más aún cuando son para volver a ver al equipo de tu alma. El Unicaja volvió al Palacio de los Deportes José María Martín Carpena por primera vez desde aquel doloroso 29 de mayo en el que Valencia Basket puso el punto final a un año difícil de digerir. Aquella fotografía no tiene mucho que ver con lo visto ayer. No al menos en cuanto a nombres, rostros y sensaciones durante momentos. El final, sin embargo, devolvió la amargura.

El Unicaja ofreció una cara pobre y desafortunada, sin poder redimirse del todo de lo que quedó grabado en las retinas costasoleñas. Los 35 minutos de Madrid dieron motivos al Carpena para creer en sus pupilos y los casi 7.000 presentes querían recibir a los suyos con una victoria después del sabor agridulce del Barclaycard Center.

El graderío cajista ya apuntaba a sus favoritos cuando los focos se apagaron y las siluetas comenzaron a salir por la boca de vestuarios. Los de siempre no necesitan presentación para notar el calor: Jammar Smith, Nemanja Nedovic o Alberto Diaz tienen mucho ganado. Y es que hay predilección por los bajitos. Con permiso, eso sí, de un aclamado Carlos Suárez que a posteriori respondería bajo los aros y desde el perímetro. Uno de los pocos con la muñeca afinada.

También había ganas de contemplar a los rostros nuevos. Kyle Fogg está llamado a ser otro favorito para el Carpena. La grada está empeñada en ello, al menos, porque la ovación más grande cayó sobre él. Sin embargo, su salida desde el quinteto inicial no se completó con más que un par de puntos. Tras lo visto en pretemporada, la afición tiene ansia por ver a uno de los que están llamados a liderar el proyecto.

Tanto el norteamericano como Adam Waczynski tienen la etiqueta de anotador marcada a fuego. Solo el tiempo logrará dar con su mejor versión, necesaria a todas luces visto el paupérrimo balance de triples (cuatro de 26 intentos) del que dispuso el equipo. La fortuna deparó, eso sí, que delante habría un Tecnyconta Zaragoza con un registro semejante. Ya estaban los Musli y Suárez para intentar compensar.

Tiempo hubo para querer y odiar. De la solvencia del primer tiempo a los problemas del último cuarto, la grada cambió su cara más amable por la que en ese momento necesitaban los de Plaza. A falta de tres minutos y sufriendo para recortar distancias en el marcador, la hinchada cajista quiso bajar al parqué para protestar cada acción y cortar las alas a los zaragozanos. El factor Carpena es fuerte, pero tiene sus límites: no son ellos quienes pueden hacer pasar el balón por el aro. Habrá que esperar.

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