Fútbol l Tercera División Grupo IX

A regresar con los mejores

  • Tras una dura aclimatación a la categoría, un renovado Málaga B espera lograr la salvación cuanto antes para soñar con cotas mayores, aunque la intención es satisfacer las necesidades del primer equipo

Diez de junio de 2006. El Málaga B se despedía de la Segunda División contra el Numancia en La Rosaleda en un partido que resultó ser un festival de goles (5-4), pero que en nada cambiaba la triste realidad. El filial blanquiazul dejaba la competición que había sido su casa durante tres años y lo hacía al mismo tiempo que el primer equipo. El desastre se consumaba un año después cuando también descendió al Grupo IX de Tercera. Y por poco no ocurre otra desgracia hace unos meses, certificando la permanencia a falta de una jornada para el final de liga. Ahora, la situación es distinta y los objetivos son otros.

Tras una campaña de transición finalizada con un pobre decimoquinto puesto, el segundo cuadro malaguista cumple su segundo año en Tercera con plantilla e ilusión renovadas. Ante todo, la meta es lograr la salvación lo antes posible, pero sin renunciar a nada. La Rosaleda disfrutará este año de un equipo de Primera y el filial quiere estar lo más cerca posible de los de arriba. Sólo de esa manera se puede mejorar una cantera que tantos frutos ha dado durante los últimos años y que necesita de nuevos retos para seguir progresando. Esta difícil tarea de pulir a las joyas blanquiazules ha sido encomendada este año a Rafa Gil, hasta ahora entrenador del Alhaurino y viejo conocido de la base malacitana. El de Tolox sustituye en el cargo al paleño Paco González y será acompañado en el banquillo por Luis Martínez como segundo técnico.

Ambos darán la cara por un equipo muy joven, que apenas sobrepasa los 19 años de media y que presume de una gran calidad técnica. Un plantel muy equilibrado en el que ha habido bastantes caras nuevas, como las de Charly Lumbreras, goleador procedente del Espanyol, o David González, un medio centro forjado en La Masía barcelonista que ha impresionado al mismísimo Antonio Tapia. De hecho, junto a Manu y Edu Ramos, otra perla de sólo 16 años, el asturiano completó en julio la estadía de Benahavís con el primer equipo. Es un síntoma de la gran valía de estos chicos que aspiran a formar la alineación blanquiazul en La Rosaleda en un futuro no muy lejano y a sustituir en la memoria de la afición a los Alexis, Geijo o Paco Esteban de antaño.

Antes de eso, el Málaga B deberá fajarse todas las semanas por los diferentes campos de la categoría y en El Viso, donde tendrán que fabricar un fortín para no dejar escapar los puntos. La premisa es realizar un juego combinativo, de toque pero aguerrido, estudiando muy bien todas las facetas del juego y las virtudes y defectos de los rivales. Es la filosofía de un plantel donde su mayor fuerza reside en el colectivo.

Ante todo lo que se avecina, no faltan la ilusión y las ganas de triunfar, pues son las máximas de unos jugadores que intentarán protagonizar grandes tardes de gloria. De ello velará Rafa Gil, que tiene en sus manos la oportunidad de regresar con la cantera malaguista al sitio que se merece y del que nunca debió salir.

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