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La tecla escondida

  • El Unicaja reflota otro proyecto novedoso con Joan Plaza a los mandos totales Ocho novedades en la plantilla y mucho territorio por conquistar

Las tribulaciones deportivas del Unicaja dan para escribir un libro negro en las últimas temporadas. La tecla del éxito está sepultada de polvo, quizá con el peso de tantos entrenadores y jugadores que apenas han dejado un poso sobre el que crecer, devorados por una espiral negativa de la que toca salir. Aunque sea por una mera cuestión estadísticas, algún año debe salir bien el proyecto, que siempre en verano genera críticas favorables. En mayo, desgraciadamente, sucede otro tsunami de nombres y cambios.

El nombre es Joan Plaza, el encargado de encontrar esa tecla perdida en el caos. Se le han otorgado poderes amplios. Firmó por dos temporadas, pero la idea es que construya algo sólido en un trienio al menos. Sería la mejor señal, la recuperación de la estabilidad perdida. La responsabilidad diluída en épocas recientes no ha ayudado a reconducir la nave.

Como en cada inicio de temporada los propósitos son los mejores y las expectativas se dibujan de color azul. Pero la realidad es que el Unicaja tiene ocho jugadores que mañana disputarán su primer partido oficial con la camiseta verde. "No tenemos tiempo", admite Plaza, por más que la paciencia sería aconsejable en una situación así. Pero la necesidad, por más que la Copa sea este año en Málaga y el billete esté sacado, es alcanzar pronto una velocidad de crucero que permita ganar "el 80% de los partidos en casa y más de la mitad fuera", según recetaba Plaza en su presentación como técnico cajista. El técnico catalán parece tener en la cabeza el mapa del club, algo que, por ejemplo, Jasmin Repesa desconocía profundamente. Plaza conoce la ACB, sabe que en Manresa o Fuenlabrada hay que bajarse del autobús y afilarse las rodillas aunque los nombres no digan demasiado. Y también tiene la debida experiencia en Euroliga para no pecar de novato.

La plantilla sufrió en verano cambios inesperados. Por las ventas de Zoric y Kuzmic se han recaudado dos millones de euros casi, que propiciaron un extra para acometer las contrataciones de Carlos Suárez y Caner-Medley, más Stimac como relevo del bosnio. A priori son buenas ventas. Zoric, gran jugador, fue el mejor de un equipo que daba para ser noveno en la ACB. Kuzmic puede ser muy bueno, pero apenas había jugado un minuto oficial con la camiseta del Unicaja. Y un millón de euros es goloso. Se vendieron el año antes Freeland y Abrines. El camino del Unicaja es lograr progresivamente otros recursos. No es el club que paga casi dos millones por Carlos Jiménez, ahora es el que recauda por vender a sus mejores activos. Pero es el modelo de negocio más viable para los clubes en una coyuntura tan delicada.

Ello obliga a escrutar más abajo y con más tiento, a afilar el ojo para detectar talento, a impulsar la cantera pero no como un brindis al sol, sino con hechos. Como parece que se hará con Domantas Sabonis, el tercer hijo de Arvydas, uno más de la plantilla, con protagonismo y recorrido para ser un primer espada en el mundo del baloncesto. Domas es sólo un eslabón más en la cadena. De Los Guindos, hay quien lo olvida con demasiada frecuencia, salieron dos campeones del mundo (Cabezas y Berni) y ahora en Boston centellea uno que no triunfó aquí pero que era bueno de verdad, Vitor Faverani. Y se le indemnizó para que se fuera.

El propósito es que el Unicaja juegue otra vez semifinales de las competiciones nacionales, que en Euroliga puede coquetear con el Top 8. La realidad dicta que los títulos están en un estrato superior al que no se puede acceder salvo concatenación extraordinaria. Lo primero es recobrar la identidad, o crearla desde cero. Y Joan Plaza, al menos, exhibe un plan, una idea, una coherencia inicial que ahora se debe traducir en la cancha. El de Badalona rebusca para encontrar esa tecla escondida en algún lugar del Carpena o Los Guindos. La que reactive la ilusión, la que está sepultada.

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