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El último hombre del presidente

  • Shatat comunicó ayer por sorpresa su dimisión y desata un terremoto en el Málaga. Fue clave para el club sin la inversión del jeque. Nasser Al Thani asume el poder como nuevo vicepresidente ejecutivo.

A las puertas del verano, parece que de repente se acerca el invierno. La bomba estallaba ayer en las oficinas de Martiricos cuando poco antes del mediodía se comunicaba la dimisión de Moayad Shatat, vicepresidente ejecutivo del Málaga. Antes de afrontar un mercado estival que se prevé duro, el club pierde a su enlace con el jeque, y la única cara visible de la propiedad en la ciudad. El estruendo, por inesperado, causó un importante revuelo en La Rosaleda.

Sin motivo aparente, Shatat decidió cortar su relación con el Málaga y el grupo NAS, tal y como rezaba el comunicado que él mismo envió al club para su posterior publicación. En él, no se descubre causa alguna para tal terremoto, aunque avanza que Nasser Al Thani, hijo del presidente, tomará las riendas tras su marcha.

"Ha sido muy difícil tomar esta decisión, pero ahora llega el momento de retomar mi vida familiar y retomar la actividad empresarial en mis empresas", reconoció en dicho comunicado el ex dirigente, que agradeció a los malaguistas el buen trato en estos tres años que ha compartido con ellos, deseando lo mejor para el club en el futuro, esperando volver como espectador a La Rosaleda.

Con Shatat, el Málaga pierde al último hombre fuerte del jeque. Tras la salida de Ghubn por la puerta de atrás, es ahora el ya ex vicepresidente el que se marcha. Tres años en los que ha tenido que lidiar con todos los problemas generados por la falta de inversión de Al Thani y en el que logró convertirse en la figura representativa necesaria para mantener al club a flote y desbloquear numerosos asuntos con las instituciones de la mano de Vicente Casado. Por si fuera poco, su figura estaba bastante bien valorada en el vestuario, que no ha entendido demasiado lo ocurrido y espera expectante ver que sendero toma el Málaga esta nueva situación.

Desde la llegada de Abdullah Al Thani a la presidencia, siempre había delegado en un hombre de su confianza, cuya presencia en la ciudad y en las oficinas contemplara el mismo poder de decisión y firma que la propiedad. Cinco años después, sus dos apuestas han terminado saliendo de la entidad de manera extraña. Ghubn desapareció de la vida pública malaguista después de una histriónica rueda de prensa, mientras que Shatat tuvo que renunciar por desavenencias con la línea tan cerrada que tiene el presidente con respecto a la llegada de futuros inversores que alivien la delicada situación económica por la que atraviesa el Málaga desde que Al Thani decidió dejar de invertir.

Tras terminar la temporada, los mensajes de Husillos y Casado se recrudecieron pidiendo una mayor implicación al jeque o que dejara paso a otras opciones que se valoraban. Shatat compartía esta opinión, aunque en su última entrevista llegó a afirmar que Al Thani "llevaría al Málaga a lo más alto". Si eso ocurre, ya no será con el jordano a los mandos.

La irrupción de Nasser en el organigrama del club tras la pasada Junta de Accionistas de diciembre fue el primer indicio de lo que ayer terminó sucediendo. Las ganas de tomar las riendas de este y el desgaste sufrido durante estas tres largas temporadas, precipitaron una decisión inesperada. Incluso, puede que una visión diferente a la del jeque sobre el futuro próximo de la entidad con respecto a las inversiones extranjeras que se vienen planteando en las últimas semanas, también haya sido un aspecto clave en su salida.

A partir de ahora, se avecinan días más tormentosos e inestables de los esperados por Martiricos. Hasta que los cambios no se asienten y se comprueben las nuevas intenciones del presidente y su mayor o igual implicación en el presente y futuro del club, todo será una incógnita. Justo cuando el mercado empieza a dar sus primeros pasos, el Málaga vuelve a dar imagen de fragilidad e inestabilidad. Un hecho inesperado que puede terminar propiciando salidas y complicando las pocas llegadas que se tengan previstas.

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