Cuartos de Final · Holanda- Brasil

La vengaza de Robben

  • El extremo holandés sufrió la agresión por la que fue expulsado Melo, provocó el cambio de Bastos y sacó el córner del gol de la victoria 'oranje' en el partido en el que se enfretaba a tres de los jugadores que le privaron de alzarse con su primera Copa de Europa.

Pasó inédito prácticamente durante la primera fase por una lesión que casi le deja fuera del Mundial. En octavos fue determinante y en cuartos ha conjugado el peligro con su particular partida de ajedrez, en la que ha dejado fuera a dos piezas clave del rival como Michel Bastos -cambiado cuando rozaba la segunda amarilla- y Felipe Melo -expulsado tras agredirle con un pisotón-.

Arjen Robben ha vuelto a ratificar el acierto de su espera jugando bien y desesperando a todo Brasil. Incluso a Robinho, que casi se lo come cuando cayó al suelo en la enésima falta que sufría. Por la derecha, participando también en las jugadas de los dos goles oranje, ha consumado su venganza sobre la terna de brasileños que le privaron de alzarse con su primera Copa de Europa: Lucio, Maicon y Julio César.

Tras una primera parte en la que no le salieron las cosas, en la segunda mitad despertó. Le sacó la primera amarilla que veía en todo el torneo al lateral zurdo brasileño y ahí se acabó la opción ofensiva por la izquierda, donde se quedaba muy solo Robinho. Amonestado, Bastos, que se había atrevido a pisar campo rival con mucha menos frecuencia que de costumbre, tuvo que mirar aún más hacia atrás con la tarjeta encima y la amenaza de roja constante en cada acción en la que Rooben cogía la pelota. El japonés miró para otro lado y le perdonó la expulsión en una jugada en la fue al suelo en un balón dividido llevándoselo por delante. El resultado: Dunga sí lo vio y lo sacó del campo en el minuto 62 por Gilberto Melo, un socio mucho peor para Robinho y Kaká. Primera pieza fuera, aunque sin redondear la faena.

El holandés sabía que esta Brasil pega y sus piernas se han llevado buena muestra, pero a eso se le podía sacar provecho a base de personales. Con Bastos dejó el trabajo a medio hacer, quizás porque le faltó algo como ir por delante en el marcador para acabar de sacarle de sus casillas, pero con Melo la táctica iba a funcionar.

Era el minuto 71 y Holanda le había dado la vuelta al marcador. Para amplificar el agravante, el centrocampista brasileño había propiciado el empate con un gol en propia puerta, más culpa de Julio César que suya, y era la primera vez que la canarinha estaba por debajo en el marcador en todo el torneo. Si a esa mezcla le añadimos un jugador desequilibrante como Robben y uno temperamental como Melo -que tuvo que ser cambiado en la primera mitad contra Portugal de lo revolucionado que estaba- el experimento sólo podía dar un resultado en su primer cruce. El extremo se iba y era cazado, pero se quedaba en el suelo con el balón todavía rondándole. Melo aprovechaba y le pisaba con los tacos en la parte de atrás de la pierna izquierda. El árbitro y el línea lo vieron. 2-1 a favor y un jugador menos. Segunda pieza fuera, el Dunga de Dunga. Jugada redonda.

Entre todo ese trajin psicológico también le dio tiempo a jugar. Le puso el balón a Sneijder para que centrara en la jugada del primer gol y centró para que Kuyt prologará en el gol de Sneijder. Una vez por delante, volvió al juego de desborde aprovechándose de la impotencia brasileña. La viva cara de Brasil se reflejó en Robinho, que le recriminó duramente al final que no se tirara más cuando Dani Alves le había hecho una falta de libro. Robben está en plena forma y tiene pinta de plantarse en su tercera final del año, donde esta vez Julio César, Maicon y Lucio no estarán para fastidiársela.

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