Economía

El BCE, dispuesto a todo para apoyar la recuperación

  • Draghi mantendrá las políticas de estímulo el tiempo que sea necesario. El panorama es tan favorable que España tiene que aprovechar la oportunidad para transformar la economía.

LAS declaraciones de Mario Draghi, presidente del Banco Central Europeo (BCE), y las respuestas a los periodistas en la rueda de prensa posterior, ponen de relieve temas importantísimos para nuestra economía, más allá de los comentarios habituales sobre si las cosas mejoran o no acabamos de salir de esta situación.

El BCE está comprometido con un triple programa de apoyo, que ha situado el tipo de interés oficial en el 0,05%, cobra un 0,2% a los bancos por el dinero que depositan, para obligarles a invertir su liquidez, y compra 60.000 millones de euros, cada mes, de deuda pública y privada, para reducir los tipos y aliviar la carga fiscal de los países de la zona del Euro. De camino, consigue con estas políticas depreciar el Euro y hacer más competitivas nuestras exportaciones. Estas políticas son vitales para Andalucía, pues permiten que se paguen las hipotecas a un tipo excepcionalmente bajo, facilita liquidez para el crédito, y alivia la carga de la deuda para el gobierno central y, de camino, para nuestra autonomía y entidades locales. Además, facilita la venta de nuestros productos, impulsa el turismo de fuera de la Unión Europea, y tiene otros efectos, como, por ejemplo, que inversores extranjeros puedan comprar viviendas más baratas en dólares u otras divisas, concretamente, alrededor de un 30% menos si se pagan con dólares a 1,10 el euro, frente a 1,40 que estaba hace un año.

Las ideas principales que se desprenden de la intervención del Presidente del BCE son las siguientes. Primera, la economía europea ha recibido un impulso formidable, y se espera que el producto crezca un 1,5%, 1,9% y 2%, respectivamente, en este año y los dos próximos; la economía española puede crecer más, en el entorno del 2,5%, (y Andalucía un poco más), teniendo en cuenta que al crecimiento nominal se le quitan los precios para dar un crecimiento real, y en la Unión Europea los precios son positivos (restan) y en España son negativos todavía (suman). Pero lo importante es que Draghi ha destacado que los gobiernos tienen que aprovechar este viento de cola, que les viene de fuera, para consolidar el crecimiento. No pueden caer en la complacencia, que permanentemente vemos entre nosotros, de pensar que la economía por sí sola va a recuperarse a partir de la situación actual. El abaratamiento del precio del petróleo y las materias primas es otro regalo para una economía como la nuestra fuertemente dependiente de las importaciones de energía. Esto permite gastar menos en el consumo de estos productos y gastar más en otros productos y servicios, muchos de ellos producidos internamente, y con ello recuperar la producción interna y algo de empleo.

Mario Draghi ha hablado de que los gobiernos han de reformar la economía, pero tener un mercado de trabajo que funcione mejor es sólo una de ellas. Ha destacado también la reforma en los mercados de bienes y servicios, como por ejemplo, los oligopolios de electricidad, gas, comunicaciones, transportes; el apoyo a la mediana y pequeña empresa y a su entorno; y la necesidad absoluta de inversión productiva para recuperar la productividad y el potencial de producción de nuestra economía. Y también, cito sus palabras textuales: "Aumentar las expectativas de unas rentas permanentemente más altas", porque sin mejores salarios no hay una recuperación sostenida del consumo, de la cuenta de resultados de las empresas, de los impuestos, de las cotizaciones (ahora hundidas y en déficit) de la Seguridad Social, y del empleo con el número de horas que la gente quiere trabajar. El mensaje para el gobierno que se forme en Andalucía y en España es claro: hay que cambiar la mentalidad sobre la política económica, y aprovechar las buenísimas circunstancias que nos vienen dadas, para avanzar en una transformación de nuestra economía.

Como nada es perfecto en la vida, la política del BCE, tan favorable para nuestra economía real, representa un peligro financiero. Los tipos de interés son anormalmente bajos; que se acepte pagar en vez de cobrar por la deuda pública a corto plazo, esto es, tipos de intereses negativos, es algo que nos sorprende a todos, y que se vuelve inquietante cuando los tipos suben un poco como está ocurriendo estos días, y pasa la deuda pública española, por ejemplo, del 1,60% al 2,20%. Aunque estas diferencias son insignificantes, las subidas de tipos en la renta fija suponen una caída del valor del bono, por lo que todos podemos ver pérdidas en nuestras inversiones en fondos y planes de pensiones que invierten en estos valores; son pérdidas contables, que sólo se materializan al vender, pero están ahí. Igual ocurre con la Bolsa, en la que muchos buscan refugio ante la ausencia de rentabilidades en otros activos, pero con la sensación de que se está comprando caro. Los ahorradores están preocupados, porque se encuentran en el dilema de que si quieren conseguir una rentabilidad, tienen que asumir riesgos.

A las preguntas sobre el particular, el presidente del BCE fue tajante, afirmando que estos movimientos, que suponen riesgo, no son ahora una preocupación para el Banco, pues tiene prioridad apoyar a la economía. Su objetivo es que los precios al consumo estén en un entorno del 2% anual, lo que se considera bueno para la actividad económica; todavía en España están en negativo, pero en Europa ya son positivos, y se espera que en un par de años estén en ese nivel del 2%. Aun así, el BCE no parece dispuesto a ceder en sus políticas para, aunque no lo explicite, conseguir una recuperación duradera de las economías.

Un número considerable de preguntas a Mario Draghi fueron en torno a la situación de Grecia. El presidente fue muy claro sobre las acciones que están en la mano del BCE para dar liquidez a Grecia y ayudarle con su deuda, pero puso todo el peso de la salida de esta crisis en la política de la Unión Europea. Una persona con visión como Draghi no podía dejar de insinuar, aunque la posición independiente del BCE hace que sus opiniones sean muy delicadas y tenga que manejarlas con cuidado, que la solución de Grecia no consiste en dar una patada al balón de la deuda, y obligar al país a aceptar unas reformas que no puede llevar a cabo al encontrarse en una situación límite. Por eso declara que hay que atacar el problema de fondo, que es la capacidad de la economía griega para generar recursos suficientes para pagar la deuda, y mantener una forma de vida digna de sus ciudadanos. En definitiva, buscar un equilibrio entre la transformación necesaria de esa economía, y la justicia social con que se lleve a cabo. De hecho, está dando la razón al actual gobierno griego, que nunca se ha negado a pagar la deuda, sino a aumentar la misma, y hacerlo de una manera sostenible, no en falso como los anteriores gobiernos. Yo veo aquí a unos dirigentes serios, con conocimientos, comprometidos con su país, que no ceden hasta lograr acuerdos sólidos que lo saquen, de verdad, adelante, que nos están dando una lección a todos.

Aunque nuestra economía y nuestras circunstancias tiene poco que ver con la de Grecia, la conclusión que sacamos de la forma en que se está procediendo es que, por suerte, estamos en un entorno favorable, con unas instituciones como el BCE extraordinariamente poderosas, con una moneda muy sólida, y que es una lástima que perdamos la oportunidad del momento. Pero esa oportunidad no es para hacer reformas parciales, sesgadas, injustas, que afectan a la convivencia, sino para pactar y aunar voluntades en defensa del interés más general posible.

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