Tribuna Económica

gumersindo ruiz

Barrio Sésamo, vuelta a la escuela

Hace alrededor de 50 años, gracias a la imaginación entre otros de Jim Henson -que daba vida a Gustavo, la rana-, apareció en Estados Unidos la serie que después se extendió a 170 países mediante coproducciones. Fue el inicio de la educación mediante medios audiovisuales, cuando alguien vio que junto a la escasez de centros de preescolar había televisión en abundancia.

Siendo las tecnologías de comunicación imprescindibles en la crisis sanitaria, son sólo un factor en la vuelta a la escuela. Hay cuatro frentes abiertos; el primero el de los colegios, donde ya se debería saber cuáles tienen problemas de personal, de espacio, qué espacios alternativos están disponibles, si es posible desarrollar actividad fuera, qué precauciones hay que tomar con niños menores de diez años -con menos fuerza de propulsión para contagiar al hablar- y los mayores, con los profesores y el personal no docente, y las comidas.

El segundo frente es el de la política pública; es un problema que sobrepasa a una Consejería, y tiene la suficiente envergadura para que todo un Gobierno autonómico lo apoye con políticas sanitarias, sociales, de medios humanos, dotaciones informáticas, y creación y análisis de una base de datos con todos los aspectos del problema, planteando ya escenarios y salidas para posibles contingencias que puedan darse en colegios concretos.

El tercer frente es la propia familia, que nunca se había enfrentado a una incertidumbre como ésta en la escolarización presencial, y a sus consecuencias sobre la educación de los niños, la desigualdad, la vida familiar y el trabajo. Hay que darles confianza y disuadirles de actitudes de rechazo a llevar a los niños a la escuela, y menos a enfrentamientos con los propios colegios.

El cuarto frente está en las empresas, que han de autorregular el trabajo en el hogar cuando sea posible y, según sus capacidades, comprometerse a que este objetivo de desarrollo de la educación no sea una línea perdida en su manual de responsabilidad social. Buena parte de quince millones de trabajadores en España, el 75% de la fuerza laboral, están en un tramo de edad donde se suelen tener hijos escolarizados, lo que da idea de la colosal dimensión del problema.

He pedido una pequeña encuesta en chat sobre el primer Barrio Sésamo en España, y quienes contestan recuerdan la diversidad de género y raza en los niños, el valor de la convivencia -es importante saludar al kiosquero y avisar para que alguien no se siente en un banco recién pintado- y, por encima de todo, el concepto local, de barrio, no como algo cerrado y pobre de espíritu, pues los guiones eran: "Divertidos, interesantes, presentando la realidad pero sin drama, con un punto absurdo y tramas ingenuas, educativo pero lejos de lo comercial que vendría luego en programas infantiles". Pienso que el talento de sus creadores lograba transmitir a niños lo que hay de lógico y racional en el pensamiento y en las relaciones humanas; y dando un salto en el tiempo, cómo necesitamos recuperar esas sensaciones para que los niños de entonces, que hoy tiene hijos, no renuncien a educarlos de forma completa, cualesquiera que sean las circunstancias de esta extraña y peligrosa situación en que vivimos.

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