Economía

Políticos y cajas perfilan una solución española para la venta de Azucarera

  • La Junta de Castilla y León trabaja con las dos grandes entidades de esta comunidad, Caja Duero y Caja España, para que asuman el negocio azucarero a cambio de su participación en Ebro Puleva

El proceso de venta de la división de azúcar de Ebro Puleva, la antigua Azucarera Ebro que quedó integrada en la compañía agroalimentaria tras su fusión con Puleva en 2000, se encamina hacia una solución española. Aunque ninguna opción está cerrada, incluyendo ofertas de otras azucareras extranjeras o fondos de capital riesgo, fuentes agrarias y financieras consultadas por este diario en Castilla y León apuntan claramente a que cajas de esta comunidad son ahora mismo, y quizá a su pesar, las principales candidatas a asumir el negocio.

Dos de los principales pretendientes extranjeros, el líder azucarero europeo y antiguo accionista de Ebro Puleva, Südzucker, y British Sugar, han asegurado que no están interesados, aunque siguen sonando otros nombres como la británica Ed&F.

A grandes rasgos, la solución pasaría por que el grupo de cajas de ahorro y rurales (todas castellanas excepto Caja Granada) que controlan conjuntamente en torno al 17% del capital intercambiaran ese paquete por los activos azucareros, a los que se podrían añadir otros -como la filial de biocombustibles Dosbio-. Ese 17%, en caso de que todas las cajas acudieran -Caja Granada no se ha pronunciado tras consultársele desde este diario-, está valorado en Bolsa en 340 millones.

El grupo que preside el sevillano Antonio Hernández Callejas -cuya familia es el primer accionista con un 15%- amortizaría esas acciones sin dar entrada a ningún nuevo socio. La valoración de la antigua Azucarera oscila entre los 500 y los 1.000 millones de euros -sin incluir deuda-. La fórmula para salvar la diferencia entre esta horquilla y lo que vale ese 17% en manos de las cajas sería parte de la negociación.

Documentos de la propia Ebro reconocen -aunque sin cerrar ninguna puerta- esa posibilidad auspiciada por entidades financieras, añadiendo que podría incluir a los propios agricultores de las zonas remolacheras.

El refino y comercialización de azúcar, del que Ebro destaca su perspectiva de rentabilidad recurrente, es un mercado muy maduro en España y las cajas se preguntan qué van a hacer ellas gestionando esta actividad. De ahí que no se descarte la colaboración de algún socio cooperativo, como apunta la propia Ebro.

Castilla y León concentra tres de las cuatro fábricas que la división mantendrá activas -la cuarta está en Jerez de la Frontera-, tras cerrar cuatro en Ciudad Real, Sevilla, otra en Jerez (Guadalcacín) y Valladolid. Esta reestructuración obedece a la reducción de la cuota de producción de azúcar español a la mitad (hasta 500.000 toneladas) derivada de la nueva OCM de la remolacha.

Ebro Puleva, una vez saneado, quiere darle la salida más digna posible a este negocio industrial (dirigido a grandes clientes como Coca-Cola y que requiere escasa inversión en I+D) para potenciar su estrategia marquista (dirigida a pequeños consumidores finales) en las otras tres divisiones: arroz, pasta y lácteos.

La operación, según esas fuentes financieras y agrarias, supondría que los intereses políticos de la Junta de Castilla y León podrían imponerse a los reticentes argumentos financieros de Caja España (con sede en León) y Caja Duero (Salamanca). Pero el Ejecutivo autonómico, presente en los consejos de administración de ambas entidades, considera clave el mantenimiento de la actividad de este sector.

De hecho, el pasado 11 de marzo firmó un pacto con Ebro y la cooperativa Acor (el otro productor nacional de azúcar) para apoyar la continuidad del cultivo de remolacha -al menos hasta la siguiente OCM de 2014- como sector estratégico y básico para las rotaciones de cultivos agrícolas.

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