Economía

Ricardo Serra: "Los transgénicos son el futuro de la agricultura y vamos a perder el tren"

  • El máximo responsable de Asaja-Andalucía defiende la necesidad de las ayudas de la Unión Europea a la agricultura y exige más esfuerzo para desarrollar cultivos alternativos

“La gente oye el nombre de jóvenes agricultores y con estas canas no se lo cree”, afirma sonriente el máximo responsable de Asaja-Andalucía, Ricardo Serra, que recuerda que su organización surgió de la unión de Asaga, Jóvenes Agricultores y Fade. “Se acordó ese nombre porque se parecía a Asaga y también citaba a Jóvenes Agricultores”, explica el también presidente de Asaja-Sevilla, patronal que dirige desde 1992, y que acaba de celebrar su trigésimo aniversario.

–Más aniversarios. En abril se cumplen 10 años del vertido de Bolidén.

–Aquello quedó en el olvido. Para los agricultores, fue una desgracia porque muchos perdieron su modo de vida. Asaja demostró estar a las duras y a las maduras. Nuestro trabajo fue que ya que tenían que perder su casa, que por lo menos fuera por un precio razonable. Lamentablemente, pasado el tiempo todo el mundo pareció perder el interés en lo que quedaba de los residuos.

–Ya en al presente, los consumidores se quejan del encarecimiento de los alimentos. ¿Qué responsabilidad tienen los agricultores?

–Aunque suene a pretexto, los precios de los grandes cultivos no han subido este año, sino que han empezado a recuperarse porque aumentó la demanda y hubo malas cosechas en Australia o Argentina. En 1986, cuando España entró en la UE, el maíz en Andalucía se cobró a 31 pesetas. En 2006, fue 22 pesetas, a pesar de la inflación.

–¿Tiene solución?

–Debería. Si las grandes superficies dicen que no ganan dinero, tienen que reflexionar sobre su funcionamiento porque no es eficiente. Por ejemplo, su distribución hace que una naranja de Sevilla viaje 1.000 kilómetros antes de llegar a Dos Hermanas.

–¿Y la remolacha y el algodón?

–Andalucía ha sido duramente castigada por las decisiones de la Política Agraria Común (PAC). Hoy producimos el 30 por ciento del algodón que con el sistema anterior. Y en la remolacha vamos a reducir un 50 por ciento la producción nacional, con lo cual se cierran dos fábricas más en Andalucía. O es mala suerte o no se hacen bien las cosas.

–¿Cómo afronta la discusión del chequeo médico de la PAC?

–No se puede convertir en un pretexto para detraer más fondos de la PAC para el mundo rural. No vale desvestir a un santo para vestir a otro y hacer tanatorios y polideportivos gracias a la PAC. También es importante que se simplifiquen de verdad las ayudas. Tenemos los sistemas de pago acoplado y desacoplado navegando juntos. Queremos ir al desacoplamiento total, porque con ese dinero los agricultores podrán producir lo que más les convenga de cara al futuro.

–La sociedad no entiende que un agricultor cobre por no sembrar.

–Eso es porque está mal explicado.

–Pero son conscientes de que existe esa falta de entendimiento, ¿no?

–Muchas veces hemos tenido la impresión de que se utiliza para desacreditar a los agricultores, que también tienen una función social porque cumplimos normas que no siguen nuestros competidores. Un agricultor de Marruecos no paga Seguridad Social, da salarios más bajos y por supuesto, no cumple nuestras normas medioambientales. La PAC está para compensar este esfuerzo. Y eso hay que explicárselo a los ciudadanos.

–Francia ha reabierto el debate sobre los transgénicos. ¿Qué opina?

–El futuro de la agricultura son los transgénicos. Europa está ajena a lo que está ocurriendo en el mundo y corremos el riesgo de perder el tren. Hay más de 100 millones de hectáreas de cultivos transgénicos, el doble de la superficie de España. Vivimos una extraña situación: no podemos producir, pero sí compramos. La soja que entra en España para alimentar al ganado es transgénica, y con el maíz ocurre lo mismo. Se trata de que haya una discusión científica, no emocional.

–¿Es responsabilidad de Bruselas?

–Sí, pero Bruselas es el resultado de la presión de los países de la UE. Francia ha cambiado de actitud y ha tenido el liderazgo de replanteárselo. Sería bueno que también lo hiciera España. El argumento de los verdes se está cayendo a pedazos. Primero dijeron que habría un envenenamiento masivo. Y tras doce años y 100 millones de hectáreas, ya no se puede sostener.

–¿Hay transgénicos en Andalucía?

–Sólo se autorizaron unas cuantas variantes de maíz, algodón o remolacha hasta 1998. La normativa es tan exigente que obliga, por ejemplo, a destruir las plantas de algodón antes de la floración. ¿Qué voy a ensayar si no pueden llegar ni a flor y no sé qué producción tendrá?

–¿Son viables los cultivos energéticos en Andalucía?

–Para que sean viables, debemos tener un marco económico y normativo que los incentive. Ahora mismo, eso no se cumple.

–Acaban de empezar las obras del Embalse de Siles, del que se dice que es el último del Guadalquivir.

–Todo el mundo ha celebrado la transferencia de la cuenca como algo fantástico cuando yo tengo mis serias dudas. Tenemos un problema llamado déficit. ¿Está dispuesto a resolverlo quien venga a gestionar la cuenca? Si es así, bienvenido sea. Si quiere negar su existencia, difícilmente lo hará solamente a base de ahorrar agua.

–¿Y no será parte del problema el aumento del regadío sin tener en cuenta la capacidad de embalse?

–Pues también. En los últimos 15 años se han ampliado en más de 100.000 hectáreas la superficie regable con la colaboración indispensable de la Junta.

–Ha surgido una nueva asociación de regantes. ¿Qué le parece?

–No ha surgido, la han surgido, por decirlo dulcemente. El lanzamiento se hizo con un despliegue político sorprendente. Es un tanto sospechoso tanto empeño político en sacar adelante una asociación cuando ya había otra que ya representaba a regantes de todas las organizaciones y de todos los signos.

–Uno de los cultivos más dependientes del riego es el arroz...

–Va a ser una temporada muy complicada. Si se pierde un año, no sólo sufre el agricultor, sino que todo el sistema comercial muere y hay que empezar desde cero. Así no se puede vivir. Es como si una fábrica de coches no tiene luz todos los días.

–¿Es compatible el arroz con el dragado del Guadalquivir?

–Es agravar el problema. Para regar el arroz, hay que endulzar el vaso del río. Si el vaso es mayor, más necesidad hay de gastar agua. Y como somos deficitarios, todos perderemos.

–Para terminar, un sector que ha vuelto a sonreír es el aceite.

–Tiene sombras de futuro, pero cuenta con una estructura cooperativa envidiable. Tras pasarlo muy mal, ha podido solucionar sus problemas. Espero que siga así.

–Hablando de cooperativas, Covap rechazó su conversión en sociedad anónima.

–Hay una patata caliente que es la actualización de la Ley de Cooperativas. Si se hubiera hecho, no existiría este berenjenal.

–¿Qué habría que cambiar?

–La representatividad. Si hay 15.000 socios y sólo 1.000 mantienen la cooperativa, no parece razonable que las decisiones se tomen mediante un hombre, un voto.

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