Tribuna Económica

joaquín aurioles

La competencia entre regiones

El Estado de las Autonomías establece un marco de relaciones entre comunidades autónomas basado en la competencia. Frente a la opción centralista, en la que una oficina gubernamental decide la distribución de los recursos públicos, la alternativa autonómica supone que cada comunidad asume la gestión de sus propios recursos, en un escenario de competencia con el resto.

En el modelo centralista no existe, o se encuentra muy limitada, la competencia entre regiones y la cooperación intra e interregional. También, las relaciones de solidaridad entre territorios, puesto que carecen de capacidad para realizarlas. Todas estas características están, sin embargo, muy presentes en los modelos descentralizados, donde los territorios compiten por capturar la mayor parte posible del crecimiento económico y del empleo que se crea en el país, así como también de la inversión extranjera. Las autoridades regionales, conscientes de la importancia competitiva de convertirse en puerta de entrada de los avances tecnológicos y científicos, compiten por acoger las mejores universidades y centros de investigación y todo ello hace que el funcionamiento del modelo descentralizado resulte más complejo que el centralista. La ventaja es que si, como dice el refrán, el que no arriesga no gana, la autonomía constituye una poderosa garantía contra el conformismo y la pasividad.

Pensemos en un equipo de futbol que se adelanta en el marcador. El entrenador decide sustituir a un delantero por un defensa, con el objetivo de conservar la ventaja. El jugador sustituido se sentirá perjudicado, pero lo aceptará de buen grado por el bien del equipo. En este episodio hay tres comportamientos relevantes. El primero es la competencia externa, es decir, con el otro equipo (implícita con el resto de los que participan en el campeonato), que exige una administración inteligente de unos recursos, que además deben ser suficientes y adecuadamente preparados. El segundo es la cooperación interna, que prevalece sobre la competencia entre los jugadores por la titularidad y que lleva al delantero a aceptar la sustitución, a pesar del perjuicio personal a corto plazo. La tercera es la complementariedad. No todos pueden ser delanteros o defensas, pero cada uno puede beneficiarse de las habilidades del compañero, así que corresponde a la autoridad, el entrenador, decidir la combinación más adecuada de los recursos.

Competencia, cooperación y complementariedad son requisitos imprescindibles para el éxito de una comunidad en un contexto de competencia entre territorios, lo que obliga a recordar el perjuicio de los egoísmos localistas y provincianos en el caso de Andalucía. Pero para que el sistema en su conjunto resulte eficiente son necesarias otras condiciones. En particular, un cierto grado de solidaridad entre los competidores y reglas de juego equitativas y transparentes. Ambas se encuentran en retroceso de un tiempo a esta parte y de ahí su relevancia de cara a la reforma constitucional que con toda seguridad se planteará en algún momento de la nueva legislatura y que probablemente hará acto de presencia durante el debate de investidura.

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