Tribuna Económica

Carmen Pérez

¿Cómo nos impactaría una subida de tipos?

Realmente, cuando escuchamos las decisiones de política monetaria que ha tomado el Banco Central Europeo, como las de la última semana, lo que nos interesa es saber en qué pueden afectarnos y cuándo empezaríamos a notar sus efectos. El cese de las compras de activos o las subidas de tipos oficiales: ¿cómo se traducen luego a las operaciones financieras concretas que realizamos? Pues bien, el Banco de España (BdE) ha publicado esta semana un artículo en el que realiza una evaluación del impacto que tendría una hipotética subida de los tipos de interés –un 1%– en las cuentas públicas, en las empresas y en los hogares españoles en el horizonte temporal 2018-2020. Sin entrar en los aspectos metodológicos que lo sustentan, es posible entresacar algunas de las conclusiones que se alcanzan sobre en el grado en que se verían negativamente afectadas las rentas de los tres sectores.

La forma de financiarse de la Administración Pública, fundamentalmente a largo plazo y a tipo fijo, hace que las subidas o bajadas de los intereses oficiales tarden en notarse: el coste de la masa completa de deuda se mueve con inercia porque el impacto de los cambios en los tipos sólo se va acusando en la parte que se renueva. Aun así, la tendencia descendente que arrastra se paralizaría; y en el escenario más adverso, el estudio estima que la carga financiera neta se incrementarían en un 0,3% del PIB. Además, el BdE advierte que al haber crecido el volumen de deuda se ha vuelto más sensible a posibles variaciones de tipos de interés. También, que este aumento futuro del coste es muy relevante porque no hay margen para absorberlos en los presupuestos proyectados en el periodo analizado.

Por el contrario, las empresas y las familias enseguida notarían los cambios, dado que las renovaciones o vencimientos les llegan a corto plazo y están endeudadas a tipo variable. Para ambos colectivos, incluso sin elevaciones de tipos oficiales, el coste de financiación ya no seguirá bajando; y si suben ese 1% simulado, el impacto negativo neto para las empresas sería del 1,5% del excedente bruto de explotación; y para las familias, se consumiría un 0,6% más de la renta bruta disponible (RBD) al final del horizonte considerado. A diferencia de lo que ocurre en la administración pública, el impacto adverso global en estos dos sectores es menor que en simulaciones anteriores por el notable desendeudamiento durante los últimos años.

Este trabajo, como todos, hay que tomarlo con mucha cautela porque están llenos de supuestos de partida que pueden cambiar de un día para otro. De hecho, está realizado con anterioridad a las últimas decisiones monetarias. Pero, en todo caso, tenemos que ir asumiendo que el coste de la financiación se irá elevando. Lo harán poco a poco, como ha repetido Draghi en un discurso en Sintra esta semana: “Seremos pacientes a la hora de determinar el momento en que se producirá la primera subida de los tipos, y a partir de ese momento adoptaremos un enfoque gradual para ajustar la política paulatinamente”. Esto nos tranquiliza a los endeudados, pero esa paciencia de Draghi a los pequeños ahorradores los está haciendo santos.

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