ANÁLISIS

Las responsabilidades de Alemania con la UE

  • El Gobierno de Merkel no puede seguir exigiendo al resto de socios de la Unión que apliquen unas políticas económicas que su país tiene consolidadas desde hace 75 años

Las responsabilidades  de Alemania con la UE

Las responsabilidades de Alemania con la UE

Cuando finalice este año, el saldo por cuenta corriente positivo de Alemania superará los 300.000 millones de euros, equivalentes a un 8% del PIB. Es el mayor del mundo, a enorme distancia de China, el segundo, que presenta un superávit de 60.000 millones, el 0,6% del PIB.

Esta envidiable situación externa, que le convierten en el primer acreedor del mundo, es acompañada por otra no menos envidiable situación interna, al presentar las cuentas públicas un superávit del 1,3%. Y una deuda pública del 60% sobre el PIB.

El momento actual es propicio para que cambie el rumbo de la política fiscal

Esta situación de superávit en las cuentas externas e internas, no es nueva. Acabada la II Guerra Mundial, todos los gobiernos -tanto socialdemócratas como conservadores- persiguieron esos superávits para dar estabilidad a la política macroeconómica. La fortaleza del marco era la manifestación de la fortaleza de la economía. Las ganancias de competitividad se llevaban a cabo con los incrementos de productividad que compensaban la apreciación de la moneda.

Esta perspectiva de la política económica la ha continuado desde el establecimiento de los primeros acuerdos monetarios internos en el UE y, especialmente, desde la creación del euro. Los países, por tanto, deben seguir su política económica: una orientación hacia la exportación para mantener en superávit las cuentas externas. Al mismo tiempo, una política fiscal conservadora, mostrando superávit público.

Esta orientación experimentó un gran empuje cuando se produjo la reunificación en los años noventa. Los elevados costes de la reunificación, junto a la crisis de 1992 y 1993, provocaron una situación límite. El desempleo se elevó nada menos que hasta el 19%. Ya se nos ha olvidado, pero Alemania era calificada entonces como el enfermo económico de Europa.

Las ganancias de competitividad, para salir de la crisis, se produjeron por varias vías. Primero, las empresas llevaron a cabo planes ambiciosos de modernización, con una fuerte inversión en tecnología. Y, en segundo lugar, la negociación colectiva se descentralizó empresa a empresa, de manera que los acuerdos salariales -que fueron sistemáticamente a la baja- se negociaban teniendo en cuenta la situación de cada empresa en particular. Se estimuló también la contratación de empleos de baja cualificación -los llamados minijobs- con salarios reducidos. Además, una reforma fiscal incrementó la presión tributaria de las parejas que compartían casa, reduciendo, de hecho, los salarios de los trabajadores.

En conjunto, se produjo una profunda transformación en la economía que continua en la actualidad.

La situación actual con los enormes superávits que hemos mencionado está siendo criticada desde todos los frentes. Trump ha dado una vuelta de tuerca y criticado directamente a Alemania por el gran superávit comercial que mantiene con EE.UU. Pero también el FMI, la Comisión Europea y diversos países de la UE llevan años criticando el cuadro macroeconómico actual.

Adicionalmente, desde el sector público se sigue una política fiscal muy restrictiva, teniendo como principal objetivo mantener en superávit las cuentas públicas. Como hemos mencionado, éstas se encuentran en superávit y la deuda pública se está reduciendo a un ritmo extraordinario. Desde el 2010 hasta este año, se ha rebajado desde el 80% al 60% del PIB.

Esta represión de la demanda interna -contención salarial y reducido gasto público- es única entre los países occidentales. Esta situación sólo podemos verla en países emergentes o que salen de una crisis, pero no en países con tasas de crecimiento saludables. Esta represión tiene su reflejo en el cuadro macroeconómico. La tasa de ahorro se ha elevado hasta el 30% del PIB, mientras que la inversión se mantiene al 20%.

Alemania se defiende y afirma que las cargas sociales crecientes, ahora y en el futuro, de una población cada vez más envejecida, le obligan a esa política fiscal tan conservadora.

Pero esta afirmación, además de exagerada, es un reflejo del aislacionismo económico en el que Alemania vive. Como si se tratara de un pequeño país que no perteneciera a ninguna área económica, ignora intencionadamente que su política económica tiene enormes repercusiones sobre el resto de miembros de la UE. Alemania no puede seguir exigiendo al resto de la UE las mismas políticas que lleva aplicando desde el inicio de la crisis. El enorme superávit exterior es posible, en gran medida, por los extraordinarios beneficios que depara pertenecer a un área económica como la UE, con la misma moneda, que le ha permitido penetrar profundamente en todos esos mercados. Esto es un acuerdo entre dos partes y las dos tienen que cumplir con normas básicas de funcionamiento de la economía. Todos los países no pueden presentar simultáneamente superávit exterior.

La visión tradicional sobre los beneficios que depara la pertenencia a la UE ha puesto el acento en las transferencias para el desarrollo que los países menos ricos -España entre ellos- han estado recibiendo durante años. Pero se ha ignorado los beneficios que los países más desarrollados -Alemania entre ellos- han obtenido como consecuencia del acceso a un gran mercado, que les ha reportado unos beneficios muchos mayores que los costes que representan las transferencias. Miren las exportaciones e importaciones de coches de toda la UE con Alemania y lo entenderán fácilmente.

Los momentos actuales no pueden ser más propicios para que Alemania cambie el rumbo de su política fiscal. Una rebaja de impuestos a las familias, sería un primer paso importante. Además, el tipo de interés a 10 años de los bonos alemanes es del 0,4%. Si no emite ahora deuda a gran escala a ese bajísimo tipo de interés, para llevar a cabo un ambicioso plan de infraestructuras, ¿cuándo lo va a hacer?

Estos cambios en la política económica, no solo harían más sólida a la economía alemana. Contribuiría también notablemente a un crecimiento más equilibrado de las restantes economías de la UE y a una visión de una Alemania europea y no de una Europa alemanizada.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios