Infancia de los candidatos a las elecciones municipales Málaga 2019

De mayor quiero ser... ¿alcalde de Málaga?

  • Francisco de la Torre, Daniel Pérez, Rosa Galindo, Juan Cassá, Eduardo Zorilla y José Enrique Lara hablan de su niñez, de sus sueños infantiles y sus primeras inquietudes políticas

Daniel Pérez, junto a su madre, subido en el burrito del parque.

Daniel Pérez, junto a su madre, subido en el burrito del parque.

Ninguno de los seis candidatos a la alcaldía de Málaga soñó de niño en regir la ciudad, pero algunos apuntaron maneras políticas ya en la adolescencia.

Francisco de la Torre, candidato PP

De la Torre, el primero por la derecha, con su familia en 1953. De la Torre, el primero por la derecha, con su familia en 1953.

De la Torre, el primero por la derecha, con su familia en 1953.

Nació en la calle Amargura, en una casita modesta de una planta que pronto se quedó pequeña ante el nacimiento de tantos hermanos, ocho en total. Entonces se mudaron a General Ibáñez, también en el barrio de la Victoria y cerca de su colegio, El Monte. “Terminé la primaria pronto, tenía una profesora magnífica, la madre Teresa”, recuerda Francisco de la Torre. El bachiller lo estudió en Maristas y ya entonces era un ávido lector, le gustaba aprender cosas y hacer deporte, aunque fuese improvisando una portería en mitad de la calle y con un balón de tela.

Los veranos los pasaba en una casa en Benajarafe que su padre compró a sus abuelos maternos. “De ahí mi afición a caminar, a descubrir la geografía de la Axarquía, conforme iba a creciendo llegaba más lejos, a Macharaviaya, a Almáchar, a El Borge, luego Comares, lo hacía andando desde la costa”, explica.

Le gustaban las ciencias y las matemáticas, también la geografía y tenía dudas de qué Ingeniería hacer, si seguir los pasos de su padre, ingeniero industrial, de caminos o agrónomo. Su vocación de cooperación al desarrollo, de hacer algo “por el bien común”, le decantó por esta última y la cursó en Madrid. También estudió Sociología por la Universidad Pontificia de Salamanca y es especialista en desarrollo regional por la Universidad de Rennes (Francia).

Ya en el colegio mayor en Madrid (estuvo entre 1960 y 1965) se hablaba de política, de democracia. “No había partidos aún pero sí gente con inquietudes”, sostiene De la Torre. Todavía era pronto para militar pero cuando regresó a Málaga tras la muerte de su padre, en 1969, sus compañeros que habían creado la asociación Amigos de la Universidad de Málaga le pidieron que se incorporase a la entidad. Un años después, se presentó a unas elecciones locales.

En 1971 el gobernador le planteó la presidencia de la Diputación y así inició una carrera política que dura ya casi medio siglo.

Daniel Pérez, candidato PSOE

Daniel Pérez con su hermano en la Feria de Málaga. Daniel Pérez con su hermano en la Feria de Málaga.

Daniel Pérez con su hermano en la Feria de Málaga.

El origen humilde y trabajador de su familia le marcó desde la infancia. Su padre realizó todas las tareas del campo desde que tenía 7 años y aprendió a leer y escribir en el servicio militar, con 21. Su madre, costurera, lo acompañó en su emigración a Barcelona para poder pagar la entrada del piso de Miraflores de los Ángeles donde todavía residen.

Daniel Pérez recuerda que era un niño inquieto hasta rozar la hiperactividad y un poco trasto. Pero buen estudiante. En el instituto del barrio su profesor Pepe Garrido le despertó el amor por la ciencia y estudió Biología en la Universidad de Málaga. Aunque la vocación política la tenía muy arraigada desde niño. Ya con 14 ó 15 años le decía a su madre que quería ser diputado. Veía los debates del estado de la Nación por la 2 y se imaginaba en el hemiciclo.

“Mi madre siempre me contestaba que me dejar de tonterías, que estudiara, que el hijo de un panadero nunca llegaría a ser diputado, pero lo fui”, apunta Pérez. Sus abuelos vivieron la guerra y la posguerra y aprendieron a hablar de política de puertas a dentro. “El día que le dije a mi abuelo que me había afiliado al PSOE lo primero que me dijo fue que me borrara, que los que estaban en las listas son los primeros que caen, no le hice caso, entendía que tenía un compromiso, me sentía socialista y tenía que ejercerlo militando”, dice el candidato socialista.

Se estrenó en el terreno político en su etapa universitaria, como representantes de estudiantes en la UMA. “Tuve la oportunidad de ser portavoz del claustro del grupo mayoritario de alumnos, miembro del Consejo de Gobierno de la UMA y ponente redactor de los Estatutos de 2003. Fui el responsable de la campaña para alumnos de Adelaida de la Calle”, indica este malaguista aficionado y hombre de trono desde los 16 años. Cada Lunes Santo saca, emocionado, a su Cautivo.

Rosa Galindo, candidata Málaga Ahora

Rosa Galindo recibe un premio a las mejores calificaciones en Frigiliana. Rosa Galindo recibe un premio a las mejores calificaciones en Frigiliana.

Rosa Galindo recibe un premio a las mejores calificaciones en Frigiliana.

De padre guardia civil, la malagueña Rosa Galindo recorrió desde Navarra a gran parte de la geografía de la provincia en sus primeros 12 años. “Valoro mucho esa parte de mi vida, te hace ser ágil en los procesos de adaptación a cualquier cambio, incluso tenía que partir los cursos por la mitad, fui rotando por un montón de colegios públicos”, confiesa la candidata a la alcaldía. Sacaba muy buenas notas y en Frigiliana hasta le dieron el premio en las fiestas del pueblo a la alumna con mejores calificaciones.

Quería estudiar Medicina y esa ha sido siempre su “espinita clavada”. Su abuela, con la cuál pasó gran parte de su infancia, le regaló antes de morir dos libros de medicina que terminaron por avivar el sueño. “Me hubiese encantado desarrollar la carrera pero por circunstancias personales no pudo ser, así que estudié una formación de técnico sanitaria, la cual he ejercido muy poco porque me he tenido que dedicar a un montón de trabajos a lo largo de mi vida”, comenta Galindo.

Desde pequeña con vocación de cuidadora, sus inquietudes las llevó a la cooperación internacional, a proyectos de salud en países como Mali, Mauritania y Senegal con programas para la prevención de la malaria y la ayuda a la maternidad.

Siempre quiso ayudar a los demás. Cuando supo que una compañera del colegio no podía pagarse el material escolar, cogió cosas de la casa que su madre no utilizaba e hizo un mercadillo en el pueblo para comprarle libros. “Quería que todo el mundo tuviese las mismas posibilidades, esa injusticia no la entendía cuando era niña”, recuerda.

Luchó activamente a favor del desarme, participó en el 15M y se inmiscuyó desde muy pronto en los movimientos vecinales. Inquieta e irreverente, la joven Rosa siguió luchando junto a las bases después de ser madre de tres hijos.

Juan Cassá, candidato de Ciudadanos

Juan Cassá, poco después de aprender a caminar, en un parque. Juan Cassá, poco después de aprender a caminar, en un parque.

Juan Cassá, poco después de aprender a caminar, en un parque.

Quizás si su oído derecho no tuviera una pérdida auditiva del 65% ahora estaría pilotando aviones y no luchando por la alcaldía de Málaga. “Ha sido mi vocación frustrada desde niño”, dice y confiesa que aún hoy se puede pasar horas viendo aterrizar y despegar los aviones junto al aeropuerto malagueño. Entre sus pasiones está pilotar simuladores de vuelo. Su padre fue jefe de ventas de Iberia y desde que tenía un año ha estado viajando. “Viajar, el turismo, la hostelería y las compañías aéreas es algo muy interiorizado en mi familia”, dice.

Juan Cassá, nacido en Avilés, se crió en Oviedo hasta que a los 18 años cogió una mochila y se dedicó a conocer el mundo y trabajar en el exterior. “Eran momentos de una crisis muy profunda en Asturias, había un desempleo insoportable y fuimos muchos los jóvenes que tuvimos que salir de España para buscarnos nuestro futuro”, comenta.

La vocación política fue tardía. “Después de venir de Costa Rica justo en la crisis tan brutal que sufríamos, no sólo económica sino de valores, creí que era el momento de dar un paso a la política”, recuerda. Del panorama político se fijó en Ciudadants. “De eso hace 7 años, éramos muy pocos afiliados, unos 2.000, y a partir de ahí empecé a trabajar para que Ciudadants fuera Ciudadanos a nivel andaluz”, señala.

Montañero, nadador, surfero, deportista en general, Cassá siempre ha llevado a gala los valores enseñados en casa, “ser buena persona, honrado, leal, mirar siempre a los ojos y, por supuesto, el de la familia que es el valor más arraigado en mí”.

Eduardo Zorrilla, candidato Adelante Málaga

Eduardo Zorrilla junto a su hermana Inma, 14 meses menor. Eduardo Zorrilla junto a su hermana Inma, 14 meses menor.

Eduardo Zorrilla junto a su hermana Inma, 14 meses menor.

Su padre murió de cáncer cuando tenía 29 años y los dejó huérfanos, a él y a su hermana Inma, con tan solo 3. Era trabajador del Banco Atlántico y sus hijos recibieron becas de estudios. Así que Eduardo Zorrilla cursó la primaria en el colegio privado El Romeral, del Opus Dei.

Mientras su familia pasaba apuros económicos en Miraflores de los Ángeles –tuvieron que reunirse en el mismo piso con su abuela y sus tíos para compartir gastos–, en el colegio sus compañeros eran niños de las mejores zonas de la ciudad. “Me hablaban de la chacha y los becados no podíamos llevar dinero para excursiones o material escolar”, confiesa. “Cuando eres pequeño no tienes la misma conciencia de clases pero notaba que yo era distinto al resto”, apunta.

Aunque de pequeño repetía que quería ser médico, carpintero y futbolista, ya en la adolescencia supo que el Derecho y la política iban a ser su vida. Desde los 14 años estaba en contacto con las Juventudes Comunistas, a las que se afilió una mañana de sábado con otros tres amigos. “He sido muy lector desde chico y desde los 13 empecé a tener inquietudes políticas”, dice. A su madre no le contó que militaba hasta dos días antes de que publicasen que sería secretario provincial del PC.

“En mi casa eran votantes del Partido Comunista pero a mi madre le daba miedo que participase en política, cuando el PC se dio el batacazo, en el 82, decidimos afiliarnos para ayudar a levantarlo”, explica y recuerda el mitin de Gerardo Iglesias. Desde entonces, su vinculación ha sido continua.

José Enrique Lara, candidato de VOX

Lara, a la izquierda, junto a un amigo en el colegio El Romeral. Lara, a la izquierda, junto a un amigo en el colegio El Romeral.

Lara, a la izquierda, junto a un amigo en el colegio El Romeral.

Para el mayor de ocho hermanos y padre de siete hijos la familia es el gran fundamento de todo. “En las familias numerosas te enseñas a espabilarte, a saber cómo actuar, a encargarte de un hermano menor y no decir que cierto plato no te gusta porque te quedas sin comer”, dice José Enrique Lara y comenta lo “maravillosa” y divertida que fue una infancia tan multitudinaria.

Muy aficionado a todos los deportes, desde las artes marciales al esgrima y el tenis, Lara quería ser militar. Una hernia discal le obligó a abandonar antes incluso de presentarse a la academia de oficiales. “Quería ser oficial y no sé muy bien por qué, no había tradición en mi casa”, subraya y asegura que “la política nunca me había llamado la atención”. Cuando sus hijos mayores le dijeron que tenían que salir de España a buscar trabajo se dijo que “esto había que intentar cambiarlo porque si no vamos mal”.

En la juventud nunca imaginó que con la vida resuelta –es administrador de fincas– se iba a meter en una batalla totalmente distinta. Pero ahí está. La única vinculación con la política que vivió en casa fue cuando su padre se presentó a las municipales por Alianza Popular. Iba de número 7 pero no le gustó el ambiente y no volvió a repetir. Lara tenía 18 años.

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