La suerte está echada. Punto de no retorno. La campaña electoral bajó anoche el telón y todo está ya ultimado para celebrar mañana las novenas elecciones municipales en la historia democrática de la ciudad. Con una media histórica de participación del 57,5% y a la espera de que el fantasma de la abstención no haga acto de presencia, los principales partidos que concurren en esta convocatoria electoral se han esforzado durante los últimos quince días en arañar y atraer a sus siglas el voto de los indecisos y reiterar las llamadas a la movilización, dentro de una campaña atípica y descafeinada a la que la Feria del Caballo prácticamente le ha robado la primera de sus dos semanas y el movimiento del 15 de mayo la ha terminado de agitar en sus últimos días. El desarrollo de la campaña electoral para las municipales se ha mantenido en cauces lógicos y, si por algo ha destacado, ha sido por la limpieza a nivel general en la pugna por el voto de los diferentes adversarios políticos, con un tono muy comedido para el historial de bronca y ruido que, por desgracia, les precede.

Al margen de una sensación de crisis generalizada en las respectivas maquinarias para captar electores de las diferentes formaciones políticas -presupuestos de campaña, salvo el PP, muy discretos-, los cruces de declaraciones en relación con hipotéticos pactos de gobierno han sido una constante, hasta tal punto que si no se produce la mayoría absoluta de los populares que señalan las encuestas, parece harto complicado que puedan alcanzarse acuerdos de gobierno con los actuales protagonistas de la película política jerezana. Si la alcaldable del PP, María José García-Pelayo, y la candidata a la reelección del PSOE, Pilar Sánchez, han recalcado una y otra vez que jamás pactarán con el líder del Foro, Pedro Pacheco -aunque finalmente no ha habido firma ante notario-, éste se descolgó asegurando que tampoco estaba dispuesto a pactar con ninguna de las dos, lo que no quita que sí esté dispuesto a negociar con sus partidos. Peculiar ha sido también la postura del 'número 1' de Izquierda Unida, Joaquín del Valle, quien llegó a asegurar en días pasados que su formación "no pactará con los responsables de la ruina de Jerez". Los andalucistas, representados por Santiago Casal, han sido más cautos y, aunque las encuestas los sitúan fuera de la Corporación, mantienen que no se aliarán con nadie y únicamente estarían dispuestos a llegar a acuerdos puntuales.

De este modo, las opciones se reducen a que gobierne la fuerza más votada (la mayoría minoritaria) o a que alguna de las dos candidatas, llegado el caso y una vez hecho el escrutinio, renuncie para facilitar futuros pactos que garanticen la gobernabilidad del Ayuntamiento. Si los populares confían en las posibilidades de vuelco histórico que hasta hace poco vaticinaban las encuestas, los socialistas se aferran al voto oculto socialista entre los indecisos apelando a la remontada para seguir cuatro años más en el poder local. Bipartidismo aparte, Pacheco, Del Valle y Casal también tienen claro que tendrán cosas que decir en la jornada electoral de mañana. Precisamente, de la evolución en la contienda electoral del exalcalde dependerá mucho la configuración definitiva del arco político municipal. Si Pacheco baja en el recuento de ediles, como ponen de manifiesto los últimos sondeos, eso podría facilitar el triunfo aplastante del PP; si el antiguo líder andalucista sube, todo estará mucho más abierto. Aún más. Por no hablar de alguna que otra sorpresa -aunque no lo reflejan los sondeos- de opciones minoritarias como UPyD, IPJ o BUX.

Por lo demás, aparte de la refriega con vistas al escenario postelectoral, en general las propuestas de los principales partidos han sido un tanto monótonas. Mucho plan de austeridad en el Ayuntamiento, mucho trabajo para recuperar el centro histórico y, por encima de todas las cosas, la lucha encarnizada contra el paro, justo el único gran asunto en el que una Administración local no tiene apenas competencias más allá de facilitar la llegada de inversores. Ni golpes de efecto ni grandes titulares con proyectos faraónicos. La campaña cierra con llamadas al sentido común y la sensatez, a la necesidad de ajustarse el cinturón municipal y a seguir trabajando por los más desprotegidos de la sociedad: VPO en alquiler con opción a compra, contención en las revisiones fiscales, rehabilitación de barriadas populares... Casi todos los programas dicen en espíritu prácticamente lo mismo, pero ¿quién logrará la confianza del elector?