SI no hay nada que lo impida en forma de votos y todo apunta a que no lo habrá, el alcalde de Almería, Luis Rogelio Rodríguez será los próximos cuatro años senador del reino de España. Un viejo sueño, nunca disimulado y que ahora, por méritos propios, logrará el 20 de noviembre.

El actual alcalde fue uno de los más votados de España en las elecciones de marzo. Ha sido vidente cuando de adivinar el futuro se trata; hiberna cuando el tiempo empeora y ha esperado su momento con la paciencia de los grandes, con la serenidad de los filósofos y la picardía de aquellos llamados a nadar en todas las aguas y a sobrevivir en todos los frentes.

Lleva en política casi toda la vida y siempre en puestos de responsabilidad. No lo ha tenido fácil nunca, porque en este mundo a poco que te muevas no sales en la foto. Su peor momento lo vivió con la escisión del PP y la salida de Juan Enciso y Pepe Añez.  Pero aquellos tiempos están hoy tan lejanos que pocos son los que se acuerdan.

Claro está que mientras gane elecciones permanecerá en la cúspide y, como ahora, tiene la posibilidad de avanzar un paso más en política desde los escaños del hemiciclo de la Plaza de la Marina en el Madrid de los Austrias.

Con estos avales no es de extrañar que llegue a las listas del Senado con un curriculum insuperable para sus votantes y con cierta capacidad de seducción para aquellos que nunca le han votado. No ha cometido errores, no necesita campaña facilota y cercana como en las municipales y, por tanto, estará alejado de cualquier estridencia, sabedor de que el trabajo no se hace en quince días, sino que está hecho. Si a eso le sumas el tsunami conservador que viste de azul toda la geografía española, entenderán que Luis Rogelio compaginará en diciembre las labores de alcalde con las de senador en la villa y corte.

Aquí la era la deja guardada. Hace años, -en sus tiempos de presidente de la Diputación-, cocinó una buena hornada de jóvenes políticos, fieles hasta la muerte y capaces de darlo todo por "el jefe".

Desde esa posición, siempre con la humildad debida, el alcalde de Almería amplia curriculum, aleja fantasmas que todavía quedan por ahí y, a buen seguro que podrá disfrutar, algún miércoles o jueves que otro, de su equipo favorito, el Atlético de Madrid, en el estadio de la Ribera del Manzanares.