Elecciones

La ausencia de ZP

COMO decía ayer, la ausencia del presidente del Gobierno y secretario general del PSOE, José Luis Rodríguez Zapatero, en la campaña tiene, al menos, para un punto y aparte. Que los dirigentes socialistas poco zapateristas - Patxi López, Tomás Gómez o José María Barreda, por ejemplo-, sufridores en silencio durante más una década de sus ocurrencias, celebren su defunción política con una sonrisa se entiende. Pero que otros, amamantados y encumbrados por el leonés pese a una incapacidad manifiesta, vayan por ahí renegando de él, pues resulta, principalmente, indecente; son, digamos, comportamientos claramente iscariotescos, con permiso de San Pedro, que tiene el copyright de la deserción por antonomasia. Uno de los que estuvo tentado en desmarcarse antes que nadie de Rodríguez Zapatero fue el ministro de Fomento y vicesecretario general del PSOE, José Blanco, que, al principio del lío sucesorio, le preguntó a su espejito mágico si podía ser él. Y éste, de la escuela pragmática y de consultores independientes, le dijo la verdad: no. Pero su jefe lo devolvió al redil cuando lo nombró portavoz del Gobierno. Y ahí anda, hecho un campeón, reduciendo su agenda política para aparecer lo justo y ejerciendo de zapaterista hasta la última bocanada de poder.

Sin embargo, bien visto, haciendo las veces de abogado del diablo y aplicando un gran angular, no debería resultar muy difícil para los zapateristas salvar gran parte del legado de Rodríguez Zapatero. Más allá de que reconoció tarde la crisis y de los 5 millones de parados, en la actual coyuntura, se va a marchar con la mayoría de las reformas estructurales que le ha requerido la UE y tras adelantando las convocar elecciones anticipadas. Comparándolo con el primer ministro italiano, Silvio Berlusconi, que ni ha hecho ni lo uno ni lo otro y que se parece cada día más a Nerón desde Tarpeya con Roma y el resto de Italia ardiendo a sus pies, hay un mundo de berlinas de diferencia. Y dejará el poder víctima de una crisis que se ha llevado ya por delante a Brian Cowen en Irlanda, a Gordon Brown en el Reino Unido y a José Sócrates en Portugal; y amenaza la reelección de Sarkozy, Merkel y Obama. Y veremos a ver cómo evolucionan algunos de los beneficiarios, David Camerón, Pedro Passos Coelho o Mariano Rajoy (si se cumplen los pronósticos). Además está el punto y final de ETA. Después de ser acusado por la caverna, por ejemplo, de bajarle los pantalones al Estado de Derecho para que los terroristas lo sodomizaran (sic), merece, al menos, el reconocimiento de que esta lacra ha llegado a su fin bajo su mandato. Alguna responsabilidad tendrá también en lo bueno, ¿no?

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