Elecciones

El senador campechano

NO tenía claro si repetir esta segunda legislatura. Hace como un mes hablaba con el alcalde de Cuevas y decía que desde el PP aún no le habían comunicado si figuraba o no en la lista como senador del reino de España. La sensación que transmitía era de serenidad, escasa preocupación y muy centrado en el Ayuntamiento. Demasiados problemas como para obsesionarse con el Senado.

A los pocos días la dirección popular confirmaba la lista y, como cabía esperar, Caicedo era uno de los tres elegidos para que represente a Almería en la próxima legislatura.

Campechano, cercano, sensible a los problemas de los más débiles y sufriendo las dificultades derivadas de la crisis, Jesús Caicedo le pone buena cara al mal tiempo y trata de buscar soluciones para todos aquellos que no pasan por su mejor momento. Hecho asimismo, el primer edil de Cuevas ha logrado que toda la vida de su pueblo gire sobre él de una u otra forma: desde el Ayuntamiento o desde la alhóndiga que gestiona, con éxito, desde hace muchos años y que ya dirigía su padre hace muchos más.

Buen orador, rico en vivencias, es capaz de embelesar a aquellos que los escuchan. Una virtud con la que no todos contamos, que abre puertas, aleja enemigos y hace grupo. Como no lo ata nada al Partido Popular, aunque comparte sus planteamientos, siempre ha dicho lo que piensa. Una actitud que le ha generado amigos, algún que otro enemigo y, sobre todo, lo ha marcado como referente. No todos en un partido político tienen la oportunidad de decir lo que piensan y que lo tengan en cuenta.

Camina sobre el alambre con la misma facilidad de un equilibrista. No han podido, pese a que lo han intentado, acabar con su prestigio. Y el que lo ha intentado ha pinchado en hueso. Sus menos amigos no le perdonan sus reiterados éxitos electorales, que él ve elección tras elección como un pasó más hacia el fin de su carrera política, que luego prolonga.

Se pone el mundo por montera con la misma facilidad que trata de alejar de su pueblo el fantasma de Palomares (una pesadilla que los persigue desde 1966) o como es capaz de resucitarlo si con ello logra, de una vez por todas, la "pasta" que cree que merecen sus vecinos y la limpieza de la radiación que todavía existe en alguna zona.

Se mueve como pez en el agua en Cuevas o en Madrid. No duerme cuando uno de los suyos ha sido sepultado en el derrumbe de varias cuevas en El Realengo y tampoco lo hace si comparte una buena velada con amigos como Carlos Herrera o uno de los hermanos del expresidente del Gobierno, Adolfo Suárez.

Termino. Jesús Caicedo tiene alma almeriense y cartera murciana a la hora de cerrar un negocio o de divertirse. Una cosa, la otra o ambas ¡qué pijo importa! ¿Verdad Don Jesús?

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