Hannah Gold | Escritora

"Los niños pueden cambiar las cosas, aunque sea en su jardín"

Hannah Gold.

Hannah Gold. / M. G.

Hannah Gold creció en una familia donde los libros, los animales y la belleza de nuestro entorno estaban siempre presentes. Su pasión es escribir historias donde compartir su amor por nuestro planeta. Durante diez años fue profesora en distintos centros. Hannah, que llegó a correr la Maratón de Londres, vive ahora en el Reino Unido con su tortuga, su gato y su marido. El último oso (Duomo ediciones) su debut en la literatura infantil y juvenil, fue elegido libro de la semana por The Times y libro del mes por The Bookseller.

-El último oso es su debut literario. ¿Cómo surge esta idea?

-Siempre me han encantado los animales y siempre tuve mucha curiosidad sobre esa relación tan única que pueden llegar a desarrollar los niños en concreto con los animales; a menudo incluso sin palabras, pero se da algo muy especial. Cuando empecé a escribir sabía que quería incluir una amistad entre un niño y un animal en el corazón del libro, pero obviamente no iba a escribir sobre mi gato, así que pensando en un animal me vino la imagen del oso polar. Cuando investigué de dónde venían los osos polares descubrí la llamada isla del oso y que ya no pueden acceder a ella por el derretimiento de los casquetes polares. Ahí surgió la historia.

-Su proyecto inicial era escribir sobre la historia de una niña y un animal pero, ¿cómo termina abordando el cambio climático?

-En realidad nunca fue mi intención. Creo que si haces eso como autor infantil los niños se van a dar cuenta de que estás intentando enseñarles algo. Como no sabía mucho sobre cómo había afectado el cambio climático al oso polar empecé a investigar y pude ver hasta qué punto la pérdida de los casquetes polares y el derretimiento del hielo había afectado a sus habilidades de caza y a sus vidas. Era tan tremendo el tema que se convirtió en una misión imposible escribir sobre los osos polares sin hablar del cambio climático. Fue una necesidad que surgió.

-La novela anima a los niños a conocer más sobre los animales en peligro de extinción pero desde una perspectiva optimista.

-No sé mucho sobre la literatura infantil en España pero en Inglaterra muchos de los libros escritos para niños sobre cambio climático son distópicos, me resultan un poco pesimistas y dan la impresión de que es demasiado tarde. Y como yo tiendo a ser optimista, quería contar una historia que estuviera basada en el presente pero que pudiera proporcionar al niño la idea de que hay esperanza y darle un sentido de empoderamiento, de saber que pueden cambiar las cosas aunque sea en su jardín.

-También intenta desmontar estereotipos o falsos mitos sobre los animales. ¿Qué culpa tiene la ficción?

-La ficción y el cine muchas veces juegan con el estereotipo de que algunos animales son peligrosos o negativos, o que deberíamos tenerles miedo. La gente le tiene mucho miedo a los tiburones. No conozco las estadísticas pero los ataques de tiburones no son tan comunes como el miedo que les tenemos. Nosotros somos un depredador mucho más peligroso para ellos que al revés. Se trata de restablecer esa neutralidad en los animales y darles a los niños la idea de que los animales tienen sentimientos y es importante tratarles con más respeto.

-La historia también nos trae a la mente a la activista Greta Thunberg, con el mensaje de que una niña, incluso pequeña, puede producir un enorme impacto.

-Sí, ciertamente. Ella fue de hecho una de mis grandes inspiraciones, pero hay muchísimos activistas jóvenes en el mundo que no reciben tanta atención. Ella es una de los miles de niños valientes que están emergiendo, que van a las manifestaciones y defienden el planeta.

"La ficción y el cine juegan con el estereotipo del animal peligroso. Se trata de restablecer la neutralidad"

-Hablaba antes del empoderamiento a los niños, con el mensaje de que ninguna acción es demasiado pequeña.

-Yo hago muchas visitas virtuales a colegios y siempre incluyo el tipo de acción que pueden emprender los niños. Pueden ser desde cosas pequeñas, como utilizar un tipo de búsqueda en internet que por cada una se planta un árbol. Hay cosas muy pequeñas que podemos ir haciendo y se acumulan de manera que generan una diferencia. Por supuesto, el gran cambio tiene que pasar a nivel corporativo y gubernamental, pero cuanto más podamos trabajar en las bases y cambiar a la sociedad desde abajo, más podemos aspirar a hacer un cambio grande en el futuro.

-¿Hemos perdido la esperanza en general o el problema es que tendemos a pensar que nuestro granito de arena no cuenta?

-Las noticias dan mucho miedo, en concreto a los niños, y algunos piensan que sí, que los osos polares van a morir, sin darse cuenta del impacto verdadero de lo que están diciendo, pero yo no creo que sea demasiado tarde. Obviamente, en algún nivel científico sí que lo es, pero no para cambiar comportamientos ni para cultivar una actitud de respeto en un niño para que puedan crecer como personas que respeten más el medio ambiente y a los animales.

-Aunque su novela esté dirigida a un público más joven, ¿a qué político recomendaría leerla?

-A todos los políticos. Que escucharan o no es otro tema. El tema del cambio climático es vital para los políticos, pero es una conversación muy difícil porque tienen las manos tan atadas con las corporaciones petrolíferas y sé que es realmente complejo. No debería ser responsabilidad de los niños pero cuanto más veamos a niños que son ecológicamente conscientes, al menos esa generación podrá cambiar las cosas.

-¿Necesitamos los adultos recuperar la mirada de un niño?

-Sí. Cuando el libro estaba siendo revisado por los agentes, uno de ellos me dijo que no se podía llegar a creer la relación de la niña y el oso polar, que era poco realista. Un niño no va a cuestionar si esta situación es real o no. Tenemos que entrar en esa imaginación y en esa capacidad de maravillarse de los niños más allá de verlo todo de una manera tan realista, porque si no le quitas la magia. Y claramente, todos tendríamos que tener una mirada más parecida a la de los niños.=

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