Pablo Linde | Periodista

“Nuestras diferencias regionales serían sólo matices en América Latina”

El periodista Pablo Linde (Málaga, 1981).

El periodista Pablo Linde (Málaga, 1981). / Carlos Rosillo

Cuando El País, diario para el que sigue trabajando, le envió en 2017 a Latinoamérica durante dos años como corresponsal de la sección de desarrollo Planeta Futuro, Pablo Linde (Málaga, 1981) comenzó una odisea que le llevó a la República Dominicana, Colombia, Costa Rica, Paraguay, Bolivia, Perú, México, Argentina, Haití y Guatemala. Ahora, el periodista, que ejerció también en el Grupo Joly, recoge su experiencia en el libro Desde América. La mirada de un corresponsal asombrado (Kailas), con prólogo de Xosé Hermida y epílogo de Enric González.

-Su libro deja un poso un tanto amargo por la idea de que, por mucho que parezca la contrario, América Latina es un territorio lejano y desconocido. ¿Lo escribió con esta intención?

-No. Tenía claro que quería escribir un libro ameno sobre mi experiencia en aquellos países, y de hecho algunos lectores lo han encontrado amable, divertido incluso.Pero entiendo que tu apreciación tiene que ver con el hecho de que lo que encontré allí no tenía nada que ver con lo que había imaginado, con que la vida en Latinoamérica a menudo no se parecía en nada a la vida en España. Y es cierto que de alguna forma crees saber mucho sobre aquello pero una vez allí la realidad te pone en tu sitio. El subtítulo del libro, La mirada de un corresponsal asombrado, tiene que ver con esto.

-¿Qué fue lo más difícil de asimilar, en qué lugar se sintió más extraño?

-Yo destacaría, por una parte, un episodio concreto que fue mi llegada a Haití. Aquello me sobrepasó. No es que hubiera mucha pobreza, es que no dejaba de preguntarme por dónde podía empezar, cómo podía hacerlo para encontrar mi sitio allí. No tiene nada que ver con el resto de América Latina, es cierto que hay mucho trabajo de cooperación pero queda todo un mundo por hacer. Después, en términos generales, es difícil convivir en Latinoamérica con la desigualdad. Uno cree que ha visto todo sobre la desigualdad en España, pero cuando encuentras allí a una mayoría de profesionales ganando doscientos dólares al mes comprendes que en realidad no sabes nada.

-¿Y qué peculiaridades ofrece América Latina a un corresponsal?

-Ante todo, mi corresponsalía fue un tanto atípica porque viajé durante dos años por varios países haciendo reportajes. Digamos que aquello me parecía, de entrada, el trabajo perfecto. Pero una cuestión particular de aquella experiencia fue el idioma: he trabajado en otros sitios del mundo donde necesariamente tienes que ir con un traductor, y en Latinoamérica, claro, pensaba que iba a ser todo más fácil. Pero esta premisa es una trampa: hay áreas de varios países americanos, especialmente donde viven las comunidades indígenas, en las que la población habla el español justo para entenderse. Así que ahora sé que conviene ir preparado.

"Es difícil convivir en Latinoamérica con la desigualdad. No tiene nada que ver con lo que ves en España"

-En Desde América, de hecho, parecen convivir mundos casi contrapuestos dentro de las mismas fronteras nacionales.

-Sí, es que América Latina es así. Cada país es, por lo menos, dos países distintos: el que todo tiene en su cabeza, más o menos, y el de las comunidades indígenas, con idiomas, costumbres e incluso leyes distintas. Es extraño pensar que el barrio de Miraflores en Lima y las aldeas de los Andes forman parte del mismo país, pero eso lo ves en Perú, en Bolivia, en Colombia y en prácticamente cualquier sitio. En España, nuestras diferencias regionales no llegan a tanto pero constituyen un problema político cuando, comparado con aquello, son apenas matices.

-¿Cómo valora la actual acción política española dirigida a América Latina tras su experiencia?

-Esa acción se traduce sobre todo en cooperación, y he visto proyectos dignos de elogio y otros que, la verdad, no lo eran tanto. Incluso algunos completamente innecesarios. Digamos que no sirve de mucho organizar un congreso y llenar los hoteles con representantes de distintas organizaciones si esto no va acompañado de actuaciones concretas. España mantiene con Latinoamérica una relación evidente, pero el principal escollo es la existencia de gobiernos muy distintos, casi antagónicos, con los que resulta difícil unificar posturas.

-¿Lo tiene fácil EEUU para mantener su influencia?

-Sí. Podemos decir que es ahora cuando empezamos a saber hasta qué punto ha intervenido EEUU en la política latinoamericana, casi siempre para mal, pero esa influencia no es menor. Fíjate como se ha resuelto lo de Bolivia. Y en otros países como Chile y Brasil, la injerencia a nivel económico y político sigue siendo enorme.

-Pasó gran parte del tiempo en Colombia. ¿Hay motivos para la esperanza?

-Sí. Llegué justo después del referéndum que rechazó el proceso de paz y que Santos obvió, supongo que para bien. Ahora el Estado empieza a llegar al territorio de las FARC. Todo está por hacer allí. Ojalá salga bien.

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