Antonio Segura Carretero | Catedrático de Química Analítica

"Falta un puente entre empresa y ciencia"

"Falta un puente entre empresa y ciencia"

"Falta un puente entre empresa y ciencia" / álex cámara

Catedrático de la Universidad de Granada desde 2009, Antonio Segura (Gójar, 1969) es director científico del Centro Tecnológico de Investigación y Desarrollo el Alimento Funcional (Cidaf), fundación sin ánimo de lucro participada por empresas, instituciones y administraciones. Entre sus investigaciones, destaca el descubrimiento de un compuesto del cacao para el tratamiento de la condrodisplasia junto con el Institut National de la Santé et de la Recherche Médicale y la Universidad de París Descartes. El logro cuenta con patente europea.

-¿Qué es la biotecnología?

-Nos permite aprovechar compuestos bioactivos, que se encuentran en muchos alimentos o coproductos, que suelen ser residuos de la industria alimentaria, y dan un valor añadido muy alto. Esos compuestos pueden tener beneficios para la prevención y tratamiento de patologías, incluso crónicas, tan importantes como la obesidad, la diabetes, la tensión arterial...

"No podemos permitirnos más kilos de residuos que kilos de productos alimenticios"

-Hablando en llano, buscar en la basura para hacer nuevos productos.

-Se trata de aprovechar algo que desechas, que incluso te cuesta dinero desechar. Hemos hecho desde productos de alimentación animal hasta extractos de alto valor añadido para nutracéutica o cosmocéutica.

-Suena a un modelo tradicional, de aprovechar al máximo lo que había en el entorno...

-Se trata de una necesidad imperiosa. No podemos permitirnos más kilos de residuos que kilos de productos alimenticios. Dar una salida a esos residuos y poder hacer nuevos productos son las líneas en las que trabajamos, por la necesidad medioambiental y también se puede conseguir un negocio bastante productivo.

-¿Qué es un alimento funcional?

-Son los alimentos que contienen per se esos compuestos bioactivos. El aceite de oliva lo es. Pero el concepto que más conoce la población es el de alimento que se ha enriquecido en ciertos compuestos bioactivos que se ha demostrado a través de la Agencia Europea de Salud Alimentaria que tiene un beneficio para la salud.

-¿Estos conceptos han sido maltratados por la publicidad?

-Hoy día hay una gran desinformación, o colapso en la información. Grandes empresas pusieron eslóganes que luego se han tenido que retrotraer. Pero han vendido tanto que comercialmente ha sido muy rentable.

-Queda en la memoria del consumidor...

-Hoy día las pequeñas empresas que se dedican a esto intentan ensayos de intervención nutricional de sus principios activos y de sus compuestos bioactivos para demostrar que tienen un beneficio para la salud.

-Los científicos han tenido que ponerse al día para hablar con las empresas y facilitar la transferencia... ¿Cómo lo lleva?

-Creo que es vocacional. Científicos hay de muchos tipos. Hemos hecho investigación básica, pero vemos que se queda en un paper, en que lo lean 2.000 personas... y nos hemos dirigido a la transferencia. Es verdad que falta un puente entre la empresa y los científicos. Se está potenciando desde la Administración, pero el tejido empresarial tiene que confiar en que la innovación es fundamental a medio y largo plazo. No se puede vivir de las rentas ni de lo que se ha hecho bien.

-¿Y por parte de los científicos...?

-Intentar entender las necesidades de las empresas, que nos cuesta también. Por eso montamos el centro, dedicado a la transferencia, para trabajar en la alimentación y compuestos bioactivos relacionados con la salud para abordar distintos tipos de patologías, cáncer, obesidad, diabetes... Y ahí hemos desarrollado los puntos de encuentro con la empresa más interesantes. Ahora ha aparecido la bioeconomía, que nos parece fundamental.

-¿Quién debe llevar la voz cantante?

-Debe haber una buena comunicación. A veces en los grupos de investigación las ideas van con el ego del investigador. Por otro lado, la empresas son a veces demasiado prácticas. No se puede ser cortoplacista.

-Pensar a corto plazo va en contra de la dinámica de cualquier laboratorio...

-Los centros de investigación tienen un papel fundamental. Son capaces de resolver una demanda de una empresa en cuestión de días o semanas. Pero si eso lo encauzas en un proyecto ambicioso, es perfecto. Puedes proponer desarrollo de productos a medio y largo plazo.

-En el mundo aceite de oliva, ¿ya se han dado cuenta de esto o no?

-Hay algunas empresas que ya están en ello. El aceite de calidad es una garantía. Pero la competencia es brutal y hoy producen aceite un montón de países. Hay que innovar. Se pueden hacer productos funcionales muy interesantes.

-¿Dónde está Andalucía en esa competición?

-Algunas empresas sí lo han hecho, pero el sector va un poco más lento. Hacen su producto muy bueno, pero lo que es innovación... Les cuesta más.

-¿Dónde están las opciones de la región en el desarrollo de estos productos?

-Tenemos las mayores empresas de guacamole. También las plantas aromáticas. Son cultivos que necesitan menos agua, que mantienen biodiversidad, y ese tipo de plantas son fuente de compuestos bioactivos. Y el otro grande es la hoja de olivo. Se producen millones de toneladas y desde hace años se vende para empresas de cosmética. Y aquí no hay una industria que sea capaz de reconducirlo.

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