Trisha Craig

"Los alumnos de Harvard creen que las oportunidades ya no están en Europa"

  • La directora ejecutiva del Centro de Estudios Europeos de Harvard es conocedora de la realidad española, a la que ha dedicado algunos de sus trabajos de investigación.

-Ha venido a defender que la educación es una inversión de futuro. En España, las familias de clase media creen normal pagar unas vacaciones en el Caribe, pero se escandalizan al ver lo que cuestan los libros escolares.

-Yo vengo de una sociedad, la norteamericana, donde la educación es muy cara. Allí se considera un gasto particular, y las familias ahorran desde la infancia de sus hijos para la universidad. En Europa, sin embargo, la mentalidad es que la educación debe ser prácticamente gratis. Pero lo cierto es que aquí existe la sensación de que sus universidades no están a la altura internacional que les corresponde. En parte, esto se debe a la falta de inversión. Está claro que el Estado debe invertir, pero también se echa en falta la inversión privada y que las familias se impliquen más.

-Sin embargo, los últimos datos indican que la educación es el único gasto familiar que ha crecido en España desde el inicio de la crisis. ¿Nos estamos enmendando?

-Es lógico. En un informe reciente se demuestra que las tasas de desempleo de los universitarios del sur de Europa son similares a las tasas de desempleo de los universitarios del norte de  Europa. Sin embargo, comparativamente, el paro en los países sureños se dispara en las capas de población sin estudios superiores.

-Pero hay muchos universitarios en paro.

-Es verdad que un título no garantiza el empleo, pero también lo es que ayuda mucho a conseguirlo. En EEUU las familias gastan cada vez más en educación porque el coste de entrada en la clase media ha aumentado. Es decir, hoy en día es necesario un título universitario para desarrollar trabajos que antiguamente nunca lo habrían requerido.

-Los universitarios españoles no tienen ningún esprit de corps, no sienten ninguna vinculación con sus antiguas universidades.

-En este sentido, la mentalidad tiene que cambiar en muchos países europeos. La universidad genera un doble beneficio: para el individuo, que ve aumentar sus horizontes, y para la sociedad, que incrementa el número de sus ciudadanos con habilidades intelectuales. Esto quiere decir que debe haber un retorno de la inversión que la sociedad ha hecho en el individuo. En EEUU los antiguos alumnos siguen muy vinculados a sus universidades y son una fuente importante de financiación, algo impensable aquí en Europa hasta hace poco.

-¿Cómo ve el peso de la Iglesia Católica en los primeros escalones de la educación?

-Si las familias así lo han elegido me parece bien. Los padres quieren siempre lo mejor para la educación de sus hijos y tienen el derecho a elegir. Es algo que, muchas veces, tiene que ver con la identidad de un país, incluso de una familia. Esto, en España, no genera grandes diferencias, porque, hasta ahora, tanto estudiantes de colegios religiosos como públicos coinciden posteriormente en las universidades públicas.

-El sistema universitario español ha hecho un esfuerzo importante para adaptarse al Plan Bolonia. Sin embargo, la crisis puede hacer que todo esto no haya servido para nada y que se quede en papel mojado al no poderse financiar las mejoras en medios materiales, espacios y ratio que exige el plan.

-Lo bueno de Bolonia ha sido, junto a las becas Erasmus, el fomento de la movilidad europea. Pero creo, sinceramente, que algo esencial que no se está acometiendo es la reforma de las instituciones universitarias. Los estudios realizados demuestran que la cantidad de dinero que se invierte en educación es importante, pero también que igual o más importante es la gestión, la gobernanza de la universidad. Las universidades mal dirigidas tienden a derrochar el dinero.

-La universidad española tiene muchos problemas en ese sentido. Aquí se valoran menos los méritos que el peloteo al catedrático.

-Eso siempre ha sido un problema. No sólo en España, sino en cualquier sitio donde hay exceso de burocracia. Lo bueno de la crisis es que los gobiernos, ahora, van a poder realizar reformas que antes eran impensables. La crisis es una oportunidad para acabar con ciertas inercias negativas, para iniciar la reforma. Frente a Italia, España tiene la ventaja de que su gobierno fue ampliamente legitimado en las urnas para realizar los cambios.

-Como especialista en asuntos del Viejo Continente, ¿cree que ya ha pasado definitivamente el momento histórico de Europa?

-Muchos estudiantes de Harvard opinan que las oportunidades ya no están en Europa, sino en los países emergentes, especialmente en China. Sin embargo, el continente con el que los EEUU realizan más intercambios económicos es Europa. También hay razones estratégicas que hacen interesante a Europa, por ejemplo su cercanía a Oriente Medio. Sin embargo, cuando hablamos de Europa todavía hablamos de países, algo que no es bueno para sus aspiraciones. Hace falta mayor unión, y no sólo económica y fiscal, para que el continente siga teniendo peso en el mundo.

-¿Hay algún peligro de que el liderazgo alemán se convierta en un problema? Hablando claro: de que se convierta en dominación.

-No mientras haya países como Francia que moderen el poder alemán. Hay que tener también en cuenta que la imagen un tanto mandona de Angela Merkel responde, sobre todo, a su necesidad de hacer guiños a su electorado.

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