-Un crío en el taller pictórico de Isla Cristina. Allí empezó todo hace tres decenios.
-Fue un taller pionero en Andalucía. Lo impartían los pintores isleños Horacio Noguera, ya desaparecido, y Charo Olías. Lo recuerdo como un lugar muy divertido.
-¿Heredó algo de esos dos maestros?
-Artísticamente, nada. He continuado por una línea diferente. Son más clásicos que yo. Pero sí me ha quedado de ellos la pasión por el arte, por la pintura.
-Domina a la perfección una amplia gama de disciplinas, soportes y técnicas.
-Soy un gran investigador que ha evolucionado hacia el artista conceptual. Si tengo que pintar, pinto; si tengo que hacer vídeos, esculturas o una instalación, los hago.
-Ha sabido incorporar a su obra la tecnología digital a su alcance.
-La era digital ha hecho del artista algo muy diferente de lo que era hace 15 años. Se ha producido una brecha, como cuando se descubrieron pigmentos en el siglo XIX y nació el impresionismo.
-¿Hasta qué punto?
-Hasta el de alucinarnos, se apodera de nosotros hasta volvernos locos. Es una maravilla. Ahora utilizo mucho el vídeo, la fotografía... Me interesan la complejidad técnica y conceptual.
-¿Y sus referentes?
-Tengo tres fundamentales: la Historia del arte, especialmente de la pintura; el agua, con todo lo que eso conlleva desde que mi padre fue marinero hasta que murió ahogado hace cuatro años; y las migraciones.
-Su obsesión acuática le ha impulsado a volver y asentarse en tierras isleñas, a pesar de su distancia con los circuitos artísticos.
-En esta profesión hay que estar en continuo movimiento. Me gusta estar cerca del Atlántico. Viví en Sevilla unos años y me cansé. Las comunicaciones por internet son fluidas y te puedes permitir el lujo de vivir en una isla, nunca mejor dicho.
-Que no aislado.
-Me considero un artista de isla. No ya sólo de Isla Cristina, sino un isleño artísticamente hablando.
-Y lo plasma en su trabajo.
-Precisamente ahora estoy en un proyecto que se llama Island-Eye land, que se pronuncian igual. Me obsesiona ese puntito que es el artista rodeado del resto.
-¿La mejor hora para crear?
-La mañana. Por la tarde no soy muy creativo. Trato de levantarme a las 7:00, mi cerebro empieza a funcionar. Me tomo un café. Pinto o escribo algo. Luego me tomo un descanso maravilloso.
-¿En qué consiste?
-En irme a correr por la playa un rato. Es fundamental.
-¿Y luego?
-Por las tardes doy clases de pintura. Ahora Charo Olías es mi compañera.
-Recibió la beca de la Fundación Joan Miró por un trabajo que ideó a medias con su mujer, la artista Rocío López Zarandieta.
-A esa beca optan miles de proyectos. Era muy complicado. Un día que teníamos hambre ideamos El día que Arcimboldo me invitó a comer. Integraba proyecciones, una vídeo-instalación con frutas y verduras que se iban pudriendo... Nos la becaron y fue un exitazo.
-Un espacio en el que le gustaría exponer.
-Varios. El Museo de Arte Moderno de Nueva York (Moma), la Tate Modern de Londres o los Guggenheim. La producción puede ser magnífica y la obra llegaría a muchísima gente.
-¿Son inalcanzables?
-Un artista español lo tiene complicado. Tendrías que ser un trepa para poder llegar a ellos. Y yo no tengo ambición excesiva a la hora de moverme. Si llego al Moma, será por méritos propios.
-¿Qué asuntos tiene ahora entre manos?
-Estoy comisariando un ciclo de videoarte para la Diputación de Huelva que comienza el 14 de octubre,VA no =TV. Luego expondré en varios lugares.
-¿De qué vive un artista contemporáneo?
-De las obras que te pueda comprar algún coleccionista, de pequeñas obras que vendes en el estudio y de los premios, subvenciones o compras de instituciones.
-Entonces, la crisis le estará afectando.
-Muchísimo. Ha desaparecido el plan Iniciarte de la Junta de Andalucía, que era la esperanza de los artistas. Los certámenes se están muriendo. La Cultura es lo primero que se recorta.
-¿Cómo se sobrevive?
-Buscando algo remunerado, como dar clases. No puedes esperar a que te den un premio y las subvenciones son más de un 30% menores. Y pagan con retraso.
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