Cristina Consuegra | Gestora cultural

“La cultura necesita un plan estratégico, no ideas brillantes”

La gestora cultural Cristina Consuegra.

La gestora cultural Cristina Consuegra. / Eloy Muñoz

Escritora y articulista, Cristina Consuegra desarrolla numerosos proyectos culturales en el territorio andaluz, desde el ciclo Málaga de Festival (con propuestas musicales, literarias y escénicas en torno al cine que cada año preceden al Festival de Málaga) hasta los encuentros de músicos y escritores que acogen actualmente Las tardes del Foro organizadas por la Diputación de Huelva (Carlos Zanón y Josele Santiago protagonizarán la próxima cita el 6 de noviembre) pasando por otras iniciativas en torno al arte y la cultura en las provincias de Sevilla y Jaén.

-Empecemos por lo más difícil: ¿puede señalar alguna consecuencia positiva de esta crisis para el mundo de la cultura?

-Sí: el sector ha sido capaz de dar una respuesta coordinada y eficaz. Nos hemos movido mucho más rápido que en la crisis de 2008, que fue peor que la actual.

-¿Seguro?

-Sí, es una impresión general que compartimos gestores y programadores. La situación está siendo devastadora, pero sí es cierto que hemos logrado movilizarnos para que no se repita lo que hubo que afrontar en 2008. Entonces, llegamos a trabajar en muchas ocasiones con presupuesto cero porque había que inyectar dinero a los bancos. Ahora teníamos claro que no íbamos a pagar la factura de la crisis, más aún cuando el sector ha hecho una inversión enorme en protocolos sanitarios y en la delimitación de espacios seguros.

-¿Cree, entonces, que está ya todo dicho?

-De momento, esperamos que no se cierren los espacios culturales, cuya seguridad ha quedado bien demostrada. Tenemos el compromiso del ministro de Cultura traducido en un incremento de la partida al sector en los Presupuestos Generales del Estado.

-¿Con qué garantías cuenta el sector cultural más allá de las inversiones?

-Las mayores garantías se dan en entornos de proximidad. Justamente, es en los ámbitos municipales donde hemos podido dar una respuesta más rápida a la nueva crisis, porque ahí, en los municipios, se ha sacado muchas veces de donde no había para mantener la actividad cultural. En las ciudades se tiende a valorar la cultura como algo propio, como un bien merecedor de protección, no tanto con declaraciones institucionales sino con la consideración del trabajador como un contribuyente al que, como tal, hay que cuidar y defender.

"Se acabaron los grandes fastos: ha llegado la hora de pensar en pequeño, que es lo más difícil"

-¿De qué, o contra qué?

-De la precariedad. La situación de los trabajadores de la cultura es muy vulnerable, la protección es por lo general mucho menor que en el resto de sectores productivos. Salvo dos o tres nombres concretos, el resto del tejido sobrevive con presupuestos muy, muy ajustados. Es cierto que esto puede traducirse en ciertas fortalezas, pero también que en situaciones tan adversas como la que vivimos la posibilidad de encontrar recursos es muy limitada. Siempre digo que, dado lo mucho que la cultura ha cuidado históricamente de nosotros, algo que se ha podido ver de forma clara en el confinamiento, lo justo sería que la sociedad española empezara a cuidar ahora de la cultura. Y eso pasaría por dar a los trabajadores de este sector la misma protección que los de cualquier otro.

-¿Qué previsiones cabe barajar para 2021?

-Lo bueno es que 2021 no podrá ser un año peor para la cultura que 2020, salvo que venga otra pandemia u otra catástrofe similar. Soy optimista: contra quienes dicen que esto nos ha hecho peores, yo encuentro ejemplos a diario de todo lo contrario. Especialmente, como te decía antes, en entornos más cercanos, en pueblos y ciudades, donde hay mucha gente haciendo las cosas bien. Si amplías el objetivo todo parece un desastre, pero una mirada más precisa nos da más esperanza. Especialmente a la cultura.

-¿Confía en que ese protagonismo de la cercanía en el ámbito cultural perdure tras la crisis, o volverán los grandes fastos?

-Es que la época de los grandes fastos ya ha pasado. Es verdad que en la última década se ha abusado de un modelo de fuegos artificiales, con presupuestos muy inflados, sin que a día de hoy sepamos para qué ha servido ni qué beneficios ha dejado a la ciudadanía. Pero ya no nos sirve el copia y pega que no tiene en cuenta la identidad, la raíz ni el patrimonio cultural de cada lugar a la hora de proponer actividades. Para la cultura ha llegado la hora de pensar en pequeño, de afilar la mirada. Que es lo más difícil.

-¿El desprestigio de la cultura en España es un mito?

-El desprestigio existe, pero yo responsabilizo a la clase política, que se empeña en tratar a la cultura como al familiar incómodo al que no sabes dónde sentar en la cena de Navidad. La cultura no necesita ideas brillantes de políticos, sino un plan estratégico con el compromiso de todos los partidos para que dure más de una legislatura. Es lo menos que se puede hacer para estar a la altura de nuestra Historia.

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