Esther berrocoso. investigadora en psicofarmacología de la universidad de cádiz

"Hay que potenciar la marca España en investigación"

-¿Qué es el dolor crónico neuropático?

-Un dolor agudo suele ser de corta duración, fácil de identificar su origen y esencial para la vida. Por el contrario, el dolor crónico no tiene utilidad. Hay varios tipos de dolor crónico y uno de los más frecuentes es el neuropático. Está causado por una lesión del sistema somatosensorial.

-Hay una proporción significativa de población que lo sufre.

-La prevalencia es del 7-8%, pero aumenta hasta más del 50% en las unidades de dolor. El problema más relevante por el número de pacientes es el de los diabéticos, aunque puede ocurrir como efecto adverso al uso de fármacos para tratar el cáncer y está implicado en las lumbalgias. Es un tipo de dolor incapacitante.

-¿Y con qué se trata en la actualidad?

-Responde mal a los analgésicos habituales. Los fármacos más empleados son los que frenan la transmisión nerviosa anómala: antidepresivos y antiepilépticos.

-Ha participado en la investigación que ha finalizado con que la Universidad de Cádiz y la de Sevilla han patentado partículas derivadas del cannabis para combatir ese dolor.

-Desde hace años se conoce que los cannabinoides de origen natural tienen efecto analgésico, pero sus propiedades psicoactivas sobre el cerebro han limitado su uso terapéutico. Algunos derivados sintéticos, como el fármaco CB13, tienen su efecto a nivel periférico en el cerebro y representaba una oportunidad terapéutica sin los conocidos efectos psicoactivos del cannabis. Lo que pasa es que presenta diversos problemas que hacen que su administración oral no sea eficaz. En nuestro proyecto hemos logrado incluir este compuesto en nanopartículas poliméricas que hacen de transportador de este fármaco. Esto permite controlar durante un tiempo prolongado la actividad del fármaco, consiguiendo que una única dosis vía oral tenga un efecto de nueve días.

-La inclusión de un derivado de cannabis siempre despierta expectación.

-Nuestro proyecto se centra en un derivado sintético del cannabis con escasa penetrabilidad en el cerebro con el objetivo de evitar los efectos adversos.

-¿Deberíamos asimilar como algo normal las comunidades terapéuticas donde se consume marihuana para paliar el dolor?

-Es un tema candente. Teniendo en cuenta que no hay disponibles formulaciones farmacéuticas de derivados cannábicos hay que hacer una valoración del balance riesgo y beneficio. Habría que hacer esta valoración especial en pacientes con expectativas de vida larga, cuando otras aproximaciones terapéuticas hayan fracasado y evitando el mal uso de estos fármacos.

-Como investigadores, ¿han notado durante la crisis los recortes a la hora de realizar su trabajo?

-Por supuesto. La competencia es mayor por conseguir financiación. En el ámbito universitario se debería incentivar más que sus profesores hagan investigación y hacer una apuesta por la calidad en detrimento de la cantidad. Treinta artículos con un factor de impacto de 1 nunca llegarán a alcanzar tanta repercusión científica como un solo artículo publicado en Science o Nature, que tienen un factor de impacto 30. Cuando se logra publicar en revistas de alto nivel se consigue financiación para los proyectos científicos y generan riqueza tanto para la propia entidad a la que pertenece el investigador como en forma de contratación de personal, compra de material…

-¿Ha tenido tentación, como tantos otros, de investigar en el extranjero?

-He trabajado en centros de investigación extranjeros y creo que el talento español es tan bueno como el que más, pero debemos mejorar en la estabilización del personal investigador. Se ha invertido en formar a investigadores pero, en comparación, mucho menos en contratos posdoctorales. No parece un sistema muy eficiente porque no se recupera lo invertido y da lugar a la llamada fuga de cerebros. Esta estructura se sigue manteniendo, agravada por la falta de recursos. Habría que potenciar la marca España en la investigación. Cuando escuchamos que unos investigadores de Oxford han hecho tal cosa damos por hecho que es algo de relevancia. Y muchos de ellos son españoles.

-¿Qué opina del consumo ocioso de cannabis?

-Lo primero que deberían saber los jóvenes es que el cerebro no termina de madurar hasta los veintitantos años. En la adolescencia las neuronas están en proceso madurativo y son sensibles a las llamadas drogas de abuso. El daño que le hagamos a nuestro cerebro durante esos años dejará una huella imborrable para el futuro. Además, contrariamente a lo que se piensa, la marihuana no es inocua. El consumo de cannabis puede producir cuadros psicóticos y adicción. Existe una probada relación entre consumo de cannabis y la esquizofrenia. ¿Quiere decir que quienes consuman marihuana van a desarrollar esta enfermedad? No. Sin embargo, si una persona fuma cannabis y tiene una predisposición genética para la esquizofrenia tiene más probabilidad de desarrollar la enfermedad que otra que no la consume. Yo, particularmente, no me la jugaría.

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