JOSÉ ANTONIO MARINA. filósofo y pedagogo. 'el libro blanco del docente'

"Mi propuesta va más allá de distinguir entre buenos y malos docentes"

-Su propuesta de que se evalúe a los docentes, de que haya una distinción entre profesores buenos y malos y las consecuentes diferencias en el sueldo ha provocado toda clase de reacciones eclipsando el resto de ideas que propone en su libro. Con esto parece que lo que más importa en el sector de la educación es el tema económico y queda un lado todo lo demás…

-Para mí ha resultado muy desagradable que un punto tan pequeño de todos los que trato haya sobresalido de esta manera sobre el resto. La que yo hago es una propuesta muy amplia y muy meditada, que va más allá del sueldo de los docentes y de si son buenos o malos. Lo que tiene que importar es que hay que hacer atractiva la profesión, darle categoría. Lo importante es progresar dentro de la profesión y que se consiga ese esfuerzo por parte de los que integran el sector, que uno no se estanque nada más llegar.

-¿Y otra forma de recompensar y reconocer?

-Quien se esfuerce más tendrá unos incentivos, pero eso tampoco es nada nuevo, está recogido en la ley del funcionariado. Lo que no se puede permitir es que por ejemplo los sindicatos digan que todos los docentes son buenos. Eso es como si se dice que todos los médicos son buenos y no es así. Los hay mejores y peores y es una parte más de la realidad que hay que asumir.

-Asegura que en cinco años la escuela española se puede convertir en una institución de alta calidad. Es poco tiempo si se tienen en cuenta los años que la educación lleva estancada en nuestro país.

-En el libro Despertad al Diplodocus parto de que la escuela española es muy potente pero está bastante dormida. Lo que hay que hacer es despertarla y eso conlleva su tiempo porque es una combinación de múltiples factores. Un profesor puede cambiar su clase en 24 horas. Pero cambiar un sistema entero, si se ponen en contra sindicatos, partidos políticos… Es complicado. Lo de los cinco años está basado en las estadísticas que demuestran que en otros países se ha conseguido en un plazo de entre tres y seis años. A los 5 años hay que cumplir objetivos como subir al puesto 35 en el informe PISA o reducir el abandono escolar.

-Entre los indicadores internacionales destaca el informe PISA, en el que España siempre resulta mal posicionada ¿realmente son fiables, tan mala es la situación?

-El informe PISA no es la Biblia pero es un indicador que nos permite ver por donde van las cosas y hay que tener muy en cuenta este tipo de estudios. Se ha celebrado la Cumbre Mundial de Educación de Qatar y la conclusión que se ha sacado es que el principal problema es la formación del profesorado y estas citas internacionales sí que hay que tenerlas muy en cuenta.

-En su libro habla de cinco motores del cambio: La escuela, la familia, la ciudad, la empresa y el estado ¿Es alguno más culpable que otro?

-Siempre me baso en la frase "no vamos a buscar culpables porque nos estancamos", así que no considero que uno sea más culpable que otro. Al final es una cadena en la que todos tienen algo que ver. El primer problema es la financiación del Estado, pero la escuela no se mejora con leyes en el BOE. En la escuela los docentes tienen mucho que mejorar. Que los padres y las ciudades se interesen por la educación también es fundamental. Y si encima las empresas ayudan a facilitar las cosas en las escuelas, por ejemplo con la formación dual, sería lo ideal. Una de las medidas que yo propongo es que se tenga en cuenta la importancia educativa que podrían tener los municipios en las escuelas. Es una forma diferente de entender la educación ya que cuidan a "sus" críos, a "sus" padres, y todo es más cercano. Desde el proyecto de la Universidad de Padres que puse en marcha hicimos una actividad en Alcalá de Guadaíra muy significativa. Se hizo un programa de fomento de la lectura en la que el municipio jugó un papel fundamental y fue una experiencia gratificante.

-¿Haría usted un cambio radical en las asignaturas? -Yo simplificaría los planes de estudio, son demasiado largos, demasiado densos. La preocupación de los docentes es el dar el programa entero y se olvidan de las tareas cognitivas. No es una asignatura de preguntas pero es fundamental. Hay habilidades que si no tienes desde pequeño después es muy difícil adquirirlas. Yo apuesto por los currículos integrados, que se puedan dar en varias asignaturas al mismo tiempo ciertas habilidades. Si un niño se tiene que aprender la tercera lección que lo haga jugando, de forma amena, que los alumnos trabajen en grupo. No hay que olvidar ese tipo de técnicas didácticas.

-¿Qué le parece que el Ministerio de Educación haya recurrido a usted, alguien externo a la política, para que marque la hoja de ruta del sistema educativo?

-Me parece una idea sensata porque dentro de un organismo que es el que tiene que poner en práctica las conclusiones, se busca una asesoría externa y eso me parece acertado. Es bueno que no se obcequen en lo de dentro. El ministro me llamó y me dijo, "¿te gustaría encargarte de esto?" y yo le dije que sí, que a finales de noviembre lo tendría. De hecho no sabe lo que estoy haciendo, me ha dado total libertad, solo lo que estos días ha salido en los medios. Además quiero hacer un llamamiento a todo el que quiera colaborar, porque estoy pidiendo ayuda a través del correo libroblanco@joseantoniomarina.net Ahí leo todas las propuestas que me mandan y las contesto. Recibo muchos mensajes, casi todos de docentes, otros de consejeros de educación, inspectores, colectivos…

-¿Estamos preocupados por la educación?

-La educación no interesa a la gente. Esto es como lo de Santa Bárbara, que solo nos acordamos cuando truena. Si consiguiéramos que la educación estuviera en lo alto del CIS seguro que veríamos cómo los políticos corrían a solucionarlo. Nos faltan expertos en educación.

-¿Teme que si hay un cambio de Gobierno se olviden de lo que usted está preparando?

-Espero que gobierne quien gobierne se tenga en cuenta mi trabajo.

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