El presidente del PP, Pablo Casado, cumplió ayer dos años de liderazgo, un tiempo en el que ha buscado consolidar su alternativa de Gobierno y deshacerse de la etiqueta de "falta de moderación" que le atribuyen algunos.

Han sido dos años de luces y sombras para el líder de la oposición, que ha reforzado sus aspiraciones a la Moncloa con el contundente triunfo de Alberto Núñez Feijóo en Galicia, pero que ha tenido que afrontar la falta de resultados de su apuesta de aliarse con Ciudadanos en el País Vasco.

El PP sigue dividido en dos bandos y acumula luces y sombras en los resultados electoralesCasado derrotó a Soraya Sáenz de Santamaría en las primarias de 2018

El partido ve la cuarta mayoría absoluta de Feijóo como un espaldarazo a Casado y a sus opciones de Gobierno, aunque hay voces internas que consideran al dirigente gallego como una potencial amenaza para el líder popular y no descartan que pueda convertirse en un futuro en su contrincante en Madrid.

Ambos coincidieron la semana pasada en la reunión del Comité Ejecutivo nacional, en la que Casado hizo suya la victoria del PP gallego y reivindicó la moderación del partido, porque "siempre hemos estado en ella".

Desde Génova, hacen un balance muy positivo de estos años con Casado al frente. Aseguran que ha sido un tiempo en el que el partido se ha convertido en alternativa responsable y firme al radicalismo del tándem Sánchez-Iglesias y que así lo reflejan las encuestas.

El mismo Casado afirmó ayer que el PP ya es "una alternativa ganadora" y que cada vez son más los millones de españoles que lo ven como "la única alternativa" al Ejecutivo.

En declaraciones a RNE recogidas por Efe, el dirigente popular defendió un partido de "puerta grande" en el que caben todos, incluidos los socialistas descontentos, así como los españoles que consideran que el actual Gobierno no gestionó bien la crisis del coronavirus. Precisamente, la postura de Casado con respecto al decreto de alarma durante la pandemia también ha sido cuestionada y ha provocado cierto debate interno.

El líder popular pasó de decirle al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, que no estaba solo al inicio de la crisis a desmarcarse y votar en contra de la alarma al final. Eso provocó que Ciudadanos le ganara terreno y protagonismo por sus acuerdos con el Gobierno y que algunos le hayan reprochado quedarse del lado de la ultraderecha, pese a sus continuos intentos de desmarcarse.

El vicesecretario de Comunicación del PP, Pablo Montesinos, recordó ayer sin embargo que su partido ha tendido la mano al PSOE en materia sanitaria y le ha ofrecido pactos al Gobierno, "pero Sánchez no ha querido".

Reconoció Montesinos, por otra parte, que el acuerdo alcanzado en Bruselas para el fondo europeo de reconstrucción es un "buen acuerdo", término que también empleó Casado en la presentación de la segunda jornada del foro Activemos España con Europa.

Al margen de la pandemia, desde el PP aseguran que, con Casado como presidente, se ha ampliado el poder territorial en comunidades autónomas y municipios, lo que representa un primer paso para gobernar. Y es cierto que, por primera vez en 36 años, el PP gobierna en Andalucía y también ha recuperado el Ayuntamiento de Madrid, aunque en ambos casos gobierna en coalición con Cs y con el apoyo de Vox.

Lo que no ha logrado aún el líder popular ha sido fusionar al partido, dividido en dos corrientes: una más radical, en la que se incluye la portavoz parlamentaria, Cayetana Álvarez de Toledo, y otra más moderada, como la que representa el presidente gallego.

El partido argumenta que "todos los perfiles suman" y hasta Casado defendió, en su primer discurso como presidente del PP, una "integración real" y "al máximo nivel", y prometió un nuevo partido "más fuerte y unido".

Fue el 21 de julio de 2018 cuando el entonces responsable de Comunicación del PP, con sólo 37 años de edad y sin barba aún, se convirtió en el presidente del partido tras derrotar a la otra aspirante, Soraya Sáenz de Santamaría, la ex vicepresidenta del Gobierno y mano derecha de su antecesor, Mariano Rajoy.

Desde entonces, Casado ha tenido que enfrentarse en las elecciones de abril de 2019 al peor resultado desde que el PP se refundó en 1990, a recuperar terreno en los comicios de noviembre de ese mismo año, a la fragmentación del voto de la derecha y hasta a las dudas sobre su currículum y el cuestionado máster que hizo, algo que el partido dio por zanjado cuando el Tribunal Supremo rechazó investigar el caso.