Elecciones Cataluña

Cataluña cierra una bronca campaña que augura una legislatura más inestable

  • La fragmentación que puede vivirse en el Parlament a partir de este domingo y los vetos cruzados para pactos poselectorales hacen temer incluso una hipotética repetición de los comicios en julio

  • El voto por correo ha alcanzado cifras jamás vistas y se teme que la participación presencial bata récords negativos

  • El PSC lleva ante la Fiscalía la difusión de una falsa PCR positiva de Illa

Pere Aragonès (derecha), Raül Romeva (centro) y la eurodiputada Diana Riba en un acto de ERC.

Pere Aragonès (derecha), Raül Romeva (centro) y la eurodiputada Diana Riba en un acto de ERC. / Alejandro García, EFE

Cataluña cierra este viernes la campaña del 14-F, tras quince días de bronco intercambio de golpes entre los nueve principales candidatos a la presidencia de la Generalitat, que auguran una legislatura aún más tensa e inestable y sin mayorías sólidas, según apuntan todas las encuestas.

De hecho, la fragmentación que puede vivirse en el Parlament a partir de este domingo -hay posibilidades de que lleguen a formarse hasta nueve grupos en un hemiciclo con 135 escaños, todo un récord en Cataluña- y los vetos cruzados para pactos poselectorales hacen temer incluso una hipotética repetición de los comicios en julio.

Mal pronóstico para Ciudadanos

Si en las elecciones de 2017, convocadas con la autonomía catalana intervenida con el artículo 155 de la Constitución tras la declaración unilateral de independencia, Ciudadanos se convirtió en primera fuerza en el Parlament, esta vez los sondeos vaticinan un batacazo de la lista que lidera Carlos Carrizosa.

Cs, en cuya campaña se ha implicado a fondo su presidenta, Inés Arrimadas, que junto a Carrizosa han insistido en alertar de que los socialistas planean un nuevo "tripartito" con los comunes y ERC, podría perder más de la mitad de sus actuales 36 diputados y convertirse en cuarta fuerza.

Efecto Illa

El golpe de efecto previo a la campaña lo dio el PSC, al relevar por sorpresa a Miquel Iceta como cabeza de cartel y situar al que ha sido ministro de Sanidad desde el inicio de la pandemia, Salvador Illa, un cambio que tuvo un efecto inmediato en las encuestas, que le otorgan posibilidades de victoria, aunque podría ser insuficiente si el independentismo suma de nuevo mayoría absoluta.

En el tramo final de la campaña, Illa, que este viernes vuelve a verse arropado por sexta vez en dos semanas por el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, ha estado en el foco de atención, por las insinuaciones de otros candidatos sobre si se ha vacunado en secreto -una "calumnia", ha denunciado el candidato del PSC- y sobre todo por el compromiso por escrito firmado por los partidos independentistas para no pactar con los socialistas.

Pugna independentista

El inédito veto de JxCat, ERC, el PDeCAT y la CUP a cualquier pacto de gobierno con Illa, impulsado por una entidad minúscula, Catalans per la Independència, puede leerse en clave interna de la batalla por la hegemonía independentista.

Laura Borràs y el ex presidente Carles Puigdemont, con perfil bajo, para cederle el protagonismo a la presidenciable de JxCat, plantean el 14F como un plebiscito entre su estrategia, favorable a la "confrontación" con el Estado y a la vía unilateral, y la de ERC, ahora más pragmática, a la que acusan de tener la tentación de reeditar un tripartito de izquierdas con el PSC y los comunes.

Borràs se ha beneficiado del aval público de la ANC a su programa, aunque su campaña tropezó nada más empezar con las referencias de la CUP y ERC al caso de presunta corrupción por el que está siendo investigada por el Tribunal Supremo.

Durante buena parte de la campaña, Pere Aragonès ha tenido que desmentir que su intención sea pactar con el PSC, hasta el punto de verse arrastrado a firmar por escrito su veto a Illa.

La salida de prisión con el tercer grado penitenciario de Oriol Junqueras y Carme Forcadell ha revitalizado la campaña de Aragonès, que había visto cómo su ventaja inicial en los sondeos se reducía, hasta verse superado en algunos casos por el PSC o JxCat.

Árbitros de mayorías

Jéssica Albiach, candidata de En Comú Podem, aspira a decantar el próximo Govern hacia la izquierda, convenciendo a ERC y el PSC para que levanten sus vetos cruzados; en su campaña, ha pedido a Aragonès que descarte como socio a JxCat, tras sus constantes desencuentros.

La CUP, tras fichar como cabeza de lista a la ex alcaldesa de Badalona (Barcelona) Dolors Sabater, puede ser árbitro de un nuevo Govern independentista, aunque ya ha advertido de que para apoyar la investidura de Aragonès o Borràs exigirá un compromiso tangible para avanzar hacia la independencia.

También el PDeCAT desea ser árbitro de un Govern soberanista, pero para moderar la hoja de ruta, y para ello la ex consejera Àngels Chacón -y de manera más discreta Artur Mas- ha elevado el tono, para conseguir representación y, con suerte, grupo propio.

El PPC, frente a Vox

Alejandro Fernández, arropado por Pablo Casado, Isabel Díaz Ayuso y otras caras visibles del PP, ha buscado con sus dotes de orador recuperar apoyos que en 2017 concentró Cs y ha tratado de taponar fugas hacia Vox, al que tacha de "populista".

Ignacio Garriga, acompañado a diario por Santiago Abascal y otros dirigentes de Vox, algunos de cuyos actos se han visto violentados por el lanzamiento de objetos por parte de manifestantes contrarios a la formación de extrema derecha, confía en irrumpir con grupo propio en el Parlament, con un discurso inflamado contra la "mafia separatista" y una izquierda que ve sometida al independentismo.

La bronca vivida en los debates de candidatos en esta campaña, especialmente los de TV3 y La Sexta, con Vox a menudo como centro de atención, hace prever una legislatura de alta tensión.

La incógnita de la participación

Después de que el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña tumbara su decreto de aplazamiento, el Govern dio un giro en su discurso y asegura que ir a votar el 14-F será completamente "seguro" por todas las medidas adoptadas frente al coronavirus y prevé que todas las mesas electorales se puedan constituir, pese al aluvión de peticiones de renuncia -más de 30.000- de miembros designados.

Aun así, el voto por correo ha alcanzado cifras jamás vistas -ha crecido un 350 %, con un total de 284.706 solicitudes- y se teme que la participación presencial bata récords negativos, tras haber tocado techo con un 79% en 2017.

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