España

Editorial: Siguen en el juego de la etiqueta

EL recorrido de la negociación a tres bandas como último intento de formar un Gobierno que excluya al partido que ganó las elecciones -el PP- no ha durado ni 24 horas. Antes de que pasase un día desde que lograron sentarse las delegaciones de PSOE, Ciudadanos y Podemos y sus confluencias, la tentativa ya no tiene futuro. Las partes se culpan mutuamente del fracaso: el PSOE y C's a Podemos; y los de Pablo Iglesias a los de Albert Rivera por "secuestrar" a los socialistas. El anuncio de Iglesias de que consultarán a las bases de Podemos, del 14 al 16 próximo, si quieren que el partido morado respalde el pacto PSOE-C's y si apoyan un Gobierno progresista de PSOE, Podemos y sus marcas territoriales junto al PNV, ha precipitado la dinamitación, al considerar por ello el PSOE roto el proceso. El frustrante resultado era esperable y esperado, pues suponía un pacto transversal prácticamente imposible y sólo explicable por la permanente huida hacia adelante del líder socialista, Pedro Sánchez, en su empeño de ser investido presidente. En realidad, los partidos políticos -todos- llevan tres meses y medio en el juego de la etiqueta, una suerte de juego de la silla a la inversa, en el que pierde quien se quede el último reseñado como el que ha bloqueado la formación del Gobierno y provoca la repetición de elecciones a Cortes Generales. Todo parte de una lectura errónea de los resultados en las urnas del pasado 20 de diciembre, singularmente de quien se ha convertido en el actor principal de este proceso, Pedro Sánchez. Con los límites que le puso el Comité Federal del PSOE, no tenía -ni tiene- oportunidad real de ser investido. Porque el máximo órgano entre congresos de los socialistas le prohibió taxativamente tanto una gran coalición como un pacto que supusiese poner en riesgo la unidad de España. Esto es: ni con PP ni con Podemos si éste no renunciaba a defender ese eufemismo del derecho a decidir, que no es otra cosa que permitir consultas de autodeterminación en Cataluña, el País Vasco, Galicia o cualquier otra comunidad autónoma que lo solicitase. Ciento cinco días después, todo sigue como al principio. El único pacto que puede garantizar una gobernanza estable sin vulnerar los principios constitucionales es una gran coalición entre PP y PSOE, a la que se podría sumar C's. El camino imposible tomado por Sánchez nos tiene sumidos en este bloqueo, al negarse a hablar con el partido ganador, que no puede articular ninguna mayoría sin su consentimiento. También el PP tiene su cuota de responsabilidad, porque no ha tenido una iniciativa real de conformar la gran coalición, pactando al menos con C's. Y ahí siguen todos, en el juego de la etiqueta que nos lleva indefectiblemente a votar el 26-J.

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