España

Listas, el caballo de batalla

  • Los nombres del 20-D. Los partidos compiten en "fichajes" para presentar a los electores candidatos que combinen el relumbrón y el gancho mediático con la experiencia política

NADIE en el PP presume de que las listas electorales se decidan con metodología absolutamente democrática y teniendo en cuenta lo que quieren los militantes. Nadie, porque saben que las decisiones importantes se toman en las alturas. Pero en los restantes partidos sí se ponen medallas presumiendo de democracia interna, primarias y participación de la militancia. Sin embargo, de los cuatro partidos que hoy encabezan las encuestas, sólo uno de ellos, Ciudadanos, ha designado a sus candidatos de una forma clara, transparente, y en función de lo que les parecía mejor a los militantes.

En julio, Ciudadanos abrió un proceso de primarias para que se eligieran a los candidatos. En una veintena de provincias ni siquiera hubo que elegir porque sólo se presentó una candidatura; en algunas de las restantes fue importante que el propio Albert Rivera fuera el valedor de quien se presentaba, pero se dio oportunidad a los miembros del partido a pronunciarse. Es lo que permitió a Toni Cantó -procedente de UPyD- convertirse en número 2 de la lista de Valencia sin que se pueda atender a las voces de protesta: fue una decisión de quienes quisieron participar en el proceso de elección.

No puede decirse lo mismo respecto al PSOE. Pedro Sánchez, que abomina de las decisiones digitales, sin embargo señaló con su dedo todopoderoso a la ex comandante Zaida Cantero y, días después, a la ex diputada de UPyD Irene Lozano, látigo parlamentario del PSOE durante toda la legislatura. La conmoción fue total, entre otras razones porque las perspectivas electorales son preocupantes, auguran una bajada significativa de diputados y algunas de las personas con trayectoria relevante en el partido no tienen garantizado un puesto seguro en las listas. Ni siquiera un puesto. Sánchez entiende la renovación como relevo de caras sin tener en cuenta si las que se incorporan son más válidas que aquellas de las que se prescinde. Lo que también ha provocado incomodidades que no se han trasladado a la dirección.

El fichaje del general Julio Rodríguez por parte de Podemos ha vuelto a abrir la caja de las quejas por el fichaje de Zaida Cantero a un puesto relevante de la lista madrileña. Una comandante sin más currículum que haber sido víctima de acoso por un superior, frente a un general que durante cuatro años ha sido Jefe del Estado Mayor de la Defensa en un gobierno del PSOE y que, con toda seguridad, se habría incorporado a las listas del partido si se lo hubieran propuesto.

Tampoco en Podemos ha funcionado especialmente bien el procedimiento participativo. Los candidatos se han elegido a través de primarias en las elecciones europeas, andaluzas, municipales y autonómicas, pero el dedo de Pablo Iglesias también ha sido determinante. Ha sido él quien dio luz verde al teniente general Rodríguez y el que también se apuntó los "fichajes" de dos importantes personajes de la judicatura, el ex juez y hoy abogado José Manuel Gómez Benítez, ex vocal del Consejo General del Poder Judicial, y la juez Victoria Rosell, que será número uno de la lista de Las Palmas.

Curiosamente los dos formaban parte de los profesionales a los que se consideraba muy cercanos al PSOE. Rosell ha sido miembro destacado de Jueces para la Democracia y Gómez Benítez, además de abogado de Felipe González, junto a Jesús Eguiguren y Javier Moscoso formó parte de la delegación que Rodríguez Zapatero envió a negociar con ETA. Para desconcierto del PSOE, tras el anuncio de que el general Rodríguez será número dos de la lista de Zaragoza, Pablo Iglesias anunció que Podemos tiene preparada alguna otra "sorpresa" antes de que finalice el plazo para presentar oficialmente las listas al futuro Congreso de los Diputados. El desconcierto será mayor si, como temen los desconcertados, la sorpresa tiene que ver con personalidades cercanas al PSOE.

Desveladas en su totalidad o en gran parte las listas del PSOE, Ciudadanos y Podemos, el foco está puesto ahora en el PP y en Mariano Rajoy.

Nadie en el partido que gobierna desmiente que es el presidente quien decide las cabezas de lista de las distintas provincias y, en algunos casos, incluso impone el resto. Desde luego elabora la de Madrid, que él encabeza y que tendrá a Soraya Sáenz de Santamaría en el número 2. A la espera de que se desvele el secreto, todo apunta a que Cospedal encabezará Toledo. En la próxima legislatura tendrá más presencia nacional, con escaño en Madrid y con atribuciones parlamentarias relevantes.

Rajoy cuenta con responsables regionales a los que escuchará con atención, pero a él le cabe la decisión última y lo saben todos y cada uno de esos responsables regionales. Que no influyen todos por igual, es evidente. Feijóo, Juan Vicente Herrera o Cospedal tendrán más capacidad de decisión que otros en lo relacionado con las listas de Galicia, Castilla y León o Castilla-La Mancha. Y en el País Vasco será importante lo que digan Alfonso Alonso y Javier Maroto, que se encuentran con el inconveniente de que los dos son de Álava y en la situación actual los sondeos pronostican que el PP sólo tendrá un escaño por esa provincia. Aunque se encontrará acomodo a los dos para que tengan sitio en la bancada del Congreso la próxima legislatura.

Es un hecho aceptado que el PP perderá un número importante de los 185 diputados actuales, y además la mayoría de los ministros quieren también estrenar escaño. Sólo Guindos ha advertido que no optará a estar en el Congreso, pero sí querrían ser diputados Isabel Tejerina, Íñigo Méndez de Vigo y Rafael Catalán.

La idea de Rajoy es que en cabeza de cada provincia debe estar la persona que tenga más gancho en ese territorio, la que atraiga el mayor número de votos, sin tener en cuenta su edad. En este momento en el que hay que sumar porque se debe hacer frente a un reto independentista, lo que importa es contar con un grupo parlamentario sólido que plante cara al secesionismo sin fisuras y con firmeza, porque no se está seguro de que esa robustez la mantengan en todos los términos los partidos constitucionalistas, que podrían verse tentados a negociar algunos aspectos de lo que el PP -o Rajoy- considera innegociable. Por tanto, lo que Rajoy va a tener en cuenta a la hora de decidir las listas -decisiones que en algunos casos ya tiene tomadas, pero que analizará en profundidad este fin de semana- es que se debe contar con quienes los votantes consideren que mejor representan lo que ellos quieren. Y si quieren un veterano pues será cabeza de lista un veterano, como lo será una cara nueva y joven si se trata de alguien que ha surgido con fuerza y que ha caído bien entre la militancia.

Que Rajoy quiere sumar lo demuestra que dio instrucciones a los suyos para que llegaran a acuerdos con tres partidos afines con los que sin embargo existía situación de divorcio: UPN, PAR y Foro Asturias. Y se han logrado esos acuerdos, lo que puede significar media docena más de escaños para el PP y sus socios.

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