Tribuna de opinión

El porqué de Pablo Casado

  • El ex ministro apuesta por la "renovación tranquila" que representa el diputado por Ávila

El porqué de Pablo Casado

El porqué de Pablo Casado

No es ningún misterio que cuando el presidente Mariano Rajoy nos convocó a todos los afiliados del PP a decidir el futuro de nuestro partido, yo opté desde el principio por la candidatura que presentó María Dolores de Cospedal. Y lo hice por múltiples y variadas razones que expresé durante la primera parte de este proceso y que pueden resumirse en que me parecía la mejor opción de todas no sólo para liderarnos, sino también para volver a gobernar. Renegar del pasado es un ejercicio inútil. Hacerlo además cuando éste está tan reciente es un absurdo.

Por eso, una vez que los afiliados decidieron que siguieran adelante las candidaturas de Soraya Sáenz de Santamaría y de Pablo Casado, lo que tocaba era volver a reflexionar sobre cuál de ellas representaba mejor aquellos valores que siempre he tenido tan claro que personifica María Dolores de Cospedal. Y lo hice movido por los mismos principios que me hicieron apoyar aquella primera opción: mi preocupación por el futuro del PP y mi deseo de buscar siempre lo mejor para él.

Y creo sinceramente que eso está garantizado con Pablo Casado. Pero esta decisión tiene unos porqués, unas razones que sustentan mi creencia firme en que Pablo Casado es el presente y el futuro del Partido Popular. Lo es porque entiende y aprecia nuestra historia, porque defiende nuestros principios y valores, porque se ha fajado por las siglas del partido en circunstancias a menudo complicadas, porque en su proyecto cabe todo el mundo y no sobra nadie y porque representa la renovación, no ya por una cuestión generacional, porque la edad ni otorga ni quita nada, sino porque transmite y genera ilusión por construir el futuro.

Desde mi ya dilatada experiencia como militante del Partido Popular y en la política, puedo afirmar que en Pablo Casado veo representados los principios y valores de quienes deciden dar el paso, trabajar por el partido desde abajo e involucrarse en la vida política de nuestras ciudades y de nuestro país. Los representa porque cree en ellos y los vive. Por eso él puede recuperar la ilusión con la que un día fuimos el partido de los 11 millones de votos, la ilusión con que transformamos España.

Y puede también renovar el PP. Porque las renovaciones no son rupturas, no son borrones para empezar una cuenta nueva. No se construye nada bueno contra nadie, sino con todos, trabajando juntos, desde los sólidos cimientos, aprovechando el enorme patrimonio humano que tenemos. Las buenas renovaciones respetan el pasado, beben de la historia para alcanzar el futuro. Y Pablo quiere renovar el PP recordando a los que ya no están y nos forjaron como partido y a los que están y han sido, son y seguirán siendo piezas clave en nuestra historia particular.

Pablo suele decir que la que él pretende es una "renovación tranquila". Y que lo conseguirá, para mí, es evidente. Nada más conocerse los resultados del día 5, Casado ofreció a todos la más amplia de las bienvenidas a su proyecto, ése que por conciencia, principios y afán de unidad, también es ya el mío por derecho propio.

Éste es el porqué de Pablo Casado. Que es también el porqué de un militante como yo, que ha tenido el honor de trabajar por el Partido Popular y de ser alcalde de su ciudad, diputado, delegado del Gobierno y ministro, y el privilegio de servir a España en el Ejecutivo de Mariano Rajoy. Es el porqué de una decisión en conciencia: porque yo creo en Pablo Casado para construir un PP unido, renovado y preparado para seguir ganando elecciones y mejorar la vida de los españoles. El primer objetivo serán las andaluzas, porque Andalucía merece algo mejor, y después las municipales y el resto de autonómicas. Y en todas ellas trabajaremos para ganar como un partido referente, fuerte y sin fisuras.

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