Las claves

Pilar Cernuda

Pactos: ni tan abiertos ni tan cerrados

La hora de la verdad para la investidura de Sánchez llegará después de la próxima semana, cuando queden cerrados la mayoría de los gobiernos regionales y todas las alcaldías

El presidente en funciones, Pedro Sánchez, saludando al rey Felipe VI el jueves en el Palacio de la Zarzuela.

El presidente en funciones, Pedro Sánchez, saludando al rey Felipe VI el jueves en el Palacio de la Zarzuela. / EP / Casa Real

Pedro Sánchez ya ha sido designado por el Rey y la semana entrante iniciará la ronda con los líderes de la oposición para buscar apoyos a la investidura. Lo más importante se decide ahí, cuando se entreviste con Casado, Rivera e Iglesias. Hasta ahora, han sido PP y Cs los más activos para decidir sobre los futuros gobiernos regionales y alcaldías, y en Navarra el PSN de María Chivite negocia un pacto que le permita presidir el Ejecutivo foral.

Se han cruzado mensajes a través de los medios, pero ni todo está tan decidido ni tampoco tan abierto. Incluso hay en marcha una operación que se lleva con la máxima discreción entre Génova y Moncloa por un intermediario ajeno a la política. Por tanto, todas las declaraciones sobre posibles o imposibles pactos hay que tomarlas con la máxima prudencia.

Toda negociación implica ceder, exigir, conocer bien al rival y convencer con argumentos sólidos. En el caso de las negociaciones de estos días se sumó un problema añadido: los vetos. Las llamadas líneas rojas, negativa a cualquier acuerdo que incluyera a determinados partidos.

Que PP, Cs y Vox se negaran a facilitar la investidura de Sánchez si pactaba con independentistas y miembros de Bildu era algo que el jefe de Gobierno sabía antes de que lo dijeran públicamente los tres partidos de centroderecha. Sin embargo, si pensó que Cs podría colaborar para investirlo tras pactar con Podemos, se equivocó de medio a medio: Rivera no ha querido traspasar esa raya, aunque algunos de los suyos estaban dispuestos a hacerlo sin apoyo explícito, simplemente con la abstención. Otras voces razonaron que sus militantes y votantes no entenderían que se negara a sentarse con un partido como Vox y no hiciera ascos a permitir un Gobierno socialista con Podemos dentro.

Navarra en el foco

Ése ha sido el gran problema de Sánchez, el desmoronamiento de Podemos, que hacía indispensable un acuerdo con Cs para que le salieran las cuentas sin necesidad de contar con los independentistas y Bildu. Respiró cuando UPN, además del PRC de Revilla, le ofreció su abstención, pero tanto UPN como Coalición Canaria avisaron de que el respaldo sólo sería efectivo si no gobernaba con Podemos. Y UPN pedía como contraprestación que permitiera gobernar en la comunidad foral a Navarra Suma, la coalición formada por UPN, PP y Cs que había logrado 20 escaños frente a los 11 de los socialistas... que necesitarían a Geroa Bai, Podemos y Ezquerra para convertir a Chivite en presidenta.

En este escenario previo al inicio de las negociaciones formales, Iglesias está indignado porque Sánchez no lo ha llamado cuando se veía ya como socio indispensable de un Gobierno de coalición y seguro ministro, y lanza mensajes amenazantes. Es evidente que se duele del ninguneo al que lo ha sometido Sánchez desde las elecciones del 26 de mayo.

Sánchez tendrá que trabajarse la investidura en la primera vuelta, en la que necesita mayoría absoluta. En la segunda ya será fácil... si satisface unas exigencias mínimas de los que pueden apoyarlo. Aseguran en el círculo del líder socialista que todavía no se ha negociado nada, pero hay constancia de que su jefe de gabinete, Iván Redondo, ha hecho gestiones para ver cómo respiraban otros partidos, y que tanto el secretario de Organización, José Luis Ábalos, como el secretario territorial, Santos Cerdán, se están moviendo y siguiendo muy de cerca los pasos que se están dando para la formación de gobiernos municipales y territoriales; sobre todo en Navarra, una plaza que centra la atención por la particularidad de esa comunidad en la que el nacionalismo vasco pretende incrustarse desde hace décadas y que ha hecho avances importantes con el Gobierno último, presidido por Uxue Barkos, de Geroa Bai, coalición en la que manda el PNV. La socialista Chivite se ha negado tajantemente a un acuerdo con la formación ganadora Navarra Suma, decidida a convertirse en presidenta con el apoyo de Geroa Bai, Podemos y Ezquerra más la abstención de Bildu.UPN, ante la sorpresa general, anunció su abstención a la investidura de Sánchez a cambio de que gobierne Navarra Suma con un presidente de UPN. Chivite no cede, lleva dos años trabajándose el Ejecutivo foral, cuenta con importantes apoyos empresariales y está segura de que Sánchez no la va a desautorizar si logra el acuerdo con los otros partidos. Además, puede vender a Ferraz el argumento de que facilitaría la alcaldía de Pamplona a UPN, y así se equilibraría el ejercicio del poder en esa importantísima comunidad que los nacionalistas vascos miran siempre con ojos de deseo.

Martes y sábado, claves

Las negociaciones del PP, bajo la supervisión de Casado, las llevan principalmente Teodoro García Egea, Javier Maroto y Ana Beltrán. No ocurre igual con Cs, el peso lo lleva la dirección nacional José Manuel Villegas a la cabeza, y en iguales circunstancias se encuentra Vox, que como ocurre en Cs no cuenta con dirigentes regionales con experiencia y protagonismo. En este último partido las negociaciones las han llevado Iván Espinosa de los Monteros, Macarena Olona y Enrique Cabanas.

El papel del PP es exhaustivo, obligado a negociar por una parte con Cs, por otra con Vox y con la esperanza de que al final la formación naranja se avenga a sentarse o a aceptar un acuerdo con Vox, un partido que se siente herido por la actitud de Cs y cuya reacción ante el trato que recibe es de imprevisibles consecuencias. El PP trata de convencerlo de la conveniencia de un pacto a la andaluza, que le está dando mucha presencia y papel propio cuando aparece como partido que hace oposición y presenta una enmienda a la totalidad a las cuentas de Juanma Moreno, una decisión que ha llevado a Vox al primer plano del debate político.

Las negociaciones son complicadas pero deben estar finalizadas antes del próximo martes, fecha en la que se constituyen los parlamentos de Madrid y de Murcia. Y desde luego antes del sábado, cuando se constituyen los ayuntamientos, con legislación propia: si no hay acuerdo previo en la fecha límite, la alcaldía será para el partido con más votos.

Hasta después del sábado nada hay definitivo, aunque diferentes interlocutores apuntan que se podrían producir acuerdos a pesar de que no se han cerrado todavía. El PP cree que tiene ya en su mano el Gobierno regional madrileño y el Ayuntamiento de la capital mientras que la presidencia de la Asamblea sería para Cs; en Aragón, el Ejecutivo podría ser para Cs y la alcaldía para los populares, Murcia quedaría en manos del PP, y en Castilla y León aún discuten ambos. Mientras el PP cree que mantendrá el Gobierno, en Cs sugieren que podría haber un Gobierno de coalición presidido por ellos.La novedad en estas negociaciones es que, al contrario de lo ocurrido hace cuatro años, Cs sí está dispuesto a asumir responsabilidades y quiere gobiernos regionales o municipales de coalición. El martes culmina la primera fase negociadora y no es casual que Sánchez haya marcado ese día para entrevistarse con Casado, Rivera e Iglesias con vistas a su investidura. Todo queda supeditado a esas conversaciones. Lo que ocurra hasta entonces es puro teatro, incluidos los órdagos. Concretados los pactos autonómicos y municipales, sólo entonces, llega la hora de la verdad, la de negociar la investidura de Sánchez. Y es en esa fase donde se auguran sorpresas.

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